Fito y sus Fitipaldis están inmersos en la gira con la que celebran sus dos décadas en esto de la música, dos décadas plagadas de éxitos y ventas millonarias que les ha llevado a ser una de las bandas con más peso en la industria de nuestro país. El pasado viernes 18 de mayo el tour recaló en Valladolid, donde, a tenor por las cifras del evento, se le esperaba con impaciencia. Las 8500 entradas puestas a la venta se agotaron varios días antes del concierto a más de 30 euros el boleto.

Horas antes de que Fito se subiera al escenario, los alrededores de la Feria de Valladolid era un hervidero de gente. El encargado de calentar el ambiente fue Muchachito Bombo Infierno, esta vez en solitario, que utilizó todo su talento para amenizar la espera actuando como un hombre orquesta. A pesar de ese reclamo, gran parte de la audiencia esperó hasta más allá de las nueve para entrar el recinto, que lucía el aspecto de las grandes ocasiones.

Y es que el despliegue técnico y de producción que se vio en el concierto no tiene nada que envidiar a los de las grandes bandas extranjeras. Dos enormes puestos de merchandising atendido cada uno por cuatro personas, recibían al público y allí era posible elegir entre más de una docena de camisetas, tazas, chapas y casi cualquier cosa que uno se pueda imaginar. Por cierto, las compras dentro del recinto se hacían con dinero interior personalizado. En cuanto al escenario, estaba flanqueado por dos amplias pantallas, y había otra enorme que cubría prácticamente la parte trasera del mismo. Tanto el equipo de sonido como el de iluminación eran sencillamente impresionantes.

Con puntualidad británica, a las diez exactas de la noche, Fito & Filitaldis dieron la bienvenida con la proyección de un corto sobre la banda realizado con dibujos animados. Tras el “Buenas noches, Pingüinos” con el que saludó Fito al respetable, comenzó la fiesta al son de la versión de Los Secretos “Quiero beber hasta perder el control”. A partir de ahí, los bilbaínos fueron desgranando un setlist plagado de grandes éxitos que el público cantó con devoción religiosa.

El público estaba mayoritariamente compuesto por cuarentones rockeros de baja intensidad, aunque también se vieron familias enteras (había bastantes niños) y adolescentes emocionados, que disfrutaron de lo lindo del que seguramente será uno de los pocos conciertos al que asistan en todo el año.

El show contó con varios invitados. Muchachito Bombo Infierno volvió a subirse al escenario para marcarse un trío de saxo y dos acústicas en 'Yo no soy Bo Diddley'. Fetén Fetén interpretaron con Fito “Me quedo aquí” y la ovación de noche fue para Cifu, quien cantó con aires folk “Whiskie Barato”.

“Soldadito Marinero”, “Antes de que cuente diez”, “Por la boca vive el pez”, “Rojitas las orejas”, “Un Buen Castigo”, “Para toda la vida”, uno a uno los temas más conocidos, por qué no decirlo, del rock español de las últimas décadas fueron sonando en una noche en la banda se dio un baño de admiración popular. El sonido fue, como era de esperar, impecable. A la banda le sobra calidad técnica para que los temas queden redondos y Fito se esforzó, con actitud, oficio y ganas de gustar, por darle personalidad propia al show. Nada que reprochar.

Puede que Fito & Fitipaldis no tengan el favor de los rockeros más puristas y que algunos le critiquen por dejar atrás el estilo más genuino de Platero y Tú, pero él es consciente desde hace tiempo que esa batalla la tiene perdida. Mientras tanto, Adolfo Cabrales seguirá acumulando éxitos, llenando pabellones y haciendo disfrutar con su rock aseado de tintes clásicos y sus letras resultonas quizás otros veinte años más. Ningún problema. Al fin y al cabo, cualquiera de nosotros es capaz de tararear una docena de temas suyos.