COLABORACIONES
 Crónica
 
Calella RockFest 2016
  07/10/2016     
  Fran Cea     
  Fran Cea
  Fábrica Llobet, Calella, Barcelona
www.insonoro.com

La cuarta edición del Calella RockFest ha supuesto sin duda la de su confirmación definitiva dentro de la liga de grandes eventos rockeros del país. Asentado desde su origen en fechas y  filosofía, ha sabido este 2016, dar un nuevo empuje a su propuesta apostando por bandas grandes que en algún caso incluso tocaron en fecha exclusiva.

La fórmula nuevamente  se ha compuesto de una ubicación cómoda, como es la Fábrica Llobet, en una localidad, Calella, con una extensa oferta de ocio y alojamiento. Precios muy contenidos tanto en las entradas, con un superpack que por 90 euros te daba oportunidad de acceder al festi y dos noches de hotel y desayuno, como en barra (cervezas a dos euros y bocadillos a tres), un ambiente familiar y cercano, buen sonido y luces... y sobre todo la sensación de ser un evento confeccionado por fans de la música (la asociación Rock On The Rocks) y para fans de la música. El balance final, aunque siempre sería de esperar algo más de público, es sin duda  sobresaliente. Demostrando lo bien confeccionado del cartel incluyendo una banda local junto a grupos emergentes y cabezas de cartel consolidados.

Los encargados de inaugurar esta edición fueron los gaditanos Ellectric Alley. Una de las bandas emergentes y de más calidad en el circuito patrio y poseedores de un álbum, el nacido del crowfunding  Get Electrified, que de provenir de cualquier grupo americano o escandinavo sería tótem del género entre los fans rockeros.

Con mucho público accediendo al recinto salieron a aprovechar sus 50 minutos de show con hambre, energía  y desparpajo. Engrandeciendo su sonido vintage americano,  coqueteando con el hard rock o el rock sureño  y meciendo todo  con dosis del mejor blues rock. Arrancaron poniendo toda la carne en el asador con su single Get Electrified y ahí estaba increíble la voz de Jaime Moreno alcanzando tonos altos sin aparentes esfuerzos ni estridencias. Riffs guitarreros de sonido pastoso y denso, y solos claros y bien ejecutados por un sobresaliente Nando Perfumo. Cuando pisaban el acelerador  (Up In Flames  o la final No Control) nos ponían a bailar y cuando bajaban el ritmo (Standing , Searching For The Truth o las bluseras Can We Have Some Love Between Us? y Free My Soul) dejaban espacio para que respirara la calidad de su propuesta. 

Me gustó mucho Last Letter, con un up tempo adictivo y muy bien conducido y que fue uno de los momentos álgidos de un set, de apenas nueve temas, que dejaron claro el porqué de su inclusión en el cartel del festi. Un acierto y un comienzo de festival por todo lo alto.

  
Ellectric Alley
 

Los americanos Stonerider fueron los siguientes en aparecer por las tablas y supuso el único momento de respiro de la jornada. Basados en desarrollos instrumentales de marcado acento sesetentero, con ciertos toques cercanos  a la psicodelia y la música de la costa oeste, dieron un concierto por momentos desubicado y espeso. No se puede negar la calidad de su nueva obra, Hologram, tercera de su trayectoria, pero sus desarrollos instrumentales, los excesos de su teclista Nah Pine (como en la inicial Undertow)  y una actitud estática y fría hizo que muchos aprovecharan el momento para acercarse al puesto de comida.

La voz de Matt Tanner brilló cuando aprovechó su toque más funk como en War, Traffic and Blid Faith, un tema que podría haber firmado un primigenio Lenny Kravitz, y que fue para mí su mejor momento, pero cuando atacaban temas largos en exceso, como la "Floydiana" Your Chains, el tempo del concierto se venía abajo. Buena banda, buen sonido y buenos desarrollos, pero quizás para otra propuesta.

