Ni una semana después del concierto de los Dropkick Murphys en Madrid, el espíritu celta se resistía a abandonar la ciudad.

La sala Gruta 77 acogía un aperitivo de la festividad del 17 de marzo con dos conciertos de música celta de dos estilos muy diferentes. Por un lado los tradicionales Malasañers, cuya procedencia no se antoja difícil de adivinar; y por otro, los canadienses The Mahones a ritmo de punk.

Sumado a los problemas añadidos que supone tocar entre semana, poco público acudió a primera hora. Aquellos que lo hicieron padecieron el retraso de algo más de una hora hasta que comenzó el concierto. Sin embargo esto no pareció importar demasiado a los asistentes, que ataviados al más estilo punk folk, esperaron sin problemas.

Como si acabáramos de entrar en una taberna irlandesa, Malasañers comenzó su repertorio de canciones tradicionales. Quienes ya tuvieron la oportunidad de telonear a The Real McKenzies tocaron, no sin una breve lección de historia, clásicos como: “Whiskey in the jar”, “A Nation Once Again”, entre otras Rebel Songs; y temas dedicados a la archiconocida Molly Malone. Un repertorio sacado de la época de la represión británica que como no, contó con “Mary´s Wedding”, “Rising of the Moon” y “Wild Rover”; temas que llevaron a su fin a la actuación.

Aunque no especialmente habladores, informaron sobre la acción benéfica que se llevará acabo con motivo de la festividad de San  Patricio. Durante el festival que tendrá lugar en la sala se realizará una recogida de alimentos para los más necesitados que, por desgracia, cada vez son más.

Tras los cuarenta y cinco minutos de actuación y una escasa espera intermedia, comenzó el que fue el plato principal del concierto. The Mahones.

En esta parada de su gira europea Angels and Devils (Whiskey Devil Records), aprovecharon la buena acogida de ocasiones anteriores para lanzarse directamente y sin miedo sobre el escenario.

Comenzaron con “A great night on the Lash”, extraído de su disco The Black Irish. Toda una muestra de energía, si tenemos en cuenta la agresividad, buen humor e hiperactividad con la que saltaron. Una gran bienvenida.

Poco a poco, y tras “Paint the town red” sonaron sus nuevos temas, razón de esta nueva visita.
Entre paseo y paseo de Finny McConnell sobre el borde del escenario, señal de confianza; tocaron “Shakespeare road”, “A Pain from yesterday” y la homónima del nuevo disco: “Angels and Devils”.

Debe ser algo de familia, ya que Katie McConnell, la acordeonista de la banda, parecía poseída por el instrumento. No hablamos solo de sus movimientos frenéticos, nos referimos a su manera de tocar este peculiar instrumento. ¡Olvidaos de la imagen del acordeonista aburrido!

Como banda con una gran experiencia acumulada a sus espaldas, superaron sin mayor complicación los problemas técnicos que acontecieron. Si durante el primer concierto fue una terrible y estática luz roja, con The Mahones fue el sonido quien peleaba por un poco de protagonismo.

Poco importaron los percances técnicos. Con una entusiasmante “A drunken night in Dublin” y tras unos necesarios bailes, saltos y empujones; “Give it all ya got” dio paso a la balada “London”, sacada del disco Draggin´the Days,

Como buen set list, el de aquella noche estaba formado por un picoteo de distintos trabajos. Sonaron “Down the Boozer”, “One last Shot”, “Across the U.S.A.” y “Ghost of a whiskey devil”.

Entre canción y canción, y piropo y piropo, obsequio de Sean Winter; Finny ofrecía a los asistentes cervezas y whiskey de su botella.

Ya en la recta final, continuaron con “Queen and tequila” y “Celtic Pride”. Tras un largo concierto, y sin poder ocultar sus caras de agotamiento; pusieron el broche final al espectáculo. “Is this bar open till tomorrow” causó un enérgico pogo en las primeras filas; y como colofón: “Wild Rover”, una versión siempre acertada para el bajar el telón.

Con caras de felicidad abandonaron tanto los músicos como el público la sala. Señal más que evidente de lo recomendable que resulta esta banda para los amante del género folk.