“- Desde el amor más absoluto siempre nos habéis tratado como en casa. Aquí hay un pueblo que está en pie, que aguanta y hace que Madrid sea una ciudad digna-".  Con estas palabras Aspencat se marchó de  Madrid, una ciudad fraternal, hermana y solidaria en la lucha, que escenifico el punto y aparte de una de las bandas que se fundaron para cambiarlo todo.

Pero vayamos por partes y como tal, empecemos desde el principio.

El pulso de la tarde noche lo marcaba el tenso envite del pueblo de Catalunya, un Madrid feo, hostil, con sus calles repletas de banderas del estado español, nos invitan a caminar rápido, este no es barrio para andar preguntando.

La cita; en la antigua Penelope, ahora sala Mon, y la primera sorpresa: Totalmente diáfana y la parte de arriba todavía más grande. Esto empieza ya a ser una sala de conciertos, solo falta normalizar los horarios y ya podríamos hablar de que Madrid tiene una sala de conciertos.

Con el cartel de “Sould out” (Hoy en varios idiomas) en todo lo alto, nos hacía presagiar que la despedida iba a ser épica.

Pasadas las 20:30, se pone en liza Dakidarría, y mis ganas de verle en una sala empiezan a saciarse, al descubrir como defiende su originalidad y su identidad.

El máximo exponente de la rebeldía galega nos propuso un directo colosal, desde “Lume” hasta su último tema “Terra” brillaron con luz propia, gracias a esa fiesta que acarrea su ska, su punk-rock y reggae, dejándonos claro que los de la Ría a Madrid no venían de turismo.

Varias fueron las elegidas para sonar, desde su último trabajo Lume  al primero Utopías Emergentes, pasando por el colosal Da cunas e da mar, un gran set list, contando incluso con alguna guiño al punk estatal,  versionando a Kortatu.

A medida de transcurso del concierto el aforo crecía, y el final apoteósico que componen “Memoria”, “Mil berros” y “Terra”  no se lo perdió nadie, por ellos es bajo mi punto de vista el final más contundente y fiestero de todo el panorama punk en el estado.

Llego el triste y definitorio momento del adiós, ya creímos en el anterior concierto en Madrid que sería el último. Unos meses después nos concedían este, su último baile, Aspencat reaparecía por última vez en Madrid.

9 años después, exactamente en el 2008, asentandose en la marina alta, un Reggae mestizo cobinado con Dancehall y un Dubstep arrollador, se creaba una banda para cambiarlo todo, nacía: Aspencat.

6 discos después y un estatus bien ganado en el panorama musical, lo de Xaló, anuncian que se tomará un respiro merecido, que esperemos no sea definitivo.

Sin lugar a la pena los de la terreta nos arrancaron mil sonrisas, mil ilusiones como dibujan “S`altura el temps”, “Mantindre el foc”, “ Vull brindar”, “Sense por” de  su nuevo disco “Tot és ara”, mezclándose con los ritmos del genuino “Essència”, sonando de este  “En els teus ulls”, “Serem un cicló” , “La distancia”, “Antimateria” rematando esta maratón con “Queden matinades”.

Con un sonido, con el que cuenta esta sala, que gana a la anterior, siendo bastante positivo tener a un grupo como  Aspencat que lo cuida, que lo eleva hasta rozar la perfección, el cual nos hacía diferenciar hasta el pequeño Llaüt del amigo Héctor Peropadre. Usando la dinámica como piedra angular en los directos, dejando un poco de lado el sonido electrónico de los discos y centrándose en la contundencia de la magnífica sección rítmica (Xavi Arias: Bajo y Jaume Tur a la Batería).

Llegaba el final de los reyes de “Nova Canço” final de artificio con “Naixen primavereres”, “Xiqueta Dolça”, “Crida”, todas juntas y concluyendo, con el puño al viento al entonar“Quan caminavem”.

Gran noche de dos bandas tan necesarias en su arenga como el aire que respiramos, larga vida a los chicos de Dakidarría, y corta espera para volver a ver a Aspencat. 

Para volver a coronar noches como esta, para volver a concienciar, para volver a salvarnos.

Como bien decía Andrés Estellés, “Las palabras se salvan de todas las catástrofes”, es por ello que de la noche en que despedimos a Aspencat lo único que nos salvo fue su palabra.