Hay algunas cosas en la vida que, por más que te las cuenten, hasta que no las vives en tus propias carnes no sabes con absoluta exactitud el grado de satisfacción que acarrea su realización. Parecido a aquellas de naturaleza insignificante que nunca se nos ocurren hacer por no considerarlas tan urgentes como otras. Cuántas veces hemos tenido la intención de llamar a un amigo que hace mucho que no sabemos de su existencia y al final no llevarlo a cabo, por cumplir con otras tareas que consideramos más vitales.
Por una u otra razón siempre nos decantamos por lo frecuente y aceptado por todos, sin pararnos a pensar que igual la felicidad se esconde en los pequeños detalles de cada día, aquellos que no damos importancia pero que están ahí, el placer de pisar castillos de arena, el olor a tierra mojada, despertarse con los rayos de luz que entran por las rendijas de la persiana o conocer a gente que comparte tus mismos gustos e inquietudes y disfrutar de ellos en compañía.
La undécima edición de la Heavy Jaia se presentaba nuevamente como aquellos acontecimientos que despiertan algo bueno e intenso, en particular en el interior de aquellos que sentimos y vivimos el heavy metal, vivencias irrepetibles que cuando haces balance son las que más pesan. Esta año los organizadores se decantaban por reunir en un mismo escenario a tres bandas nacionales que en la actualidad se encuentran en alza, plenamente serviciales y dispuestas a sudar sangre y dejarse los cuartos por hacer felices a sus seguidores, los madrileños Santelmo, los riojanos Zenobia y una de las promesas del heavy más tradicional afincados en Gipuzkoa, Elbereth
Ambiente
Cada vez sucede en menor medida que llegue un disco, con tal insólita luz interior, que sea capaz de convulsionar al vulgarizado estado actual del heavy metal estatal. El tercer trabajo de Elbereth “Itzalitako Izarren Lurraldea” aplasta con la simple fuerza de su masa gravitatoria a cualquier disco de estilo similar publicado en estos últimos años. Un pie afirmado en el metal del nuevo milenio y el otro en el heavy metal clásico de los 80, una amalgama que dista de ser nueva pero que en sus dotadas manos adquiere vigor, soltura y prestancia.
Con una potencia brutal de sonido (bastante saturado, en mi opinión) arrancaban la descarga con “Aurrez Aurre” una de sus nuevas canciones, tocándola a una velocidad de vértigo y estratosférica fuerza, similar a esos volcanes que escupen lava caliente descontroladamente. Sin mediar palabra alguna siguieron metiéndose de lleno en su reciente obra, que a pesar de llevar poco tiempo en la calle parece que ha calado bastante fuerte en sus seguidores, estupenda fue la reacción en el tema “Egin Bedi Nire Nahia”, un crujir de dientes de las masas ante las arremetidas guitarreras desequilibrantes y tridimensionales, mala hierba que por mucho que la intentes eliminar vuelve a brotar con fuerza; o otras como “Gorroto” y “Itzalak Leihoetan”, que aunque sean más técnicas y rupturistas por la utilización de desarrollos más complejos, también hacen acto de presencia los dos grandes contribuyentes al característico sonido de este quinteto, contundencia musical y progresismo a base de intrincados y alternantes pasajes melódicos.
Normalmente soy crítico con el sonido, no obstante, a pesar de que el mismo no fuera abrumador durante parte de su actuación, en la parte rítmica, si algunos de los temas son complementados con una voluntad laboriosa, brutalidad y ambición como fueron ejecutados “Arima Askea”, “Sinismen Galdua” , dicha deficiencia no debería ser considerada como uno de los factores determinantes en el dictamen final. ¡Una lucha por doblegar la naturaleza!
Intro
Aurrez Aurre
Egin Bedi Nire Nahia
Desioen Kartzela
Gorroto
Ametsen Erreinua
Itzalitako Izarren Lurraldea
Itzalak Leihoetan
Arima Askea
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Sinismen Galdua
Elbereth
Tras el debido primer lanzamiento de CDS y camisetas por parte de la organización, llegaba el turno de los riojanos Zenobia, quienes no dejaron dudas a las medias tintas, sonando clavadísimos como un reloj suizo y campeando con arresto el infortunio de soportar serias imperfecciones, guitarras que apenas ni se oían y un doble bombo que en muchísimas ocasiones se comía al resto de los instrumentos.
Una distinguida supremacía que continúa sustentándose en la profundidad de sus sentimientos, la firmeza de sus convicciones y la elegancia y sencillez que transmiten en cada una de sus canciones, composiciones protagonizadas por la fuerza de las guitarras pero con un centro de gravedad permanentemente fijado en la voz de Jorge Beceo límpida, potente, clara y dominante que siempre en primer plano y aportando esa dosis de calidad, contribuye a garantizar la tan deseada esencia propia que aún muchos grupos siguen sin hallarla y categórica rotundidad, llevando en volandas a todo aquel que decide subirse a su barco y dejarse llevar por la escondida pasión que brota de su corazón en “La Legión Infernal”, “Mi Alma es Tempestad”, “Icaro”....
