No siempre se tiene la ocasión de ver en cuatro días al mismo artista enfrentado a públicos diferentes. La semana pasada tuvimos la suerte de poder disfrutar dos conciertos de Myles Sanko en Madrid y Burgos, en una sala y en un teatro, y en ambas ocasiones fuimos testigos de dos shows mayúsculos.

La cita en Madrid era en la Sala El Sol, el día elegido para que el festival Black Is Back Weekend hiciera su fiesta de presentación. Myles Sanko, que participó en la edición del 2015, fue el encargado de ejercer de maestro de ceremonias. No podían elegir a nadie mejor. La Sol presentaba una buena entrada, sobre todo teniendo en cuenta que era un miércoles gélido que amenazaba nieve.

Salió el británico arropado por una banda compuesta por guitarra, bajo, teclado, saxo (o flauta travesera, según el tema), trombón y batería. Elegante y pulcro en el vestir (camisa blanca, americana con pañuelo en el bolsillo y lustrosísimos zapatos), Myles Sanko tomó las riendas del concierto micro en mano desde el primer segundo. Casi como si fuera un embrujo mágico, para cuando “My Inspiration”, el primer tema de la noche, terminó, ya tenía al público rendido a sus pies. En esta gira, el británico está presentado su tercer álbum “Just Being Me” y muchos de sus temas pudieron oírse en La Sol.

Ver a Sanko en escena es todo un espectáculo, una lección de cómo actúa un artista nacido para el Soul. Poseedor de una voz cálida y rotunda, el cantante huye de excesos y gorgoritos de forma muy inteligente pues, aunque va en detrimento de su lucimiento personal, favorece y mucho la dinámica de entretenimiento general. Sanko tiene una simpatía arrebatadora, se muestra cercano, involucra al público constantemente y mantiene en todo momento una estampa elegante. No utiliza pie de micro, por lo que se mueve y baila con estilo por el escenario mientras mira a los asistentes uno a uno directamente a los ojos.

Mención aparte merece la banda que le acompaña. ¡Cómo suenan! Nada que ver con la tendencia de muchas formaciones del género a sonar como una orquesta. Aquí los músicos no actúan como soporte del cantante, si no que tienen su espacio propio, enriqueciendo y realzando los temas, aportando matices y enalteciendo de forma soberbia la voz de Sanko. “Sunshine”, con su comienzo a dúo con el teclado, fue un buen ejemplo de ello.

“Save My Soul”, “For Ever Dreaming”, “Mercy Me” (en la que intercaló magistralmente el estribillo de “What’s Going On”, la canción que hizo célebre el gran Mavin Gaye), el público no dejaba de sumar sus gargantas al show, bailando, disfrutando como muy pocas veces se ve en una sala. Todo el mundo sonreía. Y es que este enorme artista que es Myles Sanko ofrece al público pura diversión envuelta en un sedoso y elegante halo de Soul. Tras hora y cuarenta de concierto, Myles se despidió de una sala en la que no había una sola persona que no aplaudiera a rabiar

El concierto de Burgos, por su parte, se celebró en el Auditorio de la Fundación Caja Burgos, un estupendo recinto con capacidad para cerca de medio millar de personas. Sanko actuó en esta ocasión ante un público muy dispar al de Madrid. Aquí los asistentes peinaban ya muchas canas en su gran mayoría, aunque también fue posible ver a algunos niños. Myles Sanko repitió look y de nuevo micro en mano inició otro concierto soberbio. Su voz y su banda sonaron mejor aún que en la capital madrileña ayudados por la impresionante acústica del Auditorio.

El repertorio fue algo distinto al madrileño, incorporando algún tema más lento para adaptarlo tanto a la audiencia como al recinto. El público enseguida quedó encandilado por Sanko y en un par de temas el británico rompió el respeto que impone el patio de butacas a sus ocupantes y consiguió poner en pie a todos los asistentes mientras bailaban y coreaban el estribillo de “Come On Home”. A partir de ahí, algunos decidieron no volver a sentarse y la mayoría, se levantaba y sentaba según el tema fuera más o menos movido.

Musicalmente, el concierto fue impecable. Sanko controla perfectamente cada detalle del show y la banda, de nuevo magistral, conoce perfectamente las necesidades de su líder. Y una vez más, Myles Sanko triunfó. El público le brindó una cerrada ovación que duró cinco minutos y se agolpó en el puesto de merchandising.

No se puede poner ningún pero cuando se alcanza la perfección y un concierto de Myles Sanko es la perfección hecha Soul. Este hombre va para grande. No digáis que no os lo hemos advertido.