Posiblemente fuera el final de gira más esperado. “El Poeta Halley” estaba llegando a su fin, no sin antes pasar por Madrid. Con “El Gran Truco Final”, los catalanes Love of Lesbian llegaban a la capital el pasado sábado, 18 de noviembre. Rozando el “sold out”, los de Barcelona a punto estuvieron de llenar todo el Wizink Center.

Pero antes de que ellos aparecieran, era el turno de Mucho. Difícil tarea la de abrir un fin de gira de tal magnitud, aunque los madrileños estuvieron a la altura. Con una puntualidad extrema, a las 20.00 horas, el “Grupo Revelación” apareció sobre el escenario. Haciéndonos viajar durante 30 intensos minutos, nos llevaron hasta aquellas “Nuevas Ruinas”, en las que el “León de tres cabezas” permanece escondido.

Los que sí que se hicieron esperar, fueron “los niños imantados”. Love of Lesbian saltaron al escenario, pasadas las 22.00 horas y tras unos minutos de gritos emocionados. Arrancaron con “Qualsevol nit pot sortir el sol” sonando de fondo. Y como si fuera premonitorio, durante las tres siguientes horas demostraron precisamente eso: que cualquier noche puede salir el sol, siempre y cuando se invoque a Halley.

Con “Cuando no me ves”, el mago de chistera azul comenzó a cantar. Todos visibles sobre el escenario, excepto él, del que solo se podía ver su sombra. Hasta que hizo magia y apareció. Ese fue su mayor truco de magia, aunque no el único.

Humo. Entramos en erupción y nos dimos cuenta de que “Bajo el volcán” ya no quedaba absolutamente nada. Con la emoción y la respiración contenidas, volvimos “Allí dónde solíamos gritar”, para descargarlo todo. Una vez en paz, rehusamos el volver a casa. ¿Para qué? No había “Nadie por las calles”, todos estábamos en el Wizink. Incluso teníamos luna propia. Una luna llena, que pronto comenzó a brillar, para convertirse en una bola de discoteca.

Fue entonces cuando “La niña imantada” apareció y nos enseñó unas cuantas “Maniobras de escapismo”. Aunque para (casi) escapismo, el que por unos minutos, se marcó Coque Malla. Caras de angustia, risas nerviosas y comentarios de “nos ha dado plantón”, por parte de Santi Balmes. Pero tras la tormenta, llega la calma. Momento de “Contraespionaje” por la ciudad que, en esos instantes, estaba concentrada en  antiguo Palacio de los Deportes.

Momento especial y emotivo, justo antes de cantar “Los seres únicos”, cuando pidieron un aplauso para Joanra Planell, antiguo bajista de la banda. Y es que, todos, todos, somos únicos a nuestra manera. Tanto los presentes como los ausentes.

Eso sí, a pesar de las idas y venidas, la vida siempre continúa. Y como todo, “Los males pasajeros”, se marchan. Ni siquiera el mal recuerdo de aquel fatídico “1999”, ni aquel grito de “Voy a romper las ventanas”, nublaron lo que allí estábamos viviendo. Precisamente por eso, era el momento perfecto para viajar hasta “Belice” y poner a prueba nuestra “Incapacidad Moral Transitoria (IMT)”. En terreno paradisíaco, encontramos el equilibrio perfecto entre “El Yin y el Yen” y expandimos nuestra mente gracias a “Algunas plantas”. ¿El efecto conseguido con todo ello? Gritar y creernos hasta la saciedad, aquello de “Me amo”. Y al final, entre tanto, “mama, cómprame unas botas, que las tengo rotas, de tanto bailar”; acabamos por invocar al “Club de fans de John Boy”. Por supuesto, no dudaron nada en apuntarse a la fiesta.

Fiesta que, por un momento, parecía que se había acabado. Pero no. De repente, en la gran pantalla apareció el Mago Pop, para continuar con la magia del concierto. Y por supuesto, pata avisarnos de que Love of Lesbian estaban ya preparados para el “Segundo asalto”. Y no solo ellos estaban listos. A la luz de nuestros móviles, “Oniria e Insomnia” llegaron para contarnos su historia y para hacernos flotar a todos, como si fuéramos verdaderos “Psiconautas”. El resultado fue un “Manifiesto delirista”, en el que “Los toros de la Wii” fueron los protagonistas.

Volvieron a desaparecer. Pero tranquilidad, porque “El Gran Truco Final” todavía no se había llevado a cabo. Después de varios “Incendios de nieve y calor”, el “Poeta Halley” hizo honor a su nombre y llegó. Llegó a su manera: reflejado en una pantalla, bajo el nombre de Joan Manuel Serrat y recitando cual rapsoda. Lágrimas entre el público, Lágrimas sobre el escenario. Emoción. Un apoteósico final que sí, nos hizo volar, cual “Planeador”.