¡Un modelo ejemplar de esfuerzo y apoyo al relevo generacional!

Se le cae a uno el alma a los pies como consecuencia de seguir comprobando a diario las penalidades contra las que tienen que pelear la amplia mayoría de grupos para abrirse paso en el complicado mundo de la música, subsumidos casi siempre en la clandestinidad comercial y con el único respaldo de un puñado de incondicionales o la osadía de algún arriesgado promotor o asociación cultural sin ánimo de lucro decidido a proporcionarles ese apoyo vital que les impulse en su desarrollo, como es el caso que procede, la asociación Men Of Rock, un colectivo formado con gente del mundo de la música con la única intención de montar y promover conciertos en la zona de Donostia e Irún así como ofrecer la oportunidad a otras bandas de tocar en otras partes del Estado.

Igualmente la encargada de organizar anualmente, junto a la tienda de música Bloody Mary, el festival gratuito Irún Rock Festival que este año, como siempre, su cita volvió a ser colorista, variada, llena de buen rollo y con mucho y buen rock, tanto desde el punto vista más clásico como desde el más vanguardista, ofreciendo la oportunidad de ver a bandas que en otros festivales más consagrados no hubieran tenido más que un miserable hueco. Bien por la imprescindible ayuda económica del consistorio o la perfecta elección de las bandas, lo cierto es que el menú musical de su segunda jornada cumplió lo que se esperaba, sugerente, y divertido, seis platos de distintas salsas según el gusto del consumidor, destacando algunas formaciones que en un principio pudieran no atraer mucho la atención pero que acabaron poniendo los pelos de punta a más de uno.

Hablar de los zaragozanos Insolenzia es referirse a una de las bandas más auténticas de la nueva hornada, músicos con el corazón abierto y una buena espléndida mentalidad hacia la vida, libertad e integridad y el rock como una forma de vida y una manera de expresar los sentimientos, nunca una música de usar y tirar.

Salieron sin timidez a pesar de no disponer del mejor horario, dominantes, incluyendo en su mochila de campaña esa mágica aureola que en estudio mancha sus canciones de sensibilidad y emoción y las hace apetitosas, canciones de rock callejero con letras muy sinceras y de estribillos para dejarse la garganta, bateando con firmeza todas sus influencias rockeras y soplando con aire fresco sus estribillos, mientras avanzan motorizados con guitarras crujientes y melodías cargadas de remembranza, rabiosa sensualidad y puro sentimiento poético (“Barro Consentido”, “El Baile de la Libertad”, “La Boca del Volcán”, “Besos de Antifaz”...), poniéndote el corazón a mil e invitando a dejar volar la imaginación y experimentar una sensación de estar dando brincos entre la luna y el sol. Sólo el tiempo sabrá situarles en otra dimensión ya que en ocasiones vale más el esfuerzo que buscar interesadamente un concreto resultado.

Los valencianos Groovettes también prometían lo suyo y gozaron de una considerable afluencia, lo suyo es un rock menos contundente pero endulzado con un brit pop sentimental a raudales y de lo más chulesco, un camino similar al que tan bien construyeron los controvertidos Oasis. Escalaron con mayor viveza por encima de sus propias grabaciones de estudio, consiguiendo que cortes como “Dulce Sabor Inglés”, “Bombillas” o “Marionetas” se clavasen en las fibras más sensibles de las almas de los espectadores. Un golpe de aire fresco que avanzaba entregado según iba siendo la llamada de sus emociones, teniendo como punto de referencia una voz aterciopelada que iba dejando caer una declaración de principios, quedando enmarcados en el atardecer como firmes huellas en la arena.

Como una golondrina con la mirada rebotada, se lió el sufrimiento a la cabeza y arrancó el vuelo con tan sólo un rudo rasgueo de guitarra el cantante y compositor afincado en Donosti, Plv Havoc, contando de nuevo en esta ocasión por el genio Joseba Irazoki (Guitarrista de Atom Rumba), adentrándonos inmediatamente en su mundo misterioso y fascinante donde las reglas de la realidad son declaradas inactivas. Una combinación de sus diferentes personalidades de composición, tanto su tono confesional, su conducta reservada y su identidad afilada, una voz que te empuja para arriba y cuyos hipnóticos y melancólicos sonidos rock-folk clásicos te hacen sentirte como si estuvieras surfeando por las estrellas.

Los siguientes en liza, Mutürbeltz, el nuevo proyecto de Iñigo Agirrezabaltegi, guitarra de los desaparecidos The Hot Dogs y Mikel Larratxe, cantante de los SextySexers, profesaron un calculado y compacto caos elevado al máximo exponente del mejor rock clásico, con alto poderío y  un show expeditivo, cachondo y crudo para impresionar a toda alma viviente. Un barrizal de fibrosa energía, sin resquicios y con tiempo para el lucimiento personal, combatiendo la apatía y el conformismo, a base de sonidos ochenteros y buen rollo.

Una propuesta musical que llega en una coyuntura más que adecuada y que lícitamente el grupo debería aprovechar ya que su proverbial contenido tiene la capacidad de hacerlo, original y deudor de sus obvios referentes (AC/DC, The Cult...), vistoso y creativo, potente y sinuoso. Provocadora y voluptuosa música que huye de las superposiciones y el corte y pega habitual, para canalizarse en un lenguaje único y estratosférico

Tal vez su nombre resulte aún desconocido para muchos, pero sin ningún tipo de retraimiento podríamos afirmar que los asturianos Helltrip son unas de las formaciones que mejor han absorbido las enseñanzas tanto de los grandes maestros del rock'n'roll setentero como la oleada de rock escandinavo de finales de los noventa, nervio rockero que embriagaba por momentos como una apisonadora allanando autopistas y con el que supieron ganarse la medalla de oro al concierto más marciano y catártico, subvirtiendo lo convencional a base de ritmos epilépticos y rabiosos y sustituyendo la emoción de lo conocido por la sorpresa de lo inesperado, dinamizando diferencias con un auténtico derroche de energía y un talento fuera de dudas, como quedo de manifiesto en las potentes adaptaciones del “Kick Out The Jams” (MC5) y “Massacre” de Thin Lizzy e incluso atreviéndose uno de sus guitarristas a hacer de las suyas entre el público asistente en las primeras filas.

Da igual que canten en castellano o en ingles la autenticidad de un discurso cada vez más personal ya no se puede poner en entredicho. ¡Un buen reclamo para un público que ya empezaba a pedir emociones fuertes!

El final de esta tercera edición del Irún Rock se iba acercando, pero todavía quedaba lo más dulce del día, el country-rock de los catalanes La Doble Fila, con un espléndido Pablo Espadas metiéndote en la narración sin darte cuenta, con ese aire de estarle contando a un colega sus desventuras y renovando con un espíritu juvenil el sonido clásico del country y el rock norteamericano, una instrumentación del suroeste transmitida con tono mordaz, sin resultar atolondrada, más bien estimulante, aire fresco a los métodos clásicos, consiguiendo sin pretenderlo una salida de emergencia para la vieja guardia, como aquel que no se conforma con leer las notas de un viajante para conocer un lugar, por medio de sorpresas altamente gratas “Agua Pasada” o “Bruce Willis”, unos regates que no tiran para atrás sino que se abren camino a portería, aportando momentos difíciles de olvidar. ¡Como el buen gazpacho!

Si todos los ayuntamientos fueran como el de Irún, comprometido a reforzar la oferta dentro del panorama musical ayudando a creadores y promotores, la historia seguramente sería diferente y el tejido artístico local tendría más oportunidades para aprender a caminar más seguros y sin miedo ¡Que se repita por muchos años!