Uno no puede más que emocionarse cuando escucha ciertas canciones que le marcaron en su juventud, y que pensaba que era imposible escucharlas en directo. Evidentemente de la mano de los originales e inmortales Led Zeppelin no ha podido ser, mi máquina del tiempo todavía está en el taller.

Un Zeppelin gigante iluminaba la pantalla tras el escenario del teatro de “La Rambleta”. Gente de todas las edades con una clara predominancia de los viejos rockeros, iba llenando la sala, que mereció estar un poco más llena.

Al cabo de unos minutos aparecían los componentes del grupo. Cerrando los ojitos como un chino (valga mi respeto por delante) y siendo un poco miope, casi podía creer que eran los mismos Jimmy Page y Robert Plant los que, caracterizados con algunas prendas clásicas del grupo original, bordaban una gran caracterización que iba un paso más allá cuando caes en la cuenta de que los instrumentos, bien podrían haber sido los tocados por la legendaria banda.

Rompió un poco la magia la presentación de la banda en castellano, pero enseguida volvió con fuerza cuando Good times bad times comenzó a sonar. Esos buenos y malos tiempos que hemos  tenido todos al crecer. Esos tiempos de pérdida de inocencia cuando descubrimos que nuestros corazones, que latían con fuerza por esa chica de 16, es pisoteado sin piedad después de prometer amor eterno.

No podía seguir mejor canción para empezar con fuerza la noche, que la potente y sexy Black Dog. Un riff histórico e inconfundible, a cargo de nuestro Jimmy Page particular y encarnado esta noche en los virtuosos dedos de Dani Magaña, enmarcaban la gran voz de Patricio Assef para una canción en la que este implicó al público para entonar los inconfundibles “jadeos” de la canción.

La rítmica We’re gonna groove se abre paso tras los aplausos dejando un buen sabor de boca a todos los presentes y dando paso a uno de los momentos estelares de la noche, que se iniciaron con los primeros acordes de Kashmir, que arrancaron una gran ovación del público.  Mientras guitarra y batería hacen el amor con el tremendo teclado del polifacético Juanjo Mengual, que era el encargado de dar vida a Jon Paul Jones, más de uno, al igual que yo…se encontraba en otro lugar muy atrás en el tiempo, cada uno en su propio Shangri-La.

Una canción para cerrar los ojos y dejarse llevar, como la gran mayoría…sí, pero creo que es una de las canciones más queridas y esperadas de la noche.

Toques countries abrieron los primeros acordes de In my time of dying que enlazó con How many more times en la que destacaba la gran labor al bajo de Juanjo.

Babe I’m gonna leave you es quizá un punto de inflexión en la que Patricio nos susurra que lo ha intentado, mientras la guitarra parece llorar con él, siendo la batería, la que refuerza la idea y la voz del abandono de una manera magistral.

De una canción en la que él abandona a una en la que es el abandonado. Una canción mucho más sencilla y que personalmente la habría sustituido por Lemon Song por ejemplo, pero no por ello pretendo desmerecer la canción ni su elección.

Para la inconfundible Bron-Y-Aur Stomp, Jose Palomino nos anima a acompañar al grupo a las palmas. Ramble on es una de esas canciones evocadoras de búsqueda del amor alrededor del mundo y no deja de hacerte sentir un inmigrante vagando por el mundo. Quizá por ello da paso a la gloriosa Inmigrant Song haciendo acto de aparición como un verdadero vendaval tanto musical como presencial en la cual todos los integrantes de la banda disfrutan y se lucen en sus respectivos instrumentos. Poco que decir de la voz de Patricio que a título personal me hizo disfrutar como un enano ya desde el principio de la canción.

Un brevísimo parón para poner dos sillas para Page y Plant nos trajo la emotiva Since I’m loving you y la sensacional Dazed and confused en la cual el maestro Dani Magaña destroza las cuerdas de un arco de violín de manera casi psicótica acelerando la canción y dando una clase magistral a las seis cuerdas.

Siguieron 15 gloriosos minutos a cargo de las poderosas baquetas de Bonham, encarnado en Jose Palomino, que nos brindó con todo un derroche de potencia y técnica bajo la atenta tutela en la pantalla del mismo Bonham. Impresionantes todos los matices que Jose le arranca a la batería y lo bien que sonaba en “La Rambleta”.

De un éxtasis a otro en el momento que vimos aparecer una guitarra de doble mástil que, tal y como nos adelantó Patricio, sólo se podía tratar de la Inmortal Stairway to Heaven. Llegados a este punto el que escribe se encontraba con los ojos cerrados y subiendo por esa escalera, emocionado por escuchar la canción que dormía a mi hija recién nacida y que para mí es la mejor canción de toda la historia.

Toda la noche era un entrar y salir del extasis viendo como disfrutaban y como nos hacían disfrutar con canciones como Heartbreaker que continuó subiendo el listón, transportándonos a todos a los años 70 del siglo pasado.

Himno tras himno tocaba desglosar la canción de la que toma el nombre el grupo. Whole lotta love para Whole lote band, que ya cuenta con un fan incondicional.

Tan solo quedaba para rematar otra de esas canciones que hacen inmortales a una banda y no podía ser otra que Rock and Roll que contó con el apoyo incondicional del público puesto en pie y cantando a coro con Patricio y las filigranas de David Magaña subiéndose por los palcos del teatro culminaron una gran noche homenaje a los grandiosos Led Zeppelin.

Destacar la simpatía y cercanía del grupo que posterior al concierto tuvo unos minutos para un servidor y para nuestro gran fotógrafo Ángel Moya.