“Inevitable crecer, descubrir cosas nuevas, hacerlas tuyas y en consecuencia, mejorarlas”. Como si fuera un vaticinio, el amigo Jean-Paul Sartre definió a la perfección la banda que el pasado día dos visitaba Madrid, una banda desgraciadamente desconocida; de nombre Caravan Palace, elegancia desmedida y  descomunal musicalidad. Para poneros en antecedentes e intentar entender lo que hacen los parisinos, tenemos que viajar Chicago de los años 30.

Tiempos de plomo, clandestinidad y ley seca, cuando al jazz le salieron varios apéndices; el hot Jazz, el Dixieland y el Swing.  Ahora es cuando me toca explicaros las diferencias… Allá voy: (Musicología para Dummies, nivel 1)

Jazz: dícese de cuando tocas genial y haces cosas muy locas, fuera de la conceptualidad musical.

Swing: dícese de cuando tocas genial, haces cosas muy locas fuera de la conceptualidad musical y además, le imprimes tensión armónica y velocidad. Traducción; Cuando bailas sí o sí. Para que me entendáis juntaramos a Fuel Fandango, Dremen unos toques de Yann Tiersen y Billie Holiday, tendríamos una idea exacta del señor grupo que hoy teniamos delante.

Y es que ese Swing ahora muta gracias a los adelantos tecnológicos musicales (Samples, sintetizadores y bases pregrabadas) siendo esta conjunción de verdadero escándalo.

Lo que también era de escándalo, la sala de Vista Alegre (Que no la plaza de toros), poniendo en evidencia que a Madrid le falta una sala de conciertos. Esta, tenía todo lo que NO tiene que tener una sala; accesos malos, luz escasísima, servicio de barra omnipresente (con dos barras, una en la colapsadisima entrada y  otra de atrezo en el fondo), nefasta ventilación y más si se fuma rollo años 30 (Señores del público, en Carabanchel también esta prohibido fumar en espacios cerrados) Y a lo que venimos: Al espectáculo; visibilidad nula y de acústica tremendamente mejorable. Vamos que ni Vista, ni mucho menos Alegre.

Y en ese habitáculo, más propicio para cambiarse los toreros que para un concierto, se me antojaba complicado el despliegue de una gran banda, pero solo pasaron varios compases de “Comics” para que aquello sonara de fábula. Se nota la profesionalidad del técnico sonido, músicos y demás personal del staff, hacer sonar esto tiene un mérito tremendo, sonaron de fábula cortes como “Suzy”, “Midnigth”, “CLash” gracias a esas bases Electro, House, Techno o Dubstep, desatándonos a mover los pies, con más corazón que cabeza, dado que el Swing nunca fue lo nuestro.

Y si eso fuera poco, aparece de la nada  Zoe Colotis el alma mater de esta caravana, arengándonos en un perfecto español, siendo la reina, de la señora fiesta que son los Caravan Palace.

Guitarra, violín, contrabajo, piano, metales varios e incluso un metalófono, se unían a la orgia musical, que uno muy bien no podría descifrar ni en siete conciertos seguidos de esto colosales músicos. Me limite a disfrutar, a dejarme llevar e incluso a aprender a mis primeros pasos de bailes en esto del Swing, gracias a los niños y parejas más bailongas que al fondo se atrevían a arrancarse. Y es este uno de los grandes pilares del septeto, su manera de interactuar con el personal, si no tocan bailan, o si no, tocan, bailan y dan palmas… Alucinante el nivel de los franceses, que se atreven con todo, incluso con las versiones, como con la tremendamente bailable del “Black Betty” de los Ram Jam, la cual dejo al personal más que exhausto.

Estábamos delante, más que de un concierto, de un musical, luces atrezo de los años `30, coreografías absolutamente medidas y toneladas de desparpajo de la mano de canciones como “Jolie Coquine” bien coreada por el personal, “Tattos”  se hizo esperar con algarabía y bulla, coronando el concierto “Mighty” en un ambiente épico. Un bis corto y a terminar, como si de robots se tratara, movimientos de ciborg, al unísono con las primeras notas de “Star scat”, al compás lucia el logo de la banda, ese extraño Robot Face se integraba en cada ritmo machacón de esta su caravana. Teníamos que acabar y que mejor con la amiga Holliday con “Brother swing”. Impresionante y apasionante a partes iguales, ver como una canción con tantísimo nivel interpretativo, es mejorada manteniendo viva su esencia.

Así se despedía esta Caravana, esta manera de mantener viva la música de siempre, brazos en alto y uno por uno los músicos, se desvanecieron entre el humo y las enormes gramolas que comprendían aquel original atrezo. Aquel Face Robot cerró sus ojos, se apagó. Despertando nuestras ganas de volver a ver a esta especie de Daft Punk, con chaqueta y tirantes. Esta contradicción de juntar un palacio y una caravana, es una ratificación de que la música está más viva que nunca.