Sin duda alguna, una de las giras más polémicas de los últimos años ha sido la gira de Dio Returns, no tanto por el hecho de que se hiciese con el nombre del fallecido artista, sino por la inclusión de un holograma en una parte de la actuación. Como en casi todo en la vida cada uno tendrá una opinión y la mía es que con las cosas claras desde el principio, como lo estaban en esta ocasión, no hay engaño posible.

Porque lo que íbamos a ver esta noche de viernes en el Escenario Santander era a buena parte de la banda que acompaño a Dio hasta su muerte, integrada por Simon Wright a la batería (13 años en la banda, 12 de ellos los últimos con Dio), Craig Goldy a las guitarra (12 años en la banda, 7 de ellos los últimos) y Scott Warren a los teclados (17 años seguidos con Dio), a los que se unía Bjorn Englen al bajo (ex integrante, entre otros, de Yngwie J. Malmsteen) y las voces de Tim ‘Ripper’ Owens (ex Judas Priest e Iced Earth, entre otros muchos) y Oni Logan (ex Lynch Mob). ¿Hay alguien más capacitado para honrar la memoria de esta imprescindible figura del Heavy Metal que la mayoría de los músicos con los que compartió buena parte de su carrera? Yo creo que no.

Muchas de las criticas, curiosamente, venían de gente que no suele ir a conciertos o que van muy esporádicamente y, aunque todo el mundo puede opinar, no son opiniones muy validas si te dedicas a criticar todo y luego no aportas nada para que las cosas cambien; mucha gente criticaba lo del holograma, pero luego pagan un pastizal para ver a los mitos de turnos desde el quinto anfiteatro y por una pantalla; finalmente, muchos lo critican y se gastan los cuartos en grupos tributos. Ya digo, todas las opiniones son respetables, pero estaría bien pensar un poco antes de criticar.

Centrándonos en el evento en sí, la afluencia de gente fue sorpresivamente muy alta, y digo esto porque con la polémica generada no me esperaba tanta afluencia de gente y fue muy agradable ver tantas caras conocidas en el recinto santanderino.

Y con bastante puntualidad sobre la hora fijada, y con el “Perfect Strangers” de Deep Purple sonando por los altavoces, se apagaron las luces para que uno a uno saliesen los músicos, mientras se proyectaban imágenes de Dio por dos pantallas a los laterales (una detrás de Scott Warren al lado izquierdo desde nuestra posición) y otra detrás de Simon Wright (a nuestra derecha) y apareció el holograma de Dio en la parte central del escenario, aunque un poco atrás (para entendernos, donde se suelen ubicar las baterías), mientras comenzaba a sonar “King of Rock and Roll”, de aquel “Sacred heart” de 1985.

La sensación de ver a Dio en holograma fue una sensación extraña, sobre todo porque desde el lateral en el que me encontraba, costaba bastante verlo, habiendo dejado un foso amplio entre el público y el escenario para que se apreciase bien, pero no habiendo tenido en cuenta que en los laterales su presencia era tapada por el resto de miembros de la banda. Por cierto, sobre el foso, los fotógrafos apenas pudieron tener acceso a él, siendo invitados a sacar las fotos desde la parte destinada al público; no entendemos la razón, pero así fue.

Ya sin el holograma, apareció la esperada figura de Ripper Owens para dejarnos unas brillante ejecución del “The Mob Rules” del disco del mismo nombre de la brillante etapa de Dio en Black Sabbath, para, tras pedirnos gritar con él, seguir con una sensacional “Straight through the heart” de aquel inolvidable “Holy diver”, primer disco de Dio en solitario.

El mismo Ripper Owens nos presento a Oni Logan que sería el encargado de interpretar de manera magistral “I” de aquel disco de 1992 llamado “Dehumanizer” junto a Black Sabbath, dejándonos una demostración de sus grandes dotes vocales que se asemejaban en parte a las del vocalista protagonista de la velada.

Con Oni Logan, nacido en Argentina, saludándonos en castellano y agradeciéndonos nuestras asistencia, llegó la nueva aparición del holograma con un autentico temazo como es el inmortal “The last in line”, del disco del mismo nombre, durante el cual introdujeron el inicio del “Holy Diver”, para retomar de nuevo la canción que dio título a su segundo disco.

La desaparición del holograma nos trajo de nuevo a Oni Logan que nos propusó un viaje a “Egypt (The chains are on)”, temazo presente también en “The last in line” de 1984, dejándonos el ex cantante de Lynch Mob con un muy buen sabor de boca gracias a sus cualidades vocales.

Llegaba el momento de homenajear al paso de Dio por Rainbow, comenzando con la maravillosa “Tarot woman” que abría aquella obra de arte que fue “Rising” de 1976, con los dos vocalistas intercalándose en las funciones vocales, y que fue coronado por un magistral solo de guitarra de Craig Goldy.

Sin dejar la etapa de Dio en Rainbow, llegó el momento de un sensacional “Catch the Rainbow”, del primer disco de la citada formación, con Oni Logan encargándose de la voz principal y Ripper Owens de los coros y que fue unida a, para mí, una de las mejores canciones de la historia del Hard Rock: “Stargazer”; creo que no exagero si digo que para muchos fue el momento de más emoción del concierto, y, particularmente, me trajo muchos recuerdos agradables. Sensacional los dos cantantes alternándose en tan difícil labor.

Tras este tema, llegó el momento del protagonismo de Scott Warren con un breve solo de teclados, que fue unido al “Mystery”, de aquel segundo disco de Dio, para el que se siguieron alternando en las funciones vocales, para, antes de dar paso de nuevo al holograma, agradecernos el estar en esta celebración y homenaje a la obra del gran Ronnie James Dio.

La nueva presencia del holograma vino con “Heaven and Hell”, ese espectacular tema que daba título al primer disco de Dio con Black Sabbath en 1980 y que fue otro momento muy emocionante, unido con “Man on the Silver Mountain” de su etapa en Rainbow, antes de que el holograma desapareciese momentáneamente y dejarnos con un sensacional solo de batería a cargo de Simon Wright, que fue muy aplaudido y que se acompañó, en su parte final, por una pieza de música clásica para su ejecución, antes de que el holograma regresasé para retomar el “Heaven and Hell”, tras lo que la banda desapareció del escenario.

Tras esperar un poco toda la banda más el holograma regresaron para dejarnos con ese himno que es “Rainbow in the Dark”, de su mítico “Holy diver”, que puso a botar a todos los presentes, tras la cual se despidieron, dando por concluido el concierto tras una hora y cuarto, mientras sonaba de fondo el tema “This is your life”, de aquel “Angry machines” de 1996 que parecía sonar a modo de epitafio.

Tras acabar y recabando opiniones, lógicamente cada uno tenía la suya, desde que había sido una mierda hasta que había estado de puta madre, pero como alguien me dijo, es como un coito interruptus, osea cuando estas en lo mejor se acaba y es que, realmente, la queja más extendida, y con razón, fue la corta duración del evento.

Mi opinión, salvando el tema de la duración, en lo que todos coincidamos, es que fue un conciertazo, que se nos pasó rápido, lo cual algo quiere decir y que sin el holograma yo al menos hubiera ido igual y, visto lo visto, quizás lo del holograma quizás fuese más un lastre que un acierto.

Y así, con la sensación de haber estado en una fecha histórica, aunque fuese por tan breve espacio de tiempo, salimos del Escenario Santander contrastando opiniones pero emocionados por lo vivido y echando en falta las innumerables canciones fundamentales que faltaron.

¡¡¡Long live Dio!!!