Robe Iniesta, un concierto donde todos los móviles estuvieron apagados.

El pasado viernes 23 de junio, la gira por teatros del músico extremeño recaló en el Palacio Euskalduna de Bilbao, allí presentó los temas de su segundo trabajo en solitario “Destrozares, canciones para el final de los Tiempos”, un concierto que vino tras la polémica surgida días antes por un comunicado emitido por el propio Robe sobre la actitud que tiene parte del público en sus conciertos por ese afán de hacer fotos constantemente con el móvil y perderse realmente lo que pasa durante la actuación, y ya no es el tema de las fotos, sino de contestar a los whatsapps o cómo hacemos nosotros, apuntar las canciones que vamos escuchando o simplemente tomar algunas notas, cosa que no nos dejaron hacer al estar los móviles prohibidos.

Con un retraso de 16 minutos, Robe Iniesta con su banda actual que le apoya en este proyecto en solitario, salía a escena, con unas luces tenues en la primera parte del concierto, acompañadas por una capa de humo para meternos en escena y recibir de primera mano el conceptual sonido que últimamente aletea dentro de la cabeza del bueno de Robe, un concepto mermado en guitarras, concebido para otros instrumentos como el violín, clarinete o acordeón.

Dos partes bien diferenciadas con un parón de por medio de veinte minutos, para que el público tomase un respiro o hiciera lo que le diera en gana, cosa habitual en los conciertos se Extremoduro, ya sabéis lo que decían: “hacer lo que os de la puta gana, pero eso sí, que no os vean”.

Respeto a la banda, la forman Carlinos Pérez al violín, David Lerman de Los Niños de los Ojos Rojos al bajo y clarinete, Alber Fuentes a la batería y Lorenzo González a los coros y acompañamiento de voces y al bajo cuando David tocaba el clarinete, y Álvaro Rodríguez al piano y teclados, rodeando a Robe que sentado en su silla se vestía con una Gibson eléctrica tipo rockabilly. Comenzaba la puesta de largo para mostrarnos los temas de sus dos discos, recordad que con el primer trabajo no hubo gira, fue terminal el tour “Para Todos los Públicos” de Extremoduro, sacar disco y nada más.

Más de dos horas y quince minutos, con un desfile de diecinueve temas dedicados exclusivamente a esa apuesta personal de los últimos años, excepto un guiño a la canción “Extremaydura” al inicio de afrontar la segunda parte del bolo, y el “Si Te Vas” del disco “Material Defectuoso” de Extremoduro ya en la recta final.

El pistoletazo de salida lo dieron “El Cielo Cambió de Forma” y “Hoy al Mundo Renuncio”, canciones recientes y capaces de concentrar un primer estado al canto folclórico de su acompañante, Lorenzo González, un tono de voz muy andaluz, íntimo y personal, de eso iba la cosa, luego vinieron las primeras palabras de Robe, “Buenas noches a todo el mundo…”

El tercero, presentado como un tema de amor, “Por Ser un Pervertido”, un reencuentro con las canciones más rodadas de su primer LP, rock progresivo que entraba en comunión con el público al menos en el estribillo, “Perdido estoy sin ti”. Y entre tano, el clarinete iba a su ritmo, levantando el concierto en casa instante, así, como el que no quiere la cosa.

Encantados de que su primer disco compuesto de ocho temas entre en su repertorio, además eran los culpables de generar mayor euforia entre todos nosotros, uno de los destacados, “Ruptura Leve”, donde la canción de autor se hace más sincera y profunda, con unos sonidos de acordeón que aparecieron por primera vez en el concierto.

Pasando rápidamente a tonos más calmados con “Nana Cruel”, captando en sus estrofas lo más hondo de la conducta humana y su relación con los demás, aparte, escuchamos más palabras del propio Robe, el cual manifestaba que eran malos tiempos para la libertad de expresión y se cagaba en los políticos, banqueros y en la iglesia, con un grito sincero, de los que hieren, como los poetas cuando recitan sus poesías. Mientras tanto el violín iba desafinando cada puntilla del texto y alzando los cambios de ritmo más estridentes en algún trasfondo y más calmado en otros.

Nos encontramos con un Robe feliz y nervioso por jugar en casa, como bien nos manifestó en un himpas del concierto, y así a lo tonto ya llevábamos siete temas y entrábamos en la recta final de la primera parte con “Guerrero”, de su primer disco llamado “Lo que Aletea en Nuestras Cabezas”, animando al público con esas ricas melodías que salvaguardan los temas de nuestro protagonista, algunos, enclavados a la trayectoria musical de Extremoduro en sus últimos discos de estudio. “La Canción más Triste” servía para finiquitar el primer bloque de canciones, melancolía y desgarro emocional que nos dejaba con ganas de más.

Veinte minutos de descanso con las luces del Palacio Euskalduna encendidas, gran parte del público salía para tomarse un respiro, ir a los baños o apurar ese cigarrito que sabe a gloria, o simplemente, darse una vuelta por el puesto de merchandising, donde esa noche los discos volaron por completo, y las camisetas iban cayendo a buen ritmo, incluso las solidarias, donde se apoyan a varios colectivos como una protectora de amínales o el apoyo a la naturaleza.

Y de nuevo, se apagaron las luces, Robe y compañía entraban de nuevo a escena para meterse de lleno en su faceta más eléctrica, el Sr. Iniesta ya de pie ante todos nosotros, regalándonos un pequeño guiño a Extremoduro para ganarnos por completo, su aclamado himno a “Extremaydura”.

“Cartas desde Gaia” y “De Manera Urgente”, fueron los siguientes, este último apoyado a los coros por el respetable en la parte del estribillo, incluso, los más osados, se levantaron de sus butacas por primera vez en la noche. Una parte que nada tenía que ver con el concierto inicial, un nuevo rumbo, un trozo más revelador y reflexivo que continuaba con temas como “Puta Humanidad”.

Los textos introductorios del amigo Manolo Chinato entraban en acción en el siguiente de los temas “Del Tiempo Perdido”, ideal para la noche de San Juan en la que estábamos inmersos como bien relatan algunas estrofas de la canción. Mientras tanto, Robe, parco en palabras, continuaba con “Contra Todos”, indicando que era un tema necesario, una canción que cierra su primer disco, una declaración de principios que todo ser humano tiene que llevar a cabo a lo largo de su vida.

Ya terminando y llegando a las dos horas del concierto, escuchamos “… y Rozar Contigo” más “Por encima del Bien y del Mal”, fortaleciendo la complicidad con todos sus músicos, en especial, con Alvaro Rodríguez que se salía al piano y hammond.

Dos últimas canciones en la tanda de bises y ovación final con gritos de “Robe Lehendakari…”, o “Robe eres Dios”, consiguiendo que se tocara una de Extremoduro, “Si Te Vas”, imaginaros la que se montó, el público puesto en pie… Pasando a despedirse con el primer tema que abrió esta historia, “Un Suspiro Acompañado”, una canción amada y personal, un lastre de una relación acabada.

Mientras se despedían, las luces se encendieron y los teléfonos móviles salían de sus escondrijos, volviendo a la realidad cruda y triste, todos deberíamos reflexionar sobre la dependencia que tenemos con los smartphones. Sacar una foto con el móvil, esa foto la borraremos con el tiempo o la perderemos simplemente cuando queramos liberar espacio, acumular gigas y gigas de imágenes es una enfermedad, es el síndrome de Diógenes, pero tecnológico.