Guns N’ Roses inauguraron el nuevo Estadio de San Mamés a nivel de conciertos, una gran producción musical que esperamos tenga continuidad los próximos años y nos de varias alegrías y citas anuales imprescindibles, hay muchos grandes nombres internacionales que necesitan grandes recintos, y este, puede ser uno de ellos.

A la cita de Bilbao se sumaba la del Estadio Vicente Calderón en Madrid, dos únicas fechas por nuestro país de la reconciliación de Axl Roses y Slash, junto con la pieza clave, Duff Mackagan’s, lamentablemente hay una espinita clavada y es la ausencia de su compañero Izzy Stradlin. En Madrid colgaron el cartel de entradas agotadas, pero en Bilbao no, había parte de las gradas con huecos importantes de las localidades que no se vendieron, quizás los altos precios y ser una cita en día laborable, no fueron el aclamo suficiente.

Nos dejamos caer por el estadio a eso de las seis de la tarde, estaba activado el protocolo anti terrorista y el acceso al campo se iba a ralentizar, cuando llegamos había largas colas para entrar, así que paciencia, además veíamos que solamente había una taquilla destinada a las incidencias, y hubo mucha gente que tuvo que ir allí ya que su entrada no se leía correctamente en los accesos, esta gente se perdió a las bandas invitadas, aparte, fueron reubicadas en otras localidades. Primeros problemas logísticos a los que hay que sumar los de la salida, solamente se abrieron dos accesos para toda la gente que había en la pi 40.000 personas acudieron a esta gran cita internacional que tan buenos recuerdos nos trajo, el morbo de la reunión, donde al final los dólares mandan, y el reencuentro de dos grandes que durante años han estado enfrentados, Axl Roses y Slash.

Como compañeros de gira estaban Tyler Bryant & The Shakedown y Mark Lanegan, con un sonido que tambaleó constantemente, teníamos claro que los primeros no iban a sonar bien, como es costumbre en los teloneros, y los segundos, algo mejoró, pero los vatios seguían siendo insuficientes dentro de esta gran producción.

Puntuales, los británicos Tyler Bryant & The Shakedown, con muchas ganas y carreras constantes por la parte delantera del escenario, sonidos rockeros de la vieja escuela sueca capaces de poner patas arriba una sala de conciertos y pidiendo la colaboración del público en más de una ocasión, levantando las manos o coreando sus canciones con el mítico oe oe oe, como si seríamos un rebaño de ovejas idiotas. Solamente tocaron seis temas, donde la distorsión y las ganas de agradar fueron la tónica general, con su sonido era casi inteligible donde nosotros nos encontrábamos, en la tribuna alta.

Segundos, el líder de los desaparecidos Screaming Tree, Mark Lanegan, con diez temas por delante y una nueva visita a Bilbao, no tan desagradable como la última, donde tuvo que cancelar su show en el BBK Live, pero de eso ya hace unos años, la causante de la anulación fue la lluvia torrencial que todos recordamos.

Nos presentó temas nuevos de gran carga emocional que no pasaron desapercibidos, quizás un concierto un tanto lineal con tanto sintetizador y otros elementos distorsionados, eso sí, sigue siendo dueño de su propia melancolía. Un concierto que aburrió al respetable que esperaba con ansia la llegada de los Guns N’ Roses, por eso mucha gente se fue a visitar los puestos de merchandising situados a ambos lados del campo, con precios de camisetas que rondaban los 35 euros, y hablando de precios, un vaso serigrafíado con el nombre de la banda y su correspondiente caña, pasaba a costar 7 euros, “precios populares” de este tipo de conciertos, como veis, la cosa no cambia.

Y mientras tanto nos preguntábamos si los Guns aparecerían puntuales, la última vez que les vimos, en Donosti, nos hicieron esperar más de una hora y media, pero no fue así, minutos antes de la hora estipulada, aparecieron en las pantallas del escenario el hermoso logo de los GNR con esas pistolas y flores, utilizados constantemente en el show, junto con diferentes logos y siluetas psicodélicas que no pasaron desapercibidas, con unas luces impresionantes, pero el sonido fue de tarjeta roja, muy flojo y mal ecualizado, pero la cosa mejoró por momentos pero nunca fue nítido, faltaba potencia suficiente para vivir un concierto de gran producción.

Pistoletazo de salida, teníamos por delante dos horas y media de Axl Roses y compañía, que se metieron en el bolsillo al público nada más salir. Un gran escenario donde todos se movían de un lado para otro, dejando el centro para su capitán, Axl, por otro lado, Slash, que a veces se acercaba al frontman pero ni se miraban ni nada, no había ese feeling tan característicos de años atrás cuando esta historia empezó, salvo en un momento en el ecuador del concierto, cuando Axl se acercó a Slash y le tocó la cabeza.

