Cuatro años y un mes después del lanzamiento de Cada Vez Cadáver, Adolfo Cabrales “Fito” (Bilbao, 1966) ha convocado la mañana del jueves a la prensa especializada para presentar formalmente su octavo álbum de estudio desde que en 1998 iniciara su etapa “post Platero” con A Puerta Cerrada.

Este nuevo álbum, que ha sido grabado en Estudio Uno y editado por Warner, recibe, al igual que el segundo de sus cortes, el nombre de El Monte de los Aullidos y se presenta en formato CD, vinilo, vinilo coloreado y K7.

En torno a las 13:00, el veterano músico ha recibido en The Music Station a una treintena de redactores de distintos medios musicales para compartir impresiones y hablar del nuevo trabajo.

En un primer momento, la conversación ha ido dirigida por el departamento de comunicación de Warner y a continuación Fito se ha sometido a las preguntas de sus invitados de forma abierta, extensa y sincera, sin evitar ningún tema y manteniendo en todo momento la imborrable sonrisa que le caracteriza.

Fito ha empezado explicando que en este nuevo trabajo, como en sus anteriores, trata de que quien lo escuche le encuentre a él, puesto que considera que los artistas se reflejan en su obra y, de no ser así, constituiría un fracaso. Abordó también la forma actual de consumir música, defendiendo el sistema tradicional de discos completos (no perdamos de vista que de este álbum sólo se han publicado dos singles) puesto que considera que no puede definirse con una canción, sino que necesita diez.

Seguidamente, el cantante aprovechó para subrayar la importancia que el trabajo en equipo tiene sobre el resultado final, comentando algunos aspectos del proceso de producción y sobre cómo es trabajar con Carlos Raya; bromeando que siempre soñó con ser el peor de toda la banda.

Se han tratado también aspectos personales, íntimos incluso, como la forma en que la composición y grabación de este disco le ha ayudado a afrontar una situación personal complicada que venía prolongándose desde la gira anterior, o cómo siente él el proceso de creación y el feedback por parte de los oyentes.

No ha faltado una pregunta sobre el fenómeno La Gripe y Tú, a lo que Fito ha contestado confesando la ilusión que le hace que Juantxo y Jesús estén rescatando canciones de hace treinta años y manteniendo viva la llama de Platero, comentando también la cercanía que aún tiene con sus antiguos compañeros de banda.

A continuación tocó, como no podía ser de otra manera,  hablar del “Aullidos Tour” que arrancará a finales de noviembre con dos fechas en Santander, y de la forma en la que entiende los conciertos, exponiendo que percibe los llenos en sus shows como pruebas de amor por parte de sus seguidores y también remarcando la importancia de proporcionar al espectador una experiencia única con unos precios pagables pues, aunque no esté considerada como tal, quizá la cultura debiera ser un bien de primera necesidad.

Y como quizá no exista mejor manera de presentar una obra musical que defendiéndola en directo, en este momento Fito se despidió de nosotros y nos citó por la tarde en La Sala del Movistar Arena para poder disfrutar en vivo del álbum que estaba siendo presentado.

Unas horas después nos congregamos en las inmediaciones del recinto, junto a unos cuantos centenares de seguidores que habían resultado premiados en un sorteo que se hizo durante la pre-venta del disco. Los nervios y el entusiasmo eran bien palpables pues estábamos a punto de escuchar diez nuevos temas en directo, de los cuales ocho eran aún inauditos; y además en formato sala, que siempre resulta más cálido y acogedor que un gran pabellón.

Uno a uno, Fito fue presentando cada uno de las canciones con una breve introducción a modo explicativo en compañía de sus inseparables Carlos Raya (guitarra) Coki Giménez (batería) Javier Alzola (saxo) y Alejandro Climent (bajo)

Sin entrar en demasiados detalles para no estropear la sorpresa, podemos adelantar que se mantiene el espíritu rockero del disco anterior y que, como ya había avisado Fito por la mañana, muchas de sus letras tienen una gran carga emotiva que despierta algo a caballo entre la tristeza y el alivio.

Dado el público aún no conocía las canciones, escuchaba mudo y absorto, como en el poema de Bécquer, rompiendo su silencio únicamente para estallar en aplausos con el final de cada una de las piezas. Pero esto no era una misa, sino una fiesta. Una fiesta que hubiésemos querido que nunca terminase, pero que tenía un final anunciado. Y ese final anunciado llegó con “Ardi”, tema instrumental que cierra el disco y que sirvió para despedir a un público deseoso de recibir su copia del esperado nuevo trabajo del bilbaíno.

Yo desde luego lo estoy mientras escribo estas líneas y, de paso, cuento las horas para volver a ver en directo a esta increíble formación.