Hacía mucho tiempo que no veíamos a Sínkope en directo, probablemente más o menos desde que hicieron su última visita a la tierruca, habrán pasado cinco años ya, y teníamos unas ganas enormes de disfrutar del arte de esta pequeña gran banda en directo. Y digo lo de pequeña porque no se puede ser más humilde, cercano, sencillo, directo y no se puede revelar más empatía con el público. Y digo grande porque han demostrado que su tierra no es patrimonio sólo de grupos muy consagrados, ellos tienen mucho que decir y lo llevan diciendo durante muchos años, ¡¡y que dure!!.

Así que nos fuimos hasta el Escenario Santander para ver a los extremeños en vivo y en directo una vez más. Nos gustó mucho que han colocado un nuevo escenario en frente de la barra, más pequeño, para conciertos más íntimos, pero sin duda alguna es mucho más acogedor y especial que dividir con un telón la sala en dos partes. Era la primera vez que veíamos un concierto así en la sala cántabra y nos gustó mucho la experiencia.

Poco a poco el Escenario Santander se fue llenando de varios cientos de personas, me atrevería a decir que unas 300 almas más o menos, aunque no sé calcular a ciencia cierta. Lo que sí era palpable es que el ambiente era estupendo, mágico, idílico. El público coreaba las canciones sin mucha distinción entre las nuevas y las añejas, aunque como siempre suele pasar las veteranas parece que calan un poco más.

Yo, siendo sincera, debo comentar que no había escuchado las nuevas composiciones (cosas del directo, ¡¡jejeje!!), pero me gustaron mucho las melodías de ese “Museo de rejas limadas”, y con una canción de éste la banda abrió un repertorio que llegó las dos horas, dejándonos a todos exhaustos, pero más contentos que unas castañuelas.

El tema que encendió la mecha de la llama fue “Mientras dormías”, y de las nuevas también pudimos degustar aquella noche “Agradecidos”, “Tu sonrisa en vena”, “El latido” o “En el vientre de un rosal”, entre otras.

Dentro de los 120 minutos que duró una magnífica actuación también hubo un hueco para los imprescindibles clásicos, y aquella noche no pudieron faltar “Humo de contrabando”, “Político, católico y putero”, y para ir cerrando una excelente actuación “El carro de la vida”, “Romance de la luna gitana y el sol poeta”, “A un beso mío le llaman ruina”… La guinda del pastel de una actuación sobresaliente la puso, como no podía ser de otra manera, la magnífica “En tarros de miel”.

Pasamos una noche estupenda con la compañía de cinco músicos como la copa de un pino y de unas cuantas cientos de personas. Además nos sentimos muy arropados por las palabras y por los elocuentes comentarios del gran Vito, del cual es a destacar su enorme carisma.

¡¡Hasta la próxima amigos!!.