Cuanto más brillante es una luz, más alargada es la sombra que deja. No puedo dejar de ver una conexión con aquella brillante obra de arte a la que dieron forma Morente y Lagartija Nick. Veo a Fausto Taranto a sombra de ese eco atemporal que es Omega. Creo que sigue esa senda con valentía, aunque también sé que para el puritanismo, siempre cegato y sumido en un inmovilismo propio de quien solo gusta de la autocomplacencia, no será plato de buen gusto. Ellos se lo pierden, nosotros lo disfrutamos.
 
El nuevo disco de Fausto Taranto saca otro cazo de la marmita de ese caldo sibarita que quita las penas más rápido que el fino la Guita. Quien más, quien menos, sabe que hay cosas que quitan el "sentío" y con la primera canción, Malos Días, uno ya sabe lo que va a encontrarse. Tremendo cañonazo, donde no solo canta Ihmaele, lo entenderéis perfectamente cuando oigáis las guitarras. Es como subirse a una alfombra mágica dejando que el huracán gobierne tu rumbo.
 
Con el segundo tema, La Verea, parece que llega un poco de calma, pero es solo una verdad a medias. La canción va cogiendo forma y entregándose, al final, al alma eléctrica que tiene este disco. Con el tercer corte, De Espera y De Boca, el taconeo a cargo de Fuensanta "La Moneta", te lleva en volandas hasta la batería, hasta que no sabes donde empieza uno y acaba el otro. Por cierto, son siete minutos de tema con los que llegas a una pieza cortita pero intensa, Introducción al Naufrago, donde la cabeza se te va al otro lado del estrecho de Gibraltar. Es mágico el influjo del violín a manos de Yorrick Troman. Todo el disco está lleno de este tipo de maravillosos arreglos.

No os voy a destripar todo el disco ni hablar de nivel las colaboraciones. Las palmas Miguel Cheyenne, Alicia Morales a los coros y José Cortes "Pirata" a la guitarra flamenca. Hay que oírlo para sacarle todo el jugo. Hay que imprimarse en cada quejío metalizado, hay que sentir como la guitarra española se imbrica entre rendijas electrificadas. Celosía sonora que filtra y a la vez abraza las emociones. Paco Luque y los suyos saben lo que se hacen y crean un punto de encuentro perpetuo entre dimensiones paralelas donde el respeto a los estilos pule los matices y los demás podemos oír los brillos que se desprenden. Flamenco y metal, mundos que se orbitan mutuamente, atracción que te absorbe y te cambia el norte.
 
Deberían tomar nota las instituciones y brindar apoyo a este tipo de proyectos que son .a mi juicio, por derecho propio marca Andalucía en todos los sentidos.

Podréis verlos en directo el día 5 de agosto en Alhama con Medina Azahara y el 21 en Villargordo con Ktulu. En septiembre empezaran la gira de presentación por salas.
 
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