Ya he comentado en alguna que otra ocasión, que el verano es propicio para acercarse a locales y lugares diferentes de los que frecuentamos el resto del año y así poder disfrutar de eventos al aire libre, sobre todo si el tiempo nos lo permite.

Otra de las ventajas del verano es que muchos pueblos y sus comisiones de fiestas se animan a traer conciertos de rock, bien sea en forma de festivales o en forma de grupos más o menos conocidos en los días punteros de dichos festejos.

Esta dos cosas se combinaban esta noche de viernes en Parbayón, perteneciente al municipio de Piélagos, donde, el mismo día de la fiesta de San Lorenzo, nos acercaban a su localidad a la mítica banda de rock catalana Los Rebeldes y, aunque no soy un seguidor asiduo de su música, el tenerlo tan cerca de casa y haberle visto algún tiempo atrás, me animó a acercarme a dicha localidad, con la seguridad de disfrutar de un gran evento.

Y allí nos plantamos en dicha localidad, con tiempo para aparcar bien y tomar algo en un bar de la localidad, donde, por cierto, casualidades de la vida, estaban también tomando algo los músicos que acompañan a Carlos Segarra, líder del grupo.

Una vez en recinto ferial, nos instalamos en primera fila mientras iba acabando el show de la orquesta para que, más o menos a la hora prevista, comenzase la actuación de Los Rebeldes, con los músicos empezando a tocar al mismo tiempo que presentaban a Carlos Segarra, que fue muy aplaudido, mientras arrancaban a tocar esa canción tan conocida que hasta Fito la ha versionada llamada “Quiero ser una estrella”, presente en aquel “Rebelde con causa” de 1986 , uno de los discos pilares en los que se asentó la actuación del quinteto.

Después de saludarnos, siguieron mostrándonos “Las dos caras de la misma moneda”, de aquel disco de 1993 llamado “La rosa y la cruz”, tras la que nos anunciaron que iban a repasar buena parte de su discografía, con canciones como ese “El loco de la autopista”, presente en su más reciente disco “A flor de piel”, publicado hace dos años, y que demuestra que siguen haciendo muy buenas canciones.

A lo largo de la velada fueron habituales los cambios de instrumentos por parte de unos músicos que, no solo demostraron mucha calidad, sino ser muy polifacéticos, como en esa “Harley 66”, de su mini Lp. de 1985 “Esto es rocanrol”, que dedicaron a todos aquellos que hubiesen venido en moto, antes de interpretar una de sus piezas más conocidas como es “Un español en Nueva York”, de su mítico y famoso disco de 1988 llamado “Más allá del bien y del mal”.

Se mostraron muy a gusto de estar aquí en Cantabria, sobre todo porque hace una temperatura más agradable que en su tierra, prosiguiendo con ese “Agua de Valencia”, que en su momento interpretaron junto a Jaime Urrutia en el disco homenaje “Rebeldes y rebeldes” del 2003, para volver a su disco de 1986 con “Eres especial”, otro de sus temas más emblemáticos y que dedicaron a todas las mujeres.

Sin parar de intentar conectar con el publico en todo momento, siguieron con “Mía”, otro tema que fue muy conocido en 1990 cuando fue publicado en aquel “En cuerpo y alma”, para seguir con un breve solo de batería, mientras Carlos Segarra se ausentaba para cambiarse de vestuario, con la banda tocando hasta que volvió el jefe, para interpretar “Esa manera de andar”, presente en el mini Lp. de 1985.

Recordaron que la banda está próxima a cumplir 40 años como tal con “No quiero verte”, tema también editado en su trabajo de 1985, antes de  que Carlos Segarra dedicará a su mujer, allí presente, la bella “La rosa y la cruz”, una lograda balada presente en su disco de 1993 y que fue uno de los momentos más entrañables de la noche.

Un poco más atrás en el tiempo se fueron para recuperar su disco de 1991, “Héroes”, con “Las reinas de L´ Hospitalet”, para saltar a su actual disco con “Chuck Berry”, un tema que, curiosamente, dijeron haber compuesto poco antes de que nos dejase el citado artista, una pieza muy rocanrolera y que gustó mucho.

Pero si hay una canción que siempre estará ligada a la historia de la banda es el más que mítico “Mediterráneo”, presente en su multi ventas de 1988, que sonaba en todas partes a finales de los 80 y que ha pasado a la historia del rock and roll estatal, con la que nos dejaron brevemente.

Con los músicos de vuelta, el teclista estuvo cantando un poco, mientras regresaba Carlos Segarra, para interpretar otro de sus temas míticas, que sería la constante hasta el final de la velada, con la vacilona “Rebeca”, de  su disco de 1990, para retroceder un par de año a su exitoso disco “Más allá del bien y del mal” con ese popular “Mi generación”, de las que más me gustan de la banda.

Con el público totalmente en el bolsillo, siguieron con la balada “Bajo la luz de la luna”, del mismo disco y que algunos nos recordó a cuando la bailábamos en los lentos de las discotecas de rigor, antes de despedirse definitivamente con la marchosa “Mescalina”, de su disco de 1986, con el que dieron por concluida su caso hora y media de actuación que se nos pasó en un suspiro.

La actuación de Los Rebeldes fue una actuación muy amena y muy entretenida, plagada de canciones míticas, por casi todos conocidas, pero con algunos guiños hacia temas más recientes que para nada desentonan en el repertorio de clásicos de la banda.

No me extraña que hasta a la gente no habituada a ir de conciertos se les pasase rápida la actuación, ya que tanto su líder, Carlos Segarra guitarra y voz, como los músicos que le acompañan, Cuti Vericad guitarra y piano, Tico Pórtoles guitarra, saxo y acordeón, Juan Carlos Quintero bajo y contrabajo y Michel Solves a la batería, demostraron una gran profesionalidad y un saber hacer, convenciendo a todos los presentes, que, sin duda, vieron colmadas sus expectativas.

Los Rebeldes van a cumplir 40 años en activo y, por lo visto esta noche, todavía tienen tirón para largo gracias a contar con un fantástico repertorio de canciones y de conciertos como el de esta noche.

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