COLABORACIONES
 Crónica
 
Iron Maiden
  13/07/2016     
  Guadalupe Castro     
  Iron Maiden
  Barclaycard Center, Madrid, Madrid
www.insonoro.com

El pasado miércoles 13 de julio, volvieron a la capital desde su paso por Rivas Vaciamadrid en 2013 los ya míticos Iron Maiden, en la gira presentación de su último disco “The Book of Souls”. Una servidora tenía muchísimas ganas de ver de nuevo a los británicos en directo (que por motivos varios hace ya unos cuantos añitos de ello) y bastante curiosidad por ver cómo, una vez superado el cáncer de lengua, el señor Dickinson se desenvolvía en el escenario (aunque varios colegas que estuvieron tanto en el Resurrection Fest como en Portugal, ya me lo habían adelantado, además de algún que otro vistazo a youtube…).

Julio en Madrid, con un calor sofocante (y eso que no fue ni mucho menos de los más calurosos en este mes) llegué con mucho tiempo de antelación al Palacio de los Deportes (ejem, perdón… Barclaycard Center) y gracias a los dioses que lo hice, porque los artistas invitados comenzaron a las 19:50. 25 minutos antes de lo señalado por fuente más fiable que encontré para ver los horarios (en la página de Facebook del propio Palacio de los Deportes, colgaron un cartel que yo suponía casi oficial y que anunciaba el comienzo de la actuación de The Raven Age a las 20:15 h.).

Volviendo a los teloneros; The Raven Age es una banda inglesa (concretamente de Londres) de metal moderno y alternativo aunque con voces más melódicas, cuyo guitarrista principal y uno de los fundadores es George Harris, que es nada más y nada menos que el hijo de Steve Harris. Vamos… que todo queda en casa.

Los londinenses haciendo honor a su nombre (por lo del cuervo), aparecieron vestidos de un negro riguroso y tocaron durante 45 minutos los cortes del único EP que tienen editado, intercalando éstos con otros tres cortes inéditos.

Bien los chicos de The Raven Age. No obstante les faltan algunas tablas para ser teloneros de La Doncella. Y aunque en temas como “Uprising” o “The Death March”, la voz de Michael Burrough me pareció muy clara y afinada y las guitarras contundentes y cañeras, esos riffs metaleros y algo “machacones” no son fáciles de digerir para quien no le guste el estilo en cuestión, y el personal no se empezó a “calentar” hasta casi  el final de la actuación con “Salem´s Fate” (no incluida en el EP), que fue la que quizá rompió algo la uniformidad de los temas anteriores. Marcando el final con “Angel in Disgrace” (del que hay video oficial).

En el descanso, que duró 30 minutos exactamente, pude ver un público de lo más variopinto. Fans de Maiden de toda la vida (la mayoría ya de una edad), nostálgicos, chavales muy jóvenes (niños incluidos) y también personal “disfrazado” (o “maidenpostureo”, como lo ha calificado una buena amiga). Que no seré yo quien juzgue esto último, que tampoco soy muy purista que digamos. Cada uno va a los conciertos que le da la gana, viste como gusta y paga lo que quiere o lo que puede. Tan solo describo el ambiente…

A las 21.00 h y con un Palacio de los Deportes hasta la bandera, comenzamos a escuchar de música ambiental el “Doctor Doctor” de UFO, que durante toda la gira está sirviendo como preludio a las dos horas justas de concierto que los protagonistas de la noche ofrecen.

Y sonando la intro de “If Eternity Should Fail”, con un ambiente místico creado por un decorado de templo maya lleno de antorchas y una pasada de suelo también maya, surge Dickinson junto a una pila “bautismal” fantasmagórica como si de un hechicero se tratara. Aquí ya se vio claramente cómo Bruce está casi al 100% vocalmente al igual que el resto de la banda, que salió al escenario con mucha fuerza, saltando, bailando y trasmitiendo muy buen rollo (todos físicamente a tope. Dickinson metió unos cuantos saltos que una servidora, con 20 años menos, no se atrevería a dar ni de coña; Gers a veces parecía que estuviera haciendo gimnasia y Steve Harris parecía un chaval). Y aunque a mí no me ha entusiasmado especialmente este “The Book of Souls”, tanto este primer corte como el resto llevados al directo, suenan brutales.

