Este verano, en mitad de la efervescencia festivalera, hubo un sábado que me acerqué al concierto de una banda que no conocía, en una céntrica sala santanderina; aquel concierto, pese a ser un concierto casi privado, gusto tanto a los pocos presentes, que coincidíamos en que repetiríamos.

Tras aquel concierto, los guipuzcoanos anunciaron, semanas después, una actuación  en la sala Clandestino de Solares en el mes de octubre, pero ésta tuvo que ser aplazada hasta este sábado de diciembre por problemas de salud de uno de sus integrantes.

De camino hacia dicha localidad, la principal duda que me asaltaba era la respuesta que tendría el evento en estas fechas pre navideñas, en medio de las primeras fiestas de diciembre y con cenas de empresa y demás historias; pese a que la entrada era gratuita, los asistentes no fuimos muchos más de los de la cita santanderina. Una pena pero ellos se lo pierden.

Llegué con el suficiente tiempo para ver cómo iban preparando todo el montaje que, como ya vimos en la cita santanderina, cuenta con un primera parte, dedicada integrante a su último disco, llamado “VII”, durante el cual van proyectando imágenes que hacen referencia a la temática de las canciones, además de las letras de las mismas, sobre una tela que separa a los músicos del público; en la segunda parte, repasarían su ya amplia trayectoria, proyectando imágenes sobre una pantalla situado detrás de ellos, siendo quitada la que separaba al publico del grupo.

Sin mucha demora, arrancó la actuación de los guipuzcoanos Kudai, de la misma manera que lo hace su último disco, con “Ab Purgatorio...” a modo de presentación e introducción y que fue unida por la cañera “Lucifer”, que hizo a los presentes empezar a mover la cabeza, mientras intentábamos seguir la letra, pese a no tener, al menos yo, ni idea de euskara.

No había tiempo que perder, y el trío, llevan las baterías programadas, siguió con “Mammon”, con unos estribillos bastante pegadizos, una de las cosa más destacables de la banda, y que fue seguida por “Belphegor”, uno de los temas que más me gusta del disco, y que cuenta con un gran sonido de guitarras.

Hasta el momento los que habíamos ido a ver al grupo estábamos disfrutando, mientras la gente se acercaba curiosa, mientras la banda iba desgranando su disco, siendo el turno de “Asmodeus”, con esos bellos coros femeninos de fondo, antes de ser visitados por “Leviathan”, una canción mucho más rápida que las precedentes y es que está gente se atreve con todo y además lo hacen bien.

Animándonos a seguir la letra a través de las proyecciones, siguieron con “Beelzebub”, con un sonido aun más cercanos al metal industrial, antes de seguir con “Aamon”, que nos llevó a la parte más cañera del disco, con ese ritmo machacón que imprime.

Y con “...ad Inferna” terminaba la parte dedicada a su actual disco, y en el que se repasa tanto en la letra como en las imágenes todos los protagonistas de esta parte de la velada, siendo una canción lenta y pesada, tras la que quitaron la tela, para dar inicio a la segunda parte del concierto.

Y esta nueva parte repasarían los otros cuatro discos que tienen editados desde que arrancaran su andadura hace 15 años, comenzando este repaso, con “Eromena”, de su primer disco “Hutsa” del 2004, que arranca con esa locución en castellano que nos adentra en un tema muy potente.

Comenzaron a despedirse con “Gurutzearen itzala”, también de su tercer disco, otra de las joyas que tienen en sus discos y que es una canción muy cañera, amenazando con acabar antes de tocar esa maravilla que es “Aldaketa badator”, de su anterior disco “Harezko dorreak”  y que no puedo dejar de tararear. Ahora sí, se despidieron de todos con “Ni naiz”, de su primera obra y con la que, tanto ellos, como los que estábamos atentos al concierto, dimos nuestros últimos movimientos de cabeza, dando por concluida así su actuación tras algo menos de una hora sobre las tablas.

Tras el concierto, quisimos apoyar a la banda adquiriendo algunos de sus discos que no teníamos de la otra vez, pero ellos decidieron regalarlos tanto a los que acudimos a pedirlos, como al local y dejando un puñado de ellos sobre la barra para que quien quisiese los tuviera. Tras charlar un rato con ellos, les dejamos acabar de recoger y salimos de allí con la sensación de haber visto un concierto aun mejor que en Santander, que ya nos gustó mucho, y preguntándonos cómo es posible que bandas como estas, con el nivelazo que tienen, no sean más conocidas dentro del metal estatal.

Esperemos que volvamos a verlos pronto porque, salvo coincidencia inevitable, volveré a verlos en directo y, ojala, esa vez vaya más gente. ¡¡Muy grandes Kudai; de los mejores descubrimientos del año!!!

kudai.org
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