COLABORACIONES
 Crónica
 
Tequila + Trouser + Los Condensadores de Fluzo
  20/10/2017     
  Luis Miguel del Campo     
  Luis Miguel del Campo
  Hyundaimusicpark, Jaén, Jaén
www.insonoro.com

Todos los asistentes sabíamos perfectamente lo que íbamos a escuchar esa noche, pero si había algún despistado, a este debió de quedarle claro cuando Alejo Stivel se acercó al micrófono nada más subir al escenario y dijo: ”Enchufaste la guitarra en el amplificador...”, y empezaron a tocar “Rock and roll”, la canción que da título al segundo álbum de Tequila.

Ya habían dado suficientes pistas Los Condensadores de Fluzo, quienes abrieron la noche en el fantástico Auditorio La Alameda de Jaén. Su vigoroso rockabilly era conocido por parte del público, al tratarse de un grupo jienense. Acompañaban su música con una esmerada puesta en escena a cargo de sus cuatro componentes, vestidos exquisitamente cual banda de los años 50 del siglo pasado; con una puesta en escena de gran plasticidad. El cantante y guitarrista fue el más activo; aparte de sus interacciones con el resto de la banda y con el público, nos deleitó con numerosos pasos de baile rockanroleros. Tocaron temas propios y una versión de “Popotitos”. Y por tener, tienen hasta una versión del himno de Jaén. Fue un perfecto regreso al pasado…   

  
Los Condensadores de Fluzo
 

No resultó ser una noche monotemática, ya que el rock que hace Trouser, que actuaron a continuación, tiene otras influencias; en algunos momentos hasta podía parecer estar escuchando a una banda indie. Grupo integrado por argentinos y uruguayos, nada más salir a escena dejaron claro que no tenían muchas esperanzas de que disfrutáramos de su música plenamente porque, sencillamente, no conocíamos las canciones. Para colmo, su pieza más conocida (“El cisne Elliot”) la presentaron como una canción muy triste. ¡Y el público había ido a divertirse! Aún así consiguieron mantener interesadas a las personas que se iban incorporando paulatinamente al recinto durante su actuación; y a ellos les sirvió para ir rodando y puliendo algunas de las canciones que formarán parte de su segundo disco.

  
Trouser
 

“…Un, dos, tres: empecemos con el show”, como decía, cantaba Alejo. Y así, entrados en terreno conocido, los asistentes, que prácticamente ya llenaban el auditorio, cantaban y  bailaban “Rock and roll”. No es nada sencillo que cuando la media de edad del público supera los cincuenta años, éste se ponga a bailar nada más empezar la primera canción. Y de aquella manera. “Lo llevamos en el cuerpo, de los pies a la cabeza. Cantemos todos juntos este rock and roll…” Y es que esta música fue la banda sonora de la adolescencia de muchos de los presentes.

Eran tiempos de cambio en España, en los que se empezaba a ver algo de luz al otro lado del túnel y había un gran optimismo respecto al futuro. Las canciones de Tequila trataban situaciones cotidianas para los más jóvenes: “Mira a esa chica”, “Matricula de honor”, “Me voy de casa”... Y su rock alegre y vitalista resultaba muy acorde con la sensación general que se vivía entonces. También sorprendía por su frescura y calidad, tratándose de unos chavales tan jóvenes; habían surgido en el momento oportuno. Además, dejaban a un lado el inglés –idioma habitual en la época- para cantar rock and roll en castellano; algo que tan solo habían  empezado a hacer también Burning y Mermelada en Madrid en 1978, y Loquillo y Carlos Segarra poco después en Barcelona. Por lo que arrasaron.

Aparte de las tres canciones anteriormente citadas, tocaron “Barco” y “Mr. Jones” antes de interpretar “Yo era un animal”, el recientemente publicado segundo sencillo del segundo disco de Alejo Stivel en solitario.

Seguidamente nos ofrecieron “Quiero besarte”, otro gran éxito en su día -de la que Alejo dijo que era música dance-, y “Las cosas que pasan hoy”. No hace falta transportarse al pasado con condensadores de fluzo, fluxo, flujo, o como cada cual quiera llamarlos, para entenderlas, porque ambas, como todas las canciones de Tequila, han soportado bien el paso de los años y sus letras están plenamente vigentes. La primera, por motivos obvios: refleja una situación que siempre ocurrirá mientras exista el ser humano; y la segunda, porque podría perfectamente haber sido compuesta en los tiempos que nos ha tocado vivir: “…toda la gente se pelea, ha perdido la razón (…) parece que de un momento a otro viene la gran explosión (…) quizá veremos el fin del mundo en directo por televisión”.

  
Tequila
 

Nada más acabar esta canción, Alejo se marchó del escenario alegando que iba a hacer unas gestiones, dejando a Ariel Rot a la guitarra y la voz para interpretar “Sábado Noche”, de Moris; que fue la canción más famosa y emblemática de este último en su etapa española. Al igual que las familias de Alejo y Ariel, vino a España poniendo distancia a la situación política que se empezaba a vivir en Argentina. Fue uno de los músicos que mejor cantó a Madrid en la década de 1970; y a “su cuota de tristeza”, a la que descubrió en sus frecuentes paseos por los barrios capitalinos, plasmados en “Fiebre de vivir” (1978), álbum imprescindible y fundamental del rock and roll en castellano; en cuya grabación participaron los cinco integrantes originales de Tequila. Además, este disco incluye “Sábado Noche”, la cual conocía sobradamente el público jienense, tanto como las de Tequila; lo cual quedó reflejado en su reacción al escucharla.