  
Stonerider
 

La saga Purpple volvió a tener su cuota de protagonismo en el Calella Rock Fest (el año pasado fue el turno de Glenn Hughes) con la inclusión del carismático Joe Lynn Turner. Me confieso fan acérrimo de pequeño vocalista y he tenido la suerte de disfrutar de sus conciertos una docena de veces, y de todas ellas creo que la de Calella ha sido, a nivel vocal, una de las mejores, pareciendo que la inclusión como banda de acompañamiento de los jovencísimos Dynazty le haya hecho rejuvenecer. Elegante, emocional y carismático este "pequeño cantante de gran voz" hizo un show soberbio y repleto de nostalgia en el que, como en su anterior tour, apostó todo por un repertorio de clásicos, propios y ajenos, y volvió, una vez más, a obviar su brillante carrera en solitario.

¿Es posible poner algún pero a un repertorio en el que figuran algunas de las mejores canciones de la historia del rock?. Obviamente no. Podemos justificar que desde las tablas sonaran la inicial Death Alley Driver, I Surrender, Perfect Strangers, Stone Cold o Rising Force. E incluso podemos poner en duda la justificación de Man On The Silver Mountain, Highway Star o las finales Burn y Smoke On The Water, pero pocos vocalistas pueden transmitir la emoción que el trasladó cuando sonó Stone Cold o Miss Mistreated. Ahora bien, y siento decirlo, hubo momentos en que tuve la sensación de estar ante una gran "orquesta " del rock en la que el protagonista realizaba un tributo a su propia persona,  y cuando la banda atacaba los temas de Blackmore el enfoque "Yngwie" de Love Magnusson a la guitarra me chirriaba en exceso. 

Eso sí, ni un solo pero entre los presentes que disfrutaron del show con auténtica pasión y lo pasaron (y pasamos) en grande incluso cuando comprobamos en los bises que ni la potencia ni la juventud del vocalista de Dynazty Nils Molin, invitado para dar la réplica en Burn, pueden con el estilo de Joe Lynn. Apuesta segura y disfrute total, pero como fan espero que algún día se decida a hacer un tour basado en su carrera en solitario y pueda corear petardazos como Losing You, que para el que escribe es un clásico a la altura de toda su carrera.

  
Joe Lynn Turner
 

Cuando Backyard Babies editaron en 1998 el Total 13 yo fui de los que pensó que teníamos nueva banda para reinar en el panorama hard rockero mundial. Su impacto global fue atronador  y  por eso su giro paulatino hacia sonidos más suavizados y menos punk fue una mala noticia para todos. Las idas y venidas de sus miembros a otros proyectos no eran buenas noticias y tuvieron algún tour algo flojo por lo que no sabía muy bien que esperar de mi primer encuentro con ellos  en el Calella. Pues bien, Backyard Babies hicieron honor a su condición de cabezas de cartel dando un concierto antológico en intensidad y ejecución.

Salieron en tromba y pusieron patas a bajo el recinto con un sonido sobresaliente y con Dregen, encapuchado e hiperactivo sin dejar de saltar, patalear y moverse por el escenario, mientras Nicke Borg cantaba fuerte, claro y derrochaba actitud.

Arrancaron con su nuevo single, Th1rt3en Or Nothing, de ritmo más pausado pero con un estribillo auténticamente angelino y a continuación hicieron honores a su álbum más completo con Made Me Madman, una sobredosis tan increíble de energía que creo que por el simple hecho de estar al borde del escenario se me cargó la batería del móvil.  El repertorio no tuvo fisuras ni dejó tiempo para el respiro, pero cuando sonaron  en la primera tanda The Clash, UFO Romeo o Brand New Hate parecía que todo iba a saltar por los aires.

Compenetración absoluta con la audiencia, que pedía más a cada instante y ellos inteligentemente no abusaron de su nuevo trabajo (Im On My Way To Save Your R´n´R, Bloody Tears) sino que pasaron por todos ellos, aunque el final con Abandon y el dueto Minus Celsius y Look At You nos dejaron absolutamente exhaustos y pidiendo aire fresco. Un concierto que desde ya es mítico en la historia del festival.

  
Backyard Babies
 

Con fuerzas renovadas abordamos la segunda jornada de festival donde todos teníamos en mente que en unas horas podríamos tener frente a nuestros ojos a Michael Monroe. Pero no nos adelantemos. El primero en aparecer fue el bluesman británico Ben Poole, al que tenía muchas ganas de ver y más en un escenario grande. En formato de cuarteto, acompañado de batería (Ben Matthews) , bajo (Tom Swann)  y teclado (Joe Mac), ofreció un concierto delicioso que fue de menos a más. Con momentos para un blues suave y reposado, apoyado en el colchón de las teclas, y paulatinamente desatarse a las seis cuerdas en composiciones que comenzaban tranquilas y arpegiadas y crecían hasta incendiarse con sonidos swamp pantanosos.