“La Maldición” destapó la caja de las esencias, mostrando lo rápida que puede llegar a ser su sección rítmica y en donde empezó a evidenciarse que la fuerza de la banda era tan grande como la del ese caballo blanco con alas que poseía el poder de hacer surgir agua por donde pisase, imbuyéndose Jorge en su papel de frontman con gran sentimiento y presencia escénica indómita. Si bien, no fue hasta la monumental “Armageddon” donde el público engatusado cayó rendido en sus redes, convirtiéndose todo lo vivido hasta entonces y posteriormente en un recuerdo vibrante y dulce, mayormente por la brillante dosis de melodía y fuerza que fueron explotando, al máximo, en prácticamente todos los temas. Hasta entonces ya nos habían exhibido gran parte de su frenesí y técnica pero todos estábamos esperando esos temas que escapan al tiempo y a cualquier norma, tanto hoy como ayer, esos himnos que desencadenan recuerdos, sentimientos y emociones al mismo tiempo, “Unidos por el Metal”, "Lo Llevo en la Sangre” y “La Tormenta”, empleándose en ahínco por hervir aún más la temperatura, en los cuales tuvimos la extraña sensación de que de un momento a otro los pulmones de su vocalista fuesen a reventar en mil pedazos. ¡ Un aluvión permanente de buenas vibraciones!
- Intro
- La Legión Infernal
- Mi Alma es Tempestad
- Icaro
- Sin Mirar atrás
- La Maldición
- Dentro de Mi
- Tu Oscura Tentación
- La Historia Termino
- Luchando Hasta el Final
- Armageddon
- Lengua de Serpiente
- Vuelve
- Alma de Fuego
- Unidos por el Metal
- Lo Llevo en la Sangre
…......................................
- La Tormenta
Zenobia
Una de las cualidades del buen heavy metal es la capacidad de inspirar los sentimientos más nobles y elevados a aquellas personas que comparten dicho particular estilo de vida; producto de la emoción y sinceridad pura con la que ha sido creado. Si ya de por si el excelente plantel de músicos que conforman Santelmo es garantía de calidad, su habilidad de empacar con emociones los corazones de los oyentes es espectacularmente ostentosa, dotando de gran sentimiento y firmeza a sus ya de por si inspiradas canciones, pese a que en ocasiones en vivo el sonido no contribuya a dejar relucir todo su talento creativo, como aconteció esa noche.
Obviamente, el juego en escena recae a partes iguales entre sus integrantes, aunque cabría destacar el gran trabajo vocal Nacho Ruiz (Arwen), la fuerza de su lírica, su impresionante modulación vocal y exquisito dramatismo; siempre arropado de una instrumentación con una fascinante gama de matices a cargo de su teclista Jose Manuel Paz junto al ritmo constante y aguerrido del Jaime Olivares a la batería, quien ha vuelto hace poquito al seno de la banda y la magia del gran guitar hero, Jero, cuyo talento prodigado tanto en Santa como Saratoga, no se echa por tierra así como así, como se pudo contemplar en “Juicio a la Muerte”, Los Creyentes”, “Pídeselo a Dios”...., estrujando el mástil a más no poder.
El concierto fue transcurriendo sin respiro y con una seducción que se podía palpar a cada segundo, el buen hacer de su teclista y vocalista aportaban el empuje necesario, acercándoles a pasos agigantados a esa órbita donde despegar definitivamente todo su talento y creatividad fuese pan comido y dejar inmediatamente un regusto dulce en el paladar de sus fieles seguidores, despertándoles por medio de una ardiente interpretación de “Hijos de la Madre Tierra” o más bulliciosa en “Alas Rotas“, ese sentimiento inexplicable que va completamente anexionado a su característico estilo clásico, emoción y pasión por el heavy metal.
Santelmo
Todo estaba saliendo a pedir de boca, la banda iba sobrada de fuerzas, el público también y el sonido ya empezaba a acompañar, como para estar eufórico, no era de extrañar que antes de “Bosque De Hojas Muertas”, el cantante agradeciera el apoyo de todos los allí asistentes y se dejase más la piel al cerciorarse que seguíamos teniendo ganas de más, aunque el tramo final se hallase más cerca que nunca, en “Junio Del 44” y la inmensa “I Want Out”, versión de Helloween, donde lo que hizo con la voz fue sencillamente de una fuerza sobrehumana.
- Ana y el Verdugo
- Juicio a la Muerte
- La Tempestad
- Los Creyentes
- Ángel y Demonio
- Pídeselo a Dios
- La Vida a Sangre Fría
- Alas Rotas
- Daría Lo Que Fuera
- Ucles
- Roma a las Puertas
- Hijos de la Madre Tierra
- Bosque de Hojas Muertas
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- Junio del 44
- I Want Out
La fiesta continuo un par de horas más con el concurso de Playbacks, en el que se sumaron también gran parte de los músicos, incluso unos chavales de 12 años, volviéndose a alcanzar una hermosa fraternidad entre todos aquellos que año tras año acuden fieles a la cita, conscientes de que la felicidad se esconde en cualquier esquina, que está en las cosas pequeñas, en maravillas cotidianas que nos hacen sentir mejor, compartir una conversación o escuchar buena música...