Una vez acabada, regresó Alejo para cantar “El ahorcado”, versión blues que comenzaron a tocar solos Luis Prado (al teclado) y Chiro (a la batería); y William Kaneski (segundo guitarrista) hizo el solo. La cosmopolita banda la completaba Javier Salvador al bajo. Para terminarla, Alejo se colocó de espaldas al público, poniendo el pie de micro patas arriba, como si de una soga de la que estuviese colgado se tratase.    

La  siguiente canción no la presentaron, ni hicieron ningún comentario sobre ella. Simplemente la tocaron. Es de sobra conocida: “Hace calor”, un recuerdo a Andrés Calamaro y un homenaje a Julián Infante –segundo guitarrista y también compositor tanto de Tequila y como de Los Rodríguez-, fallecido en 2000. Esta etapa supuso un paso adelante en la evolución de Ariel y la forma de entender el rock. Tuvo tanta influencia tras su aparición que hasta surgieron grupos clónicos. Cuando acabó el tema, tampoco hicieron comentario alguno. Pero ahí quedó el detalle…

Antes de continuar, Alejo hizo una consulta sobre quienes eran los caprichosos y las caprichosas que había en el público. Y comenzaron “Nena”, una de sus últimas canciones; y de las más maduras.

  
Tequila
 

Mientras tocaban “Dime que me quieres”, una señora empezó a llorar desconsoladamente, como una adolescente que padeciera mal de amores y pensara que nada tenía solución. “Esto no hace sino demostrar los riesgos que conlleva un viaje en el tiempo”; incluso no siendo físico sino emocional. Sin embargo, un poco antes, en primera fila, otra espectadora se había quitado el sujetador sin despojarse del jersey y había empezado a agitarlo para que la vieran los muchachos de Tequila. Quizá fuera lo que hacía en sus conciertos cuando era adolescente, ya en aquellos años nació lo que se vino a llamar el “fenómeno fans”.

El significado que se le daba entonces al extranjerismo no era el actual, ya que ahora su uso es más generalizado, equivalente a admirador o admiradora. Este “fans” entonces se refería sólo a apasionadas seguidoras adolescentes, que generalmente chillaban histéricas en presencia de sus ídolos y cantaban desaforadamente sus canciones. “Paparritas”, las llamaban en un programa radiofónico de la época dedicado a ese tipo de audiencia. Tequila nada tenía que ver con el resto de esos cantantes o grupos a los que seguía y perseguía el “fenómeno fans”, salvo en la juventud; iban mucho más allá, aunque las radiofórmulas les hubiesen metido en el mismo saco por fines comerciales. La música de Tequila surgía influida por el rock and roll clásico y sus letras tenían más sustancia que las de sus falsos compañeros de viaje, y cuando trataban sentimientos como el amor o el deseo lo hacían sin caer en la cursilería o, directamente, en la horterada. Sí, los que cantaban con voz de falsete sin ser Bee Gees fueron uno de aquellos grupos. Y también estaba el de la fotonovela…

 El último tema antes de abandonar el escenario por primera vez fue “Me vuelvo loco”; que, por otra parte, fue lo que le ocurrió al público nada más hubo reconocido la canción. Habían empezado el concierto con el tema que abría su segundo disco y se habían marchado tras tocar la que lo cerraba. No sin antes hacer que el público cantara con ellos eso de “O-uoh, uoh, uoh, uoh. Me vuelvo loco, loco, loco, loco”.

  
Tequila
 

Su regreso lo hicieron con una lenta música de blues que hacía casi irreconocible “Rock and roll en la plaza del pueblo”. Era una de las que faltaban. Como “Necesito un trago”, que fue la siguiente. Fueron sus dos primeros éxitos, ambos de su primer disco, de 1978, y los que les abrieron el camino del éxito y el aprecio de sus seguidores. Por lo que, pese a ser un público ya entrado en años, no dejó de bailar hasta el final del concierto, que se cerró con “Salta”: su último gran éxito, incluido en su cuarto y último álbum de estudio (“Confidencial”, de 1981), en el que la portada dejaba muy a las claras la situación: caras serias, algún gesto desencajado y sonrisas forzadas; y el colorido de anteriores trabajos se había evaporado, dejando paso al gris y a una fotografía en un blanco y negro tristón. “Ya soy mayor”, era el título de una de las canciones incluidas en este disco.

Y eso es lo que les había ocurrido: se habían hecho mayores, con los problemas y consecuencias que va creando la edad y los hábitos adquiridos. Sin embargo “Salta” es un tema muy alegre. Y de alegría desbordaba el público esa noche mientras no paraba de cantarla y bailarla. La señora que lloraba desconsoladamente se había enjugado las lágrimas y ahora se pintaba los ojos y los labios; y sin que hubieran cantado “No llores”. Sin embargo, no había rastro de la espectadora que anteriormente agitaba su sujetador frente a los músicos.

En estas estábamos cuando Alejo bajó corriendo del escenario y se perdió en medio de los enloquecidos asistentes, que no cesaron de cantar y saltar, arremolinados alrededor del cantante de Tequila, que parecía haber sido engullido por ellos; hasta que acabó la música.

El último momento entrañable que nos dejó el concierto –antes de que los asistentes regresaran al futuro de sus recuerdos, que entonces era el presente pero ahora ya es pasado- fue ver cómo Alejo y Ariel, solos en el escenario tras haber saludado al público y haberse marchado la banda, se acercaron lentamente, se dieron la mano y se fundieron en un sentido abrazo. Sigue uniéndoles la música y una gran amistad. Y es que todavía quedan cosas en la vida que merecen la pena; porque, como también decía Moris: “la vida está bien aunque el mundo esté mal”.

  
Tequila
 
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Los Condensadores de Fluzo - Touser - Tequila
 
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