Con su tour Fin de Trayecto el grupo cordobés nos dice adiós para tomarse un descanso a priori indefinido pero que esperamos que sólo dure lo suficiente para que recuperen fuerzas y se empapen de nuevos y renovados aires.

Más de veinte años han pasado ya desde aquel “Ídolos de papel” y durante este tiempo Estirpe y seguidores hemos logrado construir un vínculo tan fuerte y especial que en este fin de carrera nos sentimos todos como parte viva de la historia de la banda. Así pues, con el marco inigualable que supone el teatro Joy Eslava y los nervios a flor de piel, comienza la velada con El Pirata en el escenario dedicando unas palabras a la formación, “Este país no estaba preparado para ellos, y sigue sin estarlo”, y no le falta razón.

Se apagan las luces y aparece en la enorme pantalla el famoso discurso de “El Gran Dictador” de Charles Chapling en lo que reconocemos como su tema llamado “La Humanidad” y que después enlazan con “En El Nombre de Quién”, con la que los músicos salen a la palestra. Una introducción larga y emotiva que rompe con “Viviendo” y “En Tus Ojos”, en la que traen a David Lerman al saxo para ser totalmente leales al sonido del álbum y con la que nos ponen a cantar y a bailar, como con “Me equivoqué”.

El sonido que destila la banda resulta tan exquisito como el resto de elementos que conforman la puesta en escena, y eso se nota, de hecho consigue que lo inunde todo un tinte mágico e irrepetible. Abandonamos el funk y viajamos a épocas más lejanas en la discografía del grupo con “Servidor”, que es especialmente bien recibida por los fans más fieles, después Mart nos saluda y sentencia, “Es el final de una era”, pero ello no nos entristece, hace que vivamos aún con más pasión el momento.

Llegamos a “América” de su celebrado “Inventarse el Mundo”, la cual mezclan con acierto con “Hasta el Límite” y continúan así la estela de su rock más alternativo junto con “Volverás”,  “Llámalo Perdón”, de la mano del saxo de David,  y recuperando de nuevo las revoluciones con “Llévame”, que termina de ir construir un setlist que se perfila ya como diferente y más cuidado si cabe que de costumbre. Volvemos al funk fusión de “Neurasia” con “Magnético” y la excelente combinación de saxo y los tientos de Paco al bajo, coronados siempre por los sofisticados solos de Loren a las seis cuerdas. Funk y más funk con “Te Seguiré”, single de “Buenos Días Voluntad”, con la que Mart se las ingenia para cantar en su estribillo el “Lucy in the Sky with Diamonds”, y “Por Suerte” donde Paco y Valen se unen para hacer virguerías con sus respectivos, subiendo aún más la temperatura en la pista. Nos dejamos la voz con “Encender otro Ángel” y tras “Infinito” y “El último pétalo”, con un delicioso solo de saxo, se impone la pausa de los bises. “Estirpe, Estirpe, Estirpe” coreamos, y la banda surge de nuevo pues el tiempo apremia mientras escucho con verdadero entusiasmo la intro de “Océanos en el Desierto” la que mezclan también con “Hazme Creer”, que desata la euforia entre los allí presentes especialmente cuando Mart se baja al foso a cantar con nosotros, así como con “Vértigo”, que acaba a capella con la voz del público como único acompañamiento.

Los golpes de Miguel a la batería sientan las pesadas bases de “Mi Bella Condición”, en lo que se ha convertido ya en una verdadera oda a “Ciencia” y a “Inventarse el Mundo” a modo de traca final, rememorando su época más experimental y alternativa y poniendo el broche con “El Color de Mi Voz”.

Tras casi dos horas de concierto apenas podemos creer que aquello haya acabado, más bien nos resistimos a ello, tenemos sentimientos encontrados por la satisfacción de lo que acabamos de vivir y la certeza de que pasará mucho tiempo hasta poder repetirlo. Lo único que nos consuela ahora es la firme esperanza de que de aquí a un tiempo Estirpe volverá más fuerte que nunca.