Un arranque de concierto con “It, s So Easy”, o eso entendimos, desde donde estábamos costaba distinguir las canciones en el arranque del concierto, fue muy nefasto, corrigiéndose poco antes de llegar a las diez canciones, por lo que la primera parte fue horrible a pesar de que entraron temas como “Mr Brownstone” o el que da título al disco más arriesgado de la banda tras diez años de sequía discográfica, un disco que salió al mercado tras varias cancelaciones, “Chinese Democracy”, un trabajo que se quedó en agua de borrajas.

Pero el estadillo emocional llegó rápidamente con “Welcome To The Jungle” capaz de tirar el estadio abajo con esos riffs reconocibles del gran jefe de las seis cuerdas, Slash. El resto de la banda, formada por una corista al teclado con pelo azul, Melissa Reese, el segundo guitarrista, Richard Fortus con cierto parecido al gran ausente Izzy Stradlin, las labores de hammond de Dizzy Reed y por último Frank Ferrer a la batería.

Mientras avanzaban los minutos nos dábamos cuenta del gran trabajo realizado por Slash, que nos ponía los pelos como escarpias en cada nota, cogiendo el protagonismo en varias ocasiones, como en “Double Talkin´ Jive” o en “Estranged”, generando un éxtasis emocional por parte del respetable, para muchos, la primera vez que les veían en directo  para otros, los que nos reencontrábamos con parte de la BSO de nuestra adolescencia.

Más temas iban entrando en el carrusel de la primera hora del concierto, “Live and Let Die”, “Rocket Queen” o “You Could Be Mine”, tema inmortalizado en la banda sonora original de Terminator 2, dejando a Axl Roses sobre el escenario para revolotear sobre sí mismo con circunferencias de 360 gratos, como si estuviéramos viendo esos videos de conciertos que tanto recordamos allá por el año 92.

Pasando a dejar cierto protagonismo a las voces, a Duff Mckagan’s, bajista, que se cantó enterito el tema “You Can’t Put Your Arms Around a Memory” para dar un poco de descanso a la voz principal que durante una hora no paró de dar el tono, luego continuaron pateando culos con la chispa rockera de antaño con el “Attitude” de Misfits, marcando esa larga lista de temas que estaban por venir, como esa balada “This I Love” donde la voz flaqueó con algún que otro gallito de por medio.

Otro momento épico fue con “Civil War”, con lanzamiento de pirotecnia de inicio y enlazada al final con “Voodoo Child”, del ilustre guitarrista Jimmy Hendrix, pasando por el momento más emotivo de la noche, el recuerdo a Chris Cornell de Soundgarde con el tema “Black Hole Sun”, grupo con el que compartieron gira en el 92, que les llevó a actuar en el Estadio de la Cartuja de Sevilla entre otras tantas ciudades del mundo.

Recuperando uno de los temas de su último trabajo hasta la fecha, otro de “Chinesse Democracy”, el elegido “Coma”, que pasó desapercibido, pero Slash se encargó de meter los punteos de El Padrino y la cosa cambió por completo. Rápidamente fueron enfilando otros clásicos ante la segunda hora de concierto, “Sweet Child O’Mine” o “My Michelle”, y de forma instrumental, una de las sorpresas de la noche, “Wish You Where Here” de Pink Floyd, uno de los mejores temas de la historia de la música, con Slash y Fortus en la parte superior del escenario, mientras las pantallas hacían su trabajo para que todos nos enteremos.

Recibimos con ilusión otro de los grandes temas de los californianos, “November Rain”, canción que en Rock FM le pinchan día sí y día también, es decir, se puede escuchar frecuentemente en la radio. Axl sentado en su piano, Slash con ese solo magistral, mientras los pétalos de rosa llenaban las pantallas mientras el tema pasaba a ser uno de los más grandiosos del concierto.

La recta final se antojaba ambiciosa con canciones de la talla de “Knockin’ On Heaven’s Door” de Bob Dylan que nos costó reconocerla con ese bañado de reggae que le mete esta gente, menos mal que los tonos rockeros volvieron a estallar con actitud en “Nightrain”, un punto y final para la entrada de bises, con ovación sonora impresionante, por eso se tocaron otros cuatro temas dentro de la recta final, “Sorry”, un medio tiempo que fue absorbido rápidamente por “Don’t Cry” con su faceta romántica que los chicos malos como ellos siempre han arropado.

Y el final estaba cerca, el rock mandaba con grandes momentos, digamos que, tras verles de nuevo en directo, cambiamos la visión negativa que teníamos de ellos, te puede gustar más o menos su música, pero el espectáculo es digno de reseñar, no esperábamos mucho de ellos, la verdad.

 “The Seeker” de los Who y otro de sus himnos, “Paradise City” con lanzamiento de pirotecnia y confeti, pusieron el punto y final a esta actuación dentro de su gira de reunión, una gira que todos los amantes del rock soñábamos desde hace años, nosotros al menos podemos decir, que sí se realizó y que estuvimos allí. Pero queremos más, queremos de Izzy se suba al carro y vuelvan a girar, sino, tiempo al tiempo.