Es una delicia ver la limpieza y gusto con la que toca, con un sonido cristalino en el que casi puedes notar como los dedos golpean las notas.  La relajada Let´s Go Upstairs, una de mis favoritas, fue la que utilizó para comenzar la velada, con ese tono que me recuerda tanto a Jonny Lang (otro de los niños prodigios del género).

Y es que fue su álbum anterior, y no el reciente Time Has Come, el protagonista del set list. Win You Over ahondó en su faceta más accesible y Have You ever Loved A Woman, de clara inspiración Clapton como él mismo confesó, fue uno de los highlights de la noche.  Sin embargo el "incendio" llegó como decía en la parte final del concierto cuando sonaron Longing For A Woman, que mutó de rasgada balada a un duelo de teclado y solo de guitarra caliente y lleno de feeling durante casi diez minutos de canción, o en su sorprendente bis, Hanging In The Balance que arrancó casi acústico y se convirtió en un final de show de quilates. Uno de los conciertos más destacados de esta edición.

  
Ben Poole
 

Imperial Jade era la banda que jugaba en casa, con todo lo bueno y malo que eso tiene, y aunque al inicio salieron algo atenazados por la responsabilidad se fueron soltando en tanto que sus dos guitarras, Alex y Hugo, fueron desatándose. La propuesta es efectiva. Sonidos calientes de las bandas míticas de los setenta pasadas por el tamiz de la actualidad, un poco al estilo Rival Sons o Wolfmother.

Y a pesar de ello suenan frescos y la voz de su cantante Arnau convence navegando entre los tonos y maneras de los grandes, Plant, Rodgers y Robinson fundamentalmente. Su disco debut es sobresaliente y tiene meritorias  descargas como Mr Rock N Roll, con la que arrancaron el repertorio, enlenzándola con su single High On You. Time Machine, con su rollo Black Crowes, fue uno de los puntos álgidos de un set en el que en mi opinión abusaron de las versiones de Led Zeppelin ya que tras tocar You Shook Me (que aunque no es original de Page/Plant sino de Willie Dixon si la hicieron al estilo Zep)  insistieron con un medley de temas de los británicos. Eso si la oleada final con Satyr y Fire Burning Down demostraron que estuvieron a la altura del cartel. Y eso es mucho decir. Tenemos cantera.

  
Imperial Jade
 

Ten Years After son  en la actualidad, una de las múltiples bandas míticas que sobreviven en el circuito sin la presencia de su líder musical y espiritual. Subirse a un escenario sin la figura del desparecido Alvin Lee supone un ejercicio de fe para muchos de sus seguidores, aunque para estos veteranos de la escena, el teclista Chick Churchill y el batería Ric Lee, ambos miembros originales de la banda, siguen al pie del cañón 50 años después de su fundación, seguir haciendo conciertos habiendo rebasado los 70 años supone una forma de vivir.

Sin embargo hay que reconocer que la entrada en el grupo del guitarrista británico Marcus Bonfanti les ha rejuvenecido y dado un empuje salvaje a la banda. Bonfanti se alejó de ser un apocado nuevo miembro en una formación de estrellas y se echó la banda a sus espaldas para convertirse en auténtico protagonista no solo musical, con sus solos y manera de cantar, sino a nivel escénico, aglutinando las miradas de todo el público en sus gestos y movimientos, mientras el también veteranísimo bajista, Colin Hodgkinson, miembro de la banda de Alex Korner y bajista en discos de Whitesnake (Slikde In It) o Mick Jagger (She´s the boss) podía con maestría en las cuatro cuerdas pero con dificultad en los movimientos seguir la estela de Marcus.

