Evaristo está en forma. No hay ninguna duda de ello, y el numeroso público que casi llenó el Hangar de Burgos (por cierto una sala municipal con buena programación y sonido) pudo disfrutar de un concierto, una vez más, soberbio en su demostración de actitud y compromiso. Y es que el cantante ha conseguido al frente de Gatillazo enchufarse nuevamente a  los escenarios rejuvenecido por una banda de sonido fresco y actitud punk pasada por tiempos más modernos.

Siglo XXI es el quinto y último trabajo de la chavalería y probablemente el mejor de los editados bajo esta "marca". No porque suponga una evolución musical, lírica o de planteamiento, a Evaristo le han sobrado cojones estos 30 años para no moverse de sus planteamiento (o a los demás les han faltado para no venderse) sino porque parece que esta nueva revolución de chorizos con la que nos desayunamos cada día (si aún te atreves a buscar la información menos adulterada) ha hecho asomar aún un poco más el afilado colmillo del gallego y manteniendo el anti-panfletismo que ha llevado a gala le ha hechor parir un compendio de letras (y músicas) que está entre lo mejor de su carrera musical.

Sigue disparando de manera acertada y acopiando tantas miradas como ojos se presenten ante él. Uno de los pocos y reales "frontman" que ha parido una escena musical demasiado preocupada por la figuración, y que en el amplio escenario,( y complicado al tener una columna en su parte central), campó a sus anchas y se revolvió como un león enjaulado, desde la inicial Crónicas de un Cerdo hasta la despedida con Odio a los Partidos, y aprovechó para, utilizando fundamentalmente las canciones de su último trabajo (Hemos Venido a Divertirnos, Bla Bla Bar, Otra Canción Para La Policía, Ultras, Jota de la Derrota, Un Minuto en Libertad...) y varias de las perlas de su épica etapa al frente de La Polla (impagable la versión del Txus con letra de ranchera) confeccionar una banda sonora de la actualidad pasada por un filtro inteligente.

Llamativo fue también ver como su audiencia se hace cada vez más amplia en edad y como los más jóvenes se situaban, y se empujaban con extremada educación, en las primeras filas, mientras los más veteranos se agolpaban más cerca de las barras y disfrutaban "de otra manera" de un concierto estructurado en tres partes entre las que la banda se retiraba a tomar aire a los laterales del escenario.

Sarcástico, irónico y repleto de un odio "a la gallega" (de ese que te clava el puñal con una sonrisa) se despachó a gusto y  terminó con un  "Muchas gracias por dejar escupir mi odio sobre todos vosotros, me he quedado muy a gusto" en forma de sentencia con la que  Evaristo despidió a la parroquia después hora y media de concierto y a mí me sentó como el "podéis ir en paz" que me soltaban de chaval en misa. Para ser sincero en mi "educación" las tres décadas que llevo escuchándole han tenido más efecto que las homilías del domingo. Eso si, como me estoy haciendo ya demasiado viejo me volví a casa con la duda de si los más jóvenes, que entonaron sus letras de pe a pa, además de cantar entendieron el mensaje. Por lo que a mí respecta Amen Evas.