Noche de sábado y fiestas de Repélega. Cartel, The Barrenos y Parabellum, perfecto para disolver la resaca del Repe Rock que flotaba en el ambiente. Y había ganas, que ya se vio buen número de asistentes incluso durante las pruebas de sonido.

Arrancaron The Barrenos con ganas de reventar y actitud. La banda, que actualmente está finiquitando los detalles para sacar su segundo disco, no dan muchos bolos, pero los que dan siempre los clavan. Se dejan la piel, tanto musicalmente como en intentar transmitir lo que para ellos es el rock and roll. Si tuviera que definir su música con alguna palabra sólo con las sensaciones que me dejan en una actuación, diría rabia, personalidad, sentimiento.... se me puede ir de las manos como siga. El caso es que vomitan lo que ven y sienten con melodías pegadizas. Creedme, lo ponen fácil para que se tarareen sus estribillos, y si ya derrochan la actitud que se les vio en este concierto, lo tienen más que hecho para ganar nuevos seguidores.

No quiero entrar en desglose detallado de canciones. Basta con decir que tiraron de clásicos del primer disco como "Tierra y libertad" o "Si quiere te alcanza". También adelantaron bastantes temas de su próximo trabajo, como "La era virtual" o "A ras de suelo", ese homenaje al rock como modo de vida pase lo que pase. Y por supuesto hubo espacio para versiones, "Presos" de R.I.P y "Dougy Giro" de Toy Dolls, todo un reto porque no es nada fácil salir bien parado cuando se trata de cantar emulando a Olga, y David, guitarra y voz de la banda, lo defendió con clase.

En conjunto se les vio concentrados, poniendo máxima energía para que todo saliera como debía salir: se notaba el esfuerzo y las ganas de ofrecer lo mejor de la banda, y eso siempre se agradece. Los que seguimos a la banda allá donde vayan lo contamos como otra buena actuación, y los que no la conocen tanto se acercan con timidez, pero reconocen el buen hacer. Esperemos que la salida del nuevo disco sea no dentro de mucho, y que sirva de revulsivo para que los Barrenos sigan en su línea: con un par y ofreciendo bolazos.

Tras un rato, tomaron el escenario los Parabellum, que últimamente no paran de dar actuaciones. La gente les reclama como un clásico de estas tierras; miles de juventudes (lejanas y no tanto) con sus canciones como banda sonora, y mira que es recurrente la expresión de la banda sonora, pero por más que rebusque entre palabras esta es la forma más clara de decirlo. Himnos como "Envenenado" o "La locura", cantadas a gritos, con la voz en el estómago y el pecho más que en la garganta. Imágenes de algún videoclip que en algún momento se anclaron en el cerebro. Flashes de tardes con colegas sin hacer nada y haciéndolo todo. Un bar de noche. Una habitación en penumbras con el ruido de la lluvia bilbaína golpeando las persianas. Y ahora, de repente, todo eso volvía de golpe en la plaza de Repélega, extendiendo el sonido vibrante de la música por la explanada y las campas de alrededor, y llevándose por delante a los presentes. O los presentes llevándonos por delante lo que creíamos que nos correspondía. A saber.

La cuestión es que aquello era una masa con sentimiento: más allá de juzgar cualquier aspecto técnico, la gente iba a sentir. Poco importó si tocaron "Bronka en el bar", "Esta noche acabaré con ella" o cualquier otra. Todas eran bienvenidas. Que por cierto, hay que decir que el repertorio abarcaba muchos temas sin dar demasiada opción a la decepción por la falta de alguno. Y mientras la plaza estaba a reventar y retumbaba con los baquetazos de Josu, el tiempo pasaba de la única forma en la que sabe hacerlo: inevitablemente. Momentazos que nos llevamos: la colaboración de Tonino, una banda entregadísima y que ha ganado en actitud (más aún si cabe) con el paso de los años, y un público a pie de cañón. El resultado final fue una sinergia estremecedora entre todos los elementos. Será que soy una sentimental, y ya podéis perdonar si echáis de menos comentarios más técnicos o datos objetivos, pero sigo pensando que esto de la música es cuestión de sensaciones a través de sonidos.

Ciertamente no sé qué mas decir. Que aquí acaba el cuento, pero sólo por ahora, porque siempre buscaremos más jaleos en los que meternos. Hasta otra.