Jaime Urrutia ya lleva unos años apuntado a los conciertos "semi acústicos". Formato sencillo de tres componentes (apoyado una segunda guitarra y un teclista), varios loops lanzados desde mesa y repaso general y bien estudiado por un repertorio que combina de manera acertada los éxitos pretéritos de Gabinete Caligari junto a una carrera en solitario que desarrolla desde hace más de una década.
El concierto de Valladolid en la Sala Porta Caeli contó con el beneplácito de un público numeroso (más de 200 personas) que por edad vivió los últimos coletazos de una "movida madrileña" de la que ha quedado mejor recuerdo que música, y en la que los supervivientes, que han llegado a estos nuestro días sobre los escenarios, lo han hecho radicalizando aún más sus posturas y, en lugar de reinventarse, han generado un personaje aún más exagerado en sus formas. De esta manera Jaime Urrutia ahora es aún más castizo y madrileño, quizás para combatir tanta modernidad y a tanto moderno, y con su gorra ladeada y su gesto en muchos momentos imperturbable se "levó al huerto" al público con un sonido limpio, una voz profunda y clara (ahí tenemos que reconocer que tiene la garganta más que a punto) y canciones que apuntaron de manera certera desde las primeras en sonar, las "Gabinete" "Pecados Más Dulces Que Un Zapato de Raso " y "Amor Prohibido" enlazadas con su tema más reconocible en solitario "¿Dónde Estás?", primeras balas de un repertorio amplio, 24 temas, que sin embargo interpretó de forma dinámica y "liquidó" en poco más de hora y media con las mínimas pausas necesarias para contar pequeñas anécdotas acerca de la creación de canciones y momentos vividos en la ciudad a lo largo de los años.
Aunque la gente estaba entregada desde el primer minuto bastaba con reconocer clásicos como La Sangre de Tu Tristeza, Castillos en el Aire, Cuatro Rosas, Suite Nupcial, Que Barbaridad o ya en los bises Camino Soria, Al Calor del Amor En Un Bar o la final La Culpa Fue Del Cha Cha Cha para que los ánimos se encendieran en el ejercicio del costumbrismo cañí de sus letras, y la gente entonara letras en un ambiente de camaradería típico de aquellos que reviven tiempos pasados.
Más de treinta años de carrera hacen que los golpes sean certeros y hagan el daño preciso. Urrutia sabe mucho de esto y se llevó "el gato al agua" transformando la fría capital castellana en un garito de Chamberí. Instinto de supervivencia en un ecosistema musical lleno de fieras. El tiene su sitio y dudo que le saquen de él.