Hay días en los que uno está tranquilamente durmiendo y su único plan es ese, seguir así. Pero si una llamada te perturba el descanso para ir a cubrir el evento del día en Madrid, vas hasta con las legañas puestas. Así fue aquella tarde del 17 de noviembre del 2018, en la que actuaron en el Palacio Vistalegre, Obituary, Anthrax, Lamb of God y Slayer.

Por desgracia, toda la suerte no estaba a favor, ni tampoco el tráfico y el aparcamiento de la zona. Para Obituary, era imposible llegar a tiempo, y fue una gran perdida, ya que la banda estadounidense es toda una eminencia del death metal desde sus inicios, hace más de treinta años. Tampoco hubo suerte para llegar al comienzo de Anthrax y no ayudó, la mera cuestión de que en mi tarjeta identificativa (o DNI), no coincidiese con lo que la amable taquillera tenía apuntado en su papelito.

Finalmente, tras fingir un ataque de hipotermia y poner cara de gatito huérfano, las puertas del infierno se abrieron. Dentro, había un gentío de almas descarriadas, condenados al fuego eterno de los intensos focos rojos, moviendo sus cabezas a ritmo de “Fight ‘Em ‘Till You Can’t”. El grupo de metal continuó el concierto con “Antisocial”, tema del célebre grupo francés Trust y finalizó con “Indians”, no sin antes despedirse de los asistentes, lanzando un cientos de púas.  

Después de que un ejercito de pipas barriese la escena, llegó el turno de Lamb Of God. Un conjunto, que tuvo que cambiarse el nombre de sus inicios, debido a que Burn De Priest, no es muy concordante con la cultura judeocristiana norteamericana.

Nombre que han usado este año, para publicar un disco con versiones de sus influencias directas y celebrar así su vigésimo aniversario. Aunque no tocaron ninguna del nuevo disco, esos riffs que recuerdan esos grupos del metal clásico, como Ministry y Agnostic Front, estuvieron muy presentes en varios temas, como por ejempo, “Omerta”, con el que empezaron. Aunque cuarenta y cinco minutos no da para mucho, bajo el liderazgo del enérgico Radnly, que no paró de agitar sus rastas y moverse de un lado a otro, el tiempo se detiene, y les dió timpo a tocar todas las esperadas, entre ellas, “Walk With Me In Hell” y “Now You’ve Got Something to Die For”. Sin olvidarse de “Laid to Reset” y “Redneck”, sus dos temas más populares, que dejaron para el final.

Sin más tardar, el crew de los protagonistas de la noche, Slayer, comenzó con el montaje de los artilugios pirotécnicos, que pese al gran despliegue, no tardaron mucho. Nada parecía suficiente para despedirse de Madrid. Incluso la presencia de un gran número de bomberos fue requerida, durante un concierto, que arrancó con “Repentless”, mientras que un telón rojo semitransparente, cubría a los artistas californianos, lo que creó un magnifico juego visual de luces sombras.

Tras caer la cortina y con el comienzo de “Blood Red”, sobre el escenario, llamaba la atención el gigantesco símbolo del grupo en llamas, las inmensas bolas de fuego al compás del contundente batería, y el cambio constante de los impresionantes paisajes de fondo. Aún así, eso no fue nada, comparado con la calidad de “Seassons In The Abyss”, la locura de “Black Magic”, y las que sonaron en su último bis: “South Of Heaven”, “Raining Blood”, “Chemical Warfare” y “Angle Of Death”.

Y así fue uno de los últimos hasta siempre, de una leyenda del metal.