El repertorio volvió a ser un compendio de grandes clásicos entre los que brillaron Love Like A Man y, obviamente,  I´m Going Home, que Bonfanti hizo estallar durante diez minutos en un ejercicio de fiereza vocal y de solos de guitarra entre los que apareció incluso el Blues Suede Shoes y Hound Dog en versiones que pondrían los pelos de puntas al mismísimo Elvis. Tanta intensidad, y la edad de sus miembros, les pasó factura y en la segunda parte del show aprovecharon para tomarse un descanso en forma de un largos e innecesarios, solo de batería con posterior speech a cargo de Ric Lee, de guitarra e incluso de bajo, que enfriaron en demasía los ánimos, y que repuntaron con las finales Good Morning Schoolgirl, duelo de guitarra y bajo incluido y la rocanrolera Choo Choo Moma, como colofón a una banda que tras lo visto vive más allá de la complacencia o el auto tributo y desarrolla, gracias al fenomenal Marcus Bonfanti, conciertos de alta energía. Si hubieran reducido el set 15 minutos hubiera sido un sobresaliente sin paliativos.

  
Ten Years After
 

Una vez me dijeron que la vida se divide en antes y después de ver a Michael Monroe en directo. Y estoy completamente de acuerdo.  Nadie da más sobre un escenario, nadie es más activo, tiene una banda de tanta calidad y actitud rockera y nadie tiene un repertorio tan adrenalítico. Tanto que la gira tiene el nombre de Rock Like Fuck. El concierto del ex Hanoi Rocks y ex Demolition 23 fue simplemente un ejemplo para todo aquel que quiera subirse a un escenario. Forma parte del selecto grupo de grandes frontman de la historia del rock y renueva su reinado cada noche. Con bastante nerviosismo por parte de audiencia saltaron en tromba al escenario y se desató la locura. This Ain´t No Love Song abrió las hostilidades y a partir de ahí fue imposible enfocarle con la cámara al ver la velocidad de sus movimientos, constantemente saltando sobre las tablas, haciendo el spagat, lanzándose al público por encima de las cabezas de los fotógrafos, haciendo girar el micro sobre nuestras cabezas, golpeando el pie de micro contra el suelo (destrozó dos) o el techo del escenario hasta hacer saltar una de las placas que lo componían...un ejemplo de absoluta hiperactividad que duró los casi noventa minutos de show.

Old Kings´s Road , también de su reciente Blackout States, fue la siguiente en sonar, pero con la dupla de clásicos Trick Of The Wrist y ´78, las dos del Sensory Overdrive, un disco que debería venderse como tratamiento contra la depresión, el público ya se volvió completamente loco.  Michael además tiene, como decía, una de las mejores bandas que se puede soñar. El carisma de Sami Yaffa te hace fijarte en él y he visto a pocos baterías pegar más duro que a Karl Rovsquit. Su dúo de guitarristas tampoco es cojo. Rich Jones se calza los zapatos que no mucho antes han llevado Ginger de Wildhearts o Dregen de los Backyard y sin embargo creo que es el tipo adecuado para el puesto. Tiene aplomo y muy buena pegada con la guitarra y es el escudero perfecto para Steve Conte, auténtico líder en la sombra, guitarrista sobresaliente y compositor de muchos de los temas clásicos, un auténtico Little Steven del underground.

Además de su carrera en solitario no olvidó recordar a Hanoi Rocks, Malibu Beach Nightmare con su toque sleazy  y Motorvatin. Y tras Child Of The Revolution (brutal) llegó el momento de Nothin´s Alright del disco mítico de Demolition 23, del que también cayeron Hammersmith Palais y, ya en los bises, el adictivo y sencillo I Wanna Be Loved (si llegan a tocar Shame Shit Differente Day me caigo de culo).  El final de la primera parte del set fue un nuevo acelerón (aún más rápido) con la versión del Up Around The Bend y Dead, Jail and Rock And Roll donde alguien le arrojó una camiseta con el título de la canción. Si los bises sirven para acabar un concierto en el clímax lo de la Michael Monroe Band fue el orgasmo absoluto ya que enlazaron en poco más de diez minutos el Ramblin Rose (MC5), Oriental Beat (Hanoi Rocks) en el que intercalaron estrofas del Love Song (The Damned) y fusionar la citada I Wanna Be Loved con Feel Alright. Victoria por aplastamiento de Michael Monroe, colofón absoluto de la edición del Calella 2016, y en el largo viaje de vuelta a casa la duda de que podrán hacer los organizadores para superar esto en 2017. Lo tienen casi imposible, pero sabemos que lo conseguirán.

Hasta el año que viene Calella RockFest.

  
Michael Monroe
 
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