Fue una noche de mutantes, de eso no cabe duda. De haber mirado al cielo, seguramente, habríamos visto a la luna aparecer entre unas nubes sombrías y tenebrosas, mientras el aire nos hacía llegar, en su particular ulular, un aullido sutil. Ya sin remedio, solo nos podía quedar la oportuna trasformación en hombre lobo, vampiro o cualquier imaginable criatura nocturna.
Para abrir boca y entrar en la nueva realidad que la noche nos brindaba enchufaron sus instrumentos los franceses Atomic Rotors. No puedo decir mucho de este trio, tampoco puedo negar que eran unos desconocidos para mí hasta esa noche. Su música un tanto aturullada donde, para mi gusto, el exceso de distorsión convertía las canciones en un revoltijo en el que se diluyen los matices. No puedo decir que les faltase actitud, no paraban quietos ni un segundo, pero su música me dejó un sabor un tanto agrio y llegué a dudar del buen sonido de la sala.
Acabado el show transpirenaico llegó la hora del sangriento plato fuerte. Los daneses afincados en USA Nekromantix. Liderados por su fundador Kim Nekroman, al original y evocador contrabajo ataúd, voz principal y aullidos, flanqueado por Francisco Mesa, a la afilada y contundente guitarra y, para completar el trio, Adam Guerrero a las estacas, quiero decir baquetas.
Los Nekro recogen el testigo de bandas como Mistfits o The Cramps y, a mi juicio, llevan el estilo a su máxima expresión. El Psychobilly u Horror Punk no dejar de ser un estilo minoritario e infravalorado. Una pena, pero así tocamos a más. |
Esta mini gira de conciertos ha servido para poder degustar en vivo su último trabajo de estudio, A Symphony of Wolf Tones & Ghost Notes, aunque para para comenzar su monters show eligieron como primer relampagazo la canción Struck by a Wrecking Ball del disco Dead Girls Don't Cry. Una forma perfecta de quitarnos las telarañas a todos los presentes. Siguieron sacudiéndonos el esqueleto con temas del nuevo disco como Glow In The Dark y otros, más que enterrados en la cripta de su repertorio y que volvieron a la vida, como Nice Day for a Resurrections, Bloody Holliday. Las magníficas Demons Are a Girl Best Friend, Subcultural Girl y la increíble, Devil Smile. Dejándonos un directo demoledor, con un sonido de ultratumba que posee nuestras almas malditas y nos deja, entre ensoñaciones y brumas, en una dimensión terroríficamente gratificante.
Cada cambio de ritmo te sacude y te golpea. Esta música tiene algo atávico que toca no se qué fibra del ser, pero me gusta. Es como una sinfonía maldita, hecha brebaje mágico, solo para unos pocos oídos. No dan tregua ni descanso alguno. Todo el concierto es una huida constante sin fin donde cada canción te roza para erizarte aún más el vello.
Eléctricos y envolventes como un Caronte que te arropa con su zarrapastrosa túnica para cruzar sabe dios que dimensiones, a cual más espeluznante La noche acabó con otro clásico de la banda, Who Killed the Cheerleader. Ahí tuvimos que secarnos la sangre con la manga, como zombis recién comidos.
La neumonía que llevaba días arrastrando Kim nos privó del bis. No fui el único que me quedé con ganas de otro pedazo de carne en descomposición, transmutada en sonido. Guardaremos las ganas para la próxima resurrección. Mientras tanto, el eco de los gritos y aullidos serán la banda sonora de nuestras pesadillas. No olvidéis mirar debajo de vuestras camas. |