Después de un “Speed of Light” con un solo soberbio por parte de Adrian Smith y Janick Gers, este último haciendo florituras con la guitarra y dando saltos por doquier, llegó el primer clásico de la noche, contando Bruce que en la época en que se hizo (allá por el año 82) probablemente muchos de los allí congregados serían bebés (o estarían haciéndolos), y la nostalgia inundó el Palacio con el precioso sonido de la  guitarra acústica de Adrian Smith y los primeros acordes de un “Children of the Damned” emocionante.

Y le llegó el turno a otros dos temas del “The Book of Souls”. “Tears of a Clown” y el larguísimo “The Red and the Black” que, como he dicho antes, una canción que no me dice gran cosa en el disco, aquí me pareció emocionante; cada cambio de ritmo, las partes instrumentales y esos solos infinitos e impecables y con un Nicko McBrain sepultado entre el templo maya y la batería (desde donde yo estaba, en la parte alta de las gradas a la izquierda del escenario, sólo veía alguna que otra vez las baquetas) incombustible y bestial y un Steve Harris que acabó igual que empezó-...sólo. Con su bajo en medio del escenario en un ambiente recogido, algo demoníaco con luces rojas y la imagen de un Eddie “maya” inquietante, al fondo del escenario.

  
Iron Maiden
 

El primero de los varios cambios de vestuario de Dickinson, vendría con el archiconocido “The Trooper” (canción que siempre me ha parecido sobrevalorada, a decir verdad… ) y como es habitual con su casaca y ondeando la bandera inglesa seguido de, para mí uno de los mejores temas de la noche sin duda; “Powerslave”, donde el vocalista salió con una máscara de luchador mexicano (cosa que, aunque bien entraba dentro del ambiente elegido, me dejó algo descuadrada por lo de que “Powerslave” es de temática egipcia) y lo mejor sin duda fue el todopoderoso solo de guitarra tocado a pachas entre Dave Murray y Adrian Smith.

Después de “Death or Glory” y Bruce con la ya característica careta y movimientos de mono (muy teatrero durante todo el concierto), y “The Book of Souls” con antorchas encendidas y un Eddie gigante haciendo gestos obscenos y persiguiendo a los músicos con un hacha, llegó el turno a otros clásicos de clásicos. Y el pabellón se vino abajo con “Hallowed be the Name” y “Fear of the Dark” y la concurrencia enloqueció haciendo el ya tradicional coro con melenas al viento y puños en alto por doquier.

Acto seguido y para el deleite de la que esto escribe, nos remontamos a la época de Paul Di’Anno con un tema bastante más “gamberro” que los anteriores. Un “Iron Maiden” brutal, con Eddie gigante y vena punki incluida. Esto último lo digo porque Dickinson, cuando la cabeza de Eddie “explotó”, le “arreó” una patada a un ventilador y Janick Gers hizo el ademán de tirar la Fender por los aires (cosa que hubiera molado mucho, todo sea dicho…).

Llegó entonces el principio del fin con los bises, y entre luces rojas el gran macho cabrío cobró presencia en el escenario con pose vigilante, ardiendo las antorchas como llamas del infierno en un “The Number of the Beast” bestial (nunca mejor dicho…). Y en contraposición al 666, y seguido de unas palabras bastante profundas de Bruce que decían algo así como “Da igual de dónde vengas y quién seas, somos hermanos de sangre”, vino otro de los temas de teléfonos luminosos (hoy en día apenas se ven mecheros… ¿¿es que nadie fuma ya??), pelos de punta y todos coreando como fuéramos uno solo en “Blood Brothers” aquello de We´re Blood Brothers. El broche de oro llegó con el más que conocido riff de “Wasted Years”, que hizo que la nostalgia de esos años perdidos (más que perdidos, ya pasados) cubriera todo el pabellón.

En fin… concierto casi perfecto. Unos Maiden apoteósicos con temas perfectamente ejecutados. Un Dickinson al 100%, actitud inmejorable con el público, muy buen sonido (aunque el volumen bastante alto). Por poner alguna pega: para mi gusto, quizá fueron demasiadas las canciones nuevas que introdujeron de un trabajo que no ha llegado a calar del todo (aunque, para gustos los colores). También eché en falta temas no tan clásicos y machacados; quizá alguno más de los 2 primeros álbumes, o cualquiera del místico “Seventh Son of a Seventh Son” (¡¡“Moonchild”, por Dio!!… ). Por pedir que no quede, ¿no?.

  
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