Nos acercamos a la localidad madrileña de Fuenlabrada para ver un concierto que no decepcionó a los presentes ni un poquito, de hecho, fue todo un placer ver en el escenario a tan grandes grupos, cada uno a su estilo y a su forma pero llevando el rock a lo más alto de los pedestales.

Comenzó el triplete con los asturianos Desakato, presentando su segundo trabajo de  estudio “Miseria, Sangre y Plomo”. Estas jóvenes promesas del rock nacional dejaron bien claro que vienen a quedarse y que se merecen una plaza entre los grandes. En la Sala El Grito sonaron temas de sus dos trabajos. Se vieron ganas, fuerza, saltos, gaita, trompeta y esa desgarradora voz de Pepo que te pone los pelos de punta… toda una mezcla brutal y explosiva que hace que cada vez se valore más a estos muchachos, pese a su corta trayectoria musical.

En comparación con otros conciertos a los que hemos asistido, vemos otro semblante encima del escenario; podemos diferenciar dos voces en el grupo más que las colaboraciones que se podían ver en la anterior gira, han perdido la presencia del saxofón pero han ganado en potencia. Aquellos pequeños guiños que nos hacían ver semejanzas entre sus paisanos de Mala Reputación han quedado ocultos bajo este nuevo enfoque, más maduro, más duro y más rockero

Van avanzando a pasos agigantados y se va notando. Muy buen concierto pudimos disfrutar, la gente que fue al concierto al principio se quedó tímida en la parte central de la sala y al final acabaron la mayoría de ellos bailando al ritmo de “Los Mineros” canción cantada en bable y que pertence a su primer disco. Una hora de concierto supo a poco, pero menos es nada.

Sin pausa pero sin prisa subieron al escenario los veteranos Caskärrabias. Estuvo en boca de los asistentes durante casi todo el repertorio que ha sido el mejor concierto que ha dado la banda en mucho tiempo. Repasaron temas ya míticos en la historia del grupo como “Te Perdí” o “Ilegal”; pese a que tienen un repertorio propio suficientemente amplio, se marcaron una versión del conocido “Puta” de Extremoduro que no le hizo ningún feo al original.

Tocó momento melancólico con el tema “Jueves 11” donde el violín de Maite, asidua colaboradora del grupo, le dio un toque si cabe más solemne a la canción in memoriam de una fecha tan señalada. A partir de ahí, duelo de guitarras y violín sobre el escenario y bajo él, un público entregado que se sabía todas las canciones. Nuevos y viejos rockeros dando clara muestra de que el rock nunca muere ni morirá.

La fiesta continuó con los madrileños Desastre, y cuando hablamos de fiesta, es fiesta en el sentido más literal de la palabra. Subieron al escenario como niños con zapatos nuevos, y después de llevar  20 años tocando tienen la misma energía o más que el primer día. Comenzó el concierto con la intro del tema “África” y a rocanrolear se ha dicho!.

Siguen presentado su último trabajo “Callejón Desastre” que es para quitarse el sombrero. Bailamos ska, hicimos pogos, gritamos y nos reímos, nos tiramos al suelo a petición del grupo, casi casi hasta cantamos canciones de campamento en un intento por rellenar hueco cuando se rompió uno de los bombos (gajes del oficio) y aún así se nos hizo corto pero intenso. Sonaron muy muy bien y se metieron a todo el público que llenó la Sala en el bolsillo.
Derrocharon carisma y alegría por doquier, nos metieron sus letras en la memoria y sus reivindicaciones en el corazón. Este mundo es un desastre, menos mal que están ellos para recordarnos que siempre se pueden cambiar las cosas, sólo hay que romper con las reglas (y subirse a una estrella) como bien cantan en su tema “Utopía”.

En definitiva, tres conciertos por uno, como en las ofertas del carreful, pero con más calidad en todos los sentidos. Les seguiremos recorriendo el estado y disfrutando en cada concierto.