¡Alas de elevada envergadura!

Pasa el tiempo y parejo a las reglas de los célebres juegos infantiles tradicionales (El escondite, las chapas o la cadeneta), valederas por los siglos de los siglos, el rock persiste tan fuerte como el primer día, soportando los efectos de la llegada de variopintas modas musicales que tratan de arrinconarlo y renegarlo a la última estantería de nuestra habitación. No obstante, pese a que sigan  apareciendo con mayor asiduez esos ídolos de quitan y pon, impulsados por campañas de marketing exageradas, los clásicos como los Stones o AC/DC seguirán vigentes hasta el fin de la humanidad, excelencia interpretativa con un sabor innegablemente imperecedero. 

Hay quien asegura a día de hoy que es una música de minorías pero siempre lo ha sido. La historia del rock ha estado llena de grupos que en teoría lo tenían todo para triunfar, una discográfica multinacional que en un principio les respaldaba, una imagen perfecta y discos cargados de contagiosas y adictivas melodías pero por la razón que fuese a pesar de su indiscutible calidad nunca llegaron a conseguir el reconocimiento público que su talento merecía, son los llamados grupos malditos, bandas que intentaron por todos sus medios despegar del profundo letargo underground en el que se veían sumidos. Obviamente si la música de los suecos Bonafide tuviera el reconocimiento que se merece y su estela llegará a nuestro país con el mismo interés que se le otorga a la de los australianos Airbourne, tendría el mismo peso en la balanza, ambos llevan el evangelio de la mejor tradición hard rockera setentera, el antiguo testamento de AC/DC , exteriorizándolo a su manera y con una personalidad y sinceridad que les hace singulares.

Es indudable que el termino listeza va estrechamente relacionado con lo que hacen, melodías adhesivas, de rock sudoroso y con pelotas que atiende a la demanda del rockero atemporal que creció con gigantes setenteros y sigue disfrutando a cargo de las nuevas generaciones de pose rockera y erosionantes guitarras distorsionadas.

Ver por nuestras tierras a una banda de sus características tendría que ser un lujo que deberíamos saberlo sacar el máximo provecho. Aún así, pocos lo perciben, la poca asistencia en la sala Black Fever, lo constataba, un inmerecido premio para este sólido grupo cuya vía de actuación es capaz de fraguar para el deleite del personal, en contagiosas melodías vocales y sin renegar en absoluto de la complejidad en sus arreglos instrumentales, rehuyendo siempre del profundo agujero de la mediocridad.

Un estado de felicidad permanente similar a la ingestión de un alucinógeno, una perfecta descarga de decibelios para dejarse atropellar y mover la cabeza al ritmo de riffs demoledores, con mucha garra y de ciertas reminiscencias a clásicos de toda la vida. Así lo certificaron con una formación integrada por Pontus Snibb, un cantante-guitarrista que modestamente llevaba el peso de la banda, Mikael Fäsbberg un solista que en ocasiones se erigía en protagonista, una conjuntada base rítmica comandada por el baterista Niklas Matsson y Martin Ekelund de óptima técnica al bajo, adornando todo el engrasado conjunto.

Desde el primer instante le supieron coger el pulso, desgranando primero los temas más acelerados de su flamante nuevo disco “Ultimate Rebel”, el sabor a rock clásico en la inicial “Doing The Pretty” o “Too Fired Up”, piezas cargadas de riffs punzantes que cualquiera con sangre en las venas las haría suyas de inmediato, como si fueran regalos caídos del cielo, con los brazos abiertos para gozarlas como un poseso y otras de hard rock clásico con toques de boogie rock como el caso de “The Mess”, ”Rebel Machine", en las que lograron una accesibilidad inmediata sin banalizar el arte de hacer un estribillo que puedas tararear y ni caer en topicazos baratos; y colando entre medias lo mejor de sus discos anteriores (“Bonafide” y “Something Dripping”), “Hard Livin´ Man”, con una voz de mucho feeeling, capaz de llevar hasta el mismísimo infierno sin quemarte.

Todo ello sumado al acierto de saber imprimir un ritmo cada vez más elevado, denotando que el rock es para ellos una manera de expresar sus sentimientos y provocando que el público acabase absolutamente entusiasmado e involucrado al ciento por ciento, a raíz del espectacular rendimiento proveniente de su vocalista Pontus quien se marcó una hazaña digna de los mejores montañeros, recorrerse de punta a punta la sala mientras interpretaba fogosamente el corte “Rebel Machine” o marcarse ricas florituras, rindiendo culto a los más grandes, fragmentos del “Smoke On The Water” (Deep Purple), “Cat Scratch Fever” (Ted Nugent), “Jailbreak” (Thin Lizzy) y “Highway To Hell” (AC/DC) en un cocktail rockero tan apetecible que resultaba imposible resistirse, “Night Time” y con la cual lograban definitivamente llegar a niveles más profundos en el corazón de los allí congregados.

El set se plantó en su primer bis en apenas un suspiro, tras el cañonazo “Fill Your Head With Rock”, en la que el vocalista mostró toda su clase, bien secundado por toda la banda, registros vocales más sugerentes que nos llevaron en volandas hacía un estribillo pegadizo y facilón, de coros bien coordinados, una complicidad extraordinaria entre todos ellos, absolutamente palpable desde el arranque del show. Los últimos galopares corrieron a cargo de sendas versiones “I Don´t Need No Doctor” (Humble Pie) y I Can´t Explain (The Who), que incluyeron en su EP “Fill Your Head With Rock”, entrelazadas por el clásico “Dog”, absorbidos por una enfervorizada audiencia que no dudó en soltar hasta el último aliento cantando “Can't explain, I think it's love, Try to say it to you, When I feel blue...”.

Ya son una cuentas veces que los he visto en acción y hasta ahora pleno y eso dice mucho del buen hacer y profesionalidad de un grupo; músicos que entienden que la música va más allá de normas y estilos, más bien sentimientos honestos, cuatro pares de cojones y mucho sudor.

- Doing The Pretty
- Dirt Bound
- Butter You Up
- Too Fired Up
- The Mess
- No Doubt About It
- Hard Livin´ Man
- 50 Cent Millionare
- Down
- Can´t Get Throug
- Rebel Machine
- Night Time
- Loud Band
- Fill Your Head
- I Don´t Need No Doctor
- Dog
- I Can´t Explain