Con permiso de los mayas, cita recurrente cuando hablamos de esta fecha, el día 21 de diciembre de 2012 tuvo lugar en la sala Joy Eslava de Madrid un concierto para los amantes de los clásicos nacionales.

Hablamos de Barricada, la veterana formación pamplonica que cumplió 30 años este año que nos acaba de abandonar. Ya sin el Drogas (Enrique Villarreal), icónico miembro y reconocido artista, el cuarteto visitó la capital para presentar su último trabajo de estudio, Flechas Cardinales.

El carismático teatro, situado apenas a un centenar de metros de la Puerta del Sol, fue preparado hasta el último detalle para la ocasión. En todas sus pantallas y vitrinas aparecían imágenes de la banda y la carátula del nuevo disco que ambientaron el lugar.

El público también fue un factor determinante en la ambientación. Allí se juntaron distintas generaciones de fans, claro reflejo de la longevidad de los navarros y de su poder de convocatoria.
De manera puntual, comenzó a sonar el primer riff. Sobre un escenario amplio y sencillo apareció el grupo a ritmo de “Pasión por el ruido”. El primero de la treintena de temas que tenían preparados para el encuentro. Desde luego uno de los setlist más generosos que podrían pedirse para un concierto.

Sacando partido a la potente iluminación de la discoteca y con un sonido especialmente nítido y claro, la ristra de canciones continuó con una mezcolanza de nuevos y clásicos. “Punto de mira” (single del nuevo disco), “Objetivo a rendir” y “Noche de Rock & Roll” fueron las encargadas de abrir el apetito por el rock.

Clásico tras clásico, la gente comenzó a animarse a base de cantar y botar. Y es que independientemente de la antigüedad de la canción, todas eran coreadas. Siendo las más antiguas, por razones obvias, las que más voces sumaban.

El repaso de su discografía continuó con “Písale”, “Contra la pared”, “Abrir y cerrar”, “Todos mirando”. Al más puro estilo Barricada, se mostraron fluidos sobre el escenario. Muy sincronizados e intercambiando miradas de complicidad con el público. 

Casi sin presentaciones, sonaban tema tras tema de forma incesante. “El muelle”, “Juegos ocultos”, “Como el invierno”, “El trompo”. Uno tras otro hicieron que los artistas comenzaran a descargar su energía sobre la gente. Especial mención de Ibi, no solo por su tremenda resistencia a las baquetas sino por su evolución dentro del espectáculo. Músico que junto a Ander Izeta, El Boni y Alfredo aumentó constantemente su entrega sobre el palco.

El inmenso suma y sigue de himnos siguió sonando a nombre de “Callejón sin Salida”, “En lo más pequeño”, “Rugir y morder”, “Cierra los ojos”, “Mañana será igual” y “Aguardiente”. Ya pasado el ecuador del show, nadie parecía mostrar síntomas de cansancio, ni siquiera los adeptos de más edad, que hicieron caso omiso de los muchos asientos que poblaban los laterales de la sala.

La retrospectiva del grupo rememoró algunos de sus temas más míticos. Y es que la gira Flechas Cardinales no supone una ruptura con su pasado. Los cambios en las voces dieron una nueva dimensión a los clásicos sin perder ni un ápice de su estilo. De esta forma, canciones como “Pídemelo otra vez”, “A toda velocidad”, “Deja que esto…”, y “Okupa” sonaron más frescas si cabe de lo que hacían hasta ahora.

Como suele ocurrir, Barricada dejó lo mejor para el final. Una selección de los temas que han inspirado a tantas generaciones (en las que me incluyo) que terminaron de abrazar a los ya de por si entregados rockeros.

“Rojo”, “Animal caliente”, y por fin la esperadísima “En blanco y negro”. Resultó imposible encontrar una sola cara que no moviera los labios siguiendo una canción que ha animado tantas noches de fiesta y tantos años de rock en este país.

Tras el bis, pequeño descanso que merecían, regresaron a los instrumentos era hora de poner el broche final a un concierto que mezclaba la nostalgia con la nueva sangre. Llegaron “Aún queda un sitio”, la ansiada “No hay tregua”, una de las favoritas del público cuyo nombre va como anillo al dedo al grupo, “Esta noche no es…” y la que personalmente ha sido la elección más acertada para el final del concierto: “Flechas cardinales”. Con su mezcla de potencia y melodía dejó un sabor de boca de los que perduran y dan sensación de satisfacción. Una de esas canciones que mientras informan de que se llega al fin, traen de nuevo la calma.

Para los que busquen el espíritu rockero más sincero y directo, al igual que el buen vino, Barricada es de esos grupos que ganan con los años. Y que así siga siendo, porque esperamos poder disfrutar de su música por mucho tiempo.