COLABORACIONES
 Crónica
 
Capitán Cobarde
  24/02/2018     
  Jorge Palacios @insonoro     
  Jorge Palacios @insonoro
  Sala Black Bird, Santander, Cantabria
www.insonoro.com

Capitán Cobarde es fiel a Santander, es habitual que sus giras pasen por la capital cántabra y cuando lo hace, lo tiene claro, Black Bird, sin más, va directo a una de las mejores salas de medio aforo del norte del país, y el artista anteriormente conocido como Albertucho, lo sabe. Esta sería su cuarta o quinta visita, la última es de hace dos años cuando vino con su guitarra y bombo a darnos la chapa, como bien recordó esa noche que a continuación os relataremos.

La gira “Carretera Vieja” de este año nos traía una novedad importante, que Alberto viene con una estupenda banda que desde aquí nos quitamos el sombrero, formada por Carlos Erbez a la guitarra y en un par de ocasiones al violín, Néstor Urquia al bajo y Alberto Moreno a la batería, componente del grupo Calambres para más datos.

Sábado 24 de febrero, fría noche fuera del Black, y caliente velada dentro del local, porque calor hizo un rato largo, era mirar las camisetas de los músicos y según transcurría la actuación iban cambiando de color por el sudor que se gastaban. Tuvimos que esperar hasta las diez de la noche para que Alberto y los suyos aparecieran en escena, a partir de ahí, se cascaron un concierto de casi dos horas donde hubo de todo.

Empezaron con el susurro de la batería, poco a poco cogiendo fuerza mientras aparecían los primeros acordes de “Paraísos” y la carismática voz del Capitán Cobarde, un tono con mucho sentido y mucho arte, siempre la hemos disfrutado al máximo y hoy tocaba hacerlo de nuevo, pero de otra forma, acompañada por la electricidad del resto de la banda.

Presentaciones breves entre canciones, algunas nos sacaban una sonrisa, otras, reivindicativas como con “El Buen Villano”, hablándonos de los jubilados que salen a la calle para luchar por sus pensiones (y también las nuestras), ellos son los auténticos héroes, un tema de su último trabajo “Carretera Vieja”, que junto con el “Alegría”, fueron los dos álbumes con mayor representación de temas en su set list.

Hubo palabras para el copiloto que les acompaña a todas las salas y festivales, pero no era una persona, sino una estación, “La Primavera” apareció rápidamente, continuando con el hit “Muertecito”, haciendo referencia al frío que hacía fuera de la sala y el calor de dentro, que parecíamos todos pingüinos acurrucados en busca del buen tiempo.

  
Capitán Cobarde
 

Sucedió” no se perdió la cita, una historia real de “Carretera Vieja” como nos narraba el autor, como las que contaba el humorista Paco Gandía, verdad verdadera, ¿Quién es Paco Gandía? Nos preguntábamos, y ante las caras de incógnita, Albertucho se dio cuenta que al norte no llego su humor. No hubo ninguna versión en sí, a excepción de la revisión del tema de José Ignacio Lapido, “El Ángulo Muerto”, habitual en sus conciertos, pero si escuchamos la dedicada a su padre, “Tiene que haber de tó”, o la inspirada en su tía abuela, “Una Flor” cuando la calló una bomba de la guerra civil cerca que la dejó sorda, en ese instante, y con orgullo, Alberto se declaró antifascista.

De aquel disco, “Que se callen los Profetas”, escuchamos “El Pisito”, uno de sus temas más esperados, luego del “Alegría” apareció “Somos Pájaros” y de nuevo volviendo con el “Carretera Vieja”, el single “Aire”, haciendo una pequeña parada para mandar un saludo a su roadmanager, Marta, que lleva siendo cómplice de las fechorías del Capitán Cobarde desde hace ya muchos años.

Llegábamos al final del concierto con “La Gravedad de la Teoría” y “Descuida”, este último tema sirvió para despedirse con intensidad y rabia, el Capitán dándolo todo incluso aparcó su guitarra para coger el micro con fuerza, finiquitaron y se fueron a descansar cinco minutos.

Albertucho regresó solo, cogió su guitarra y de una manera desnuda en la que se desenvuelve a las mil maravillas, interpretó “Lo que Importa y lo que no” y “Hay Sitio”, continuando con “Jovencito Frankenstein” donde poco a poco se iban incorporando Alberto Moreno para meter ritmo con un par de cucharas y Carlos Erbez con el violín.

Una vez terminado el set acústico, y ya todos juntos incluido el bajista, llegó el turno de escuchar en directo “Alegría”, para luego mandar un saludo a la gente del Black Bird ya que dejan cantar a los locos en su local según decía el bueno de Alberto. El punto y final vino de la mano de “Estrella” y como no, “Capitán Cobarde”, echando el resto, sudando, deshidratándose, dejándonos con buenas sensaciones y con ganas de verles en directo otra vez más.

Echamos en falta el ukelele o la guitarra pequeña del Capitán Cobarde con esos sonidos del lejano oeste, pero nos conformamos con el sonido que tiene ahora acompañado de Los Niños Perdidos, que así es como se hacen llamar los tres amigos que le acompañan.

  
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