Desde Madrid llegan Kalandrakas, que nos presentan su segundo disco de divertida propuesta envuelta en tonos festivos, una mezcla de rock urbano y ska bajo el título de "Entre Pecho y Espaldas", todo gracias a la autoproducción bajo licencia Creative Commons que ha vuelto a la palestra musical.
Cuatro años después de su primer disco, "Donde quiera el Autobús", Kalandrakas desenfundas sus guitarras dispuestos a liarla y volver a la carretera, según ellos, regresan con una declaración de principios para recoger la complicidad y entrega del público. Sus conciertos, para bien o para mal, no dejan indiferente a nadie. Este disco está compuesto por diez canciones, una clara evolución de anteriores temas y un sonido aparentemente mejor.
Formación que cuenta con diez años de andadura musical, sufriendo varios cambios en sus filas y creando un par de maquetas que les ayudan a seguir latiendo y continuar en la breca con ilusión y buenas canciones. Un disco que cuenta con colaboraciones importantes como la de Alvaro Sanz de Impulso en "El Dios de la Prisión", Abel de Pedro de Epidemia a las guitarras en "Cada Vez" y NPK (Rorro al saxo, Diego al trombón y Jorge a la trompeta) en "La Nube".
Canciones muy personales a ritmo de ska, como la que abre el disco, "Cadena Perpetua", viendo que otras alardean con esas guitarras que generan una onda muy Platero y Tu, o inclinados a una escuela clásica de rock urbano como es el caso de "Barrullera" o "El Dios de la Prisión". Eligiendo como primer single y videoclip, "Bancocaina", un alegato irónico hacia la vida e hipoteca, que van siempre de la mano para ser feliz, o eso nos cuentan.
Abriendo la sesión de vientos con trombón o saxofón, nos encontramos con "La Nube", y bajando a ritmos más cálidos con "Tira Palante", unos cambios de ritmo intensos que rebañan todos los rincones del ska. Incluso hay medios tiempos que consiguen sacar lo mejor de la banda, "Cada Vez", un corte donde el piano y los cambios de registros nos dejan un selecto rock urbano.
Una temática festiva y de perdición nocturna, que llega de la mano de "Jaleo", descarada y rebosante de rock añejo, y "Esta Noche no voy a parar", capaces de oler a bourbon y hervir en buenos riffs, armónica y sonido hammons. "A Ritmo de Caladas" una triste historia de barrio, cierra el disco, con guitarras acústicas y ritmos de ska, a base del lado pesimista de la vida.
Un disco que recoge buenos estribillos, una buena dosis de guitarras y un ritmo que invita a bailar y a olvidarte del stress diario. Recomendables!!!
10/09/2014 
