Patata Rock, festival para todos los públicos y para todos los gustos, extensos campos y sol aplastante, pueblos pequeños llenos de gente grande, de buen ambiente, de buena música y de buen hacer. Hablamos de la provincia de Segovia, delimitando un poco más, de Riofrío de Riaza, localidad que acoge por segundo año consecutivo este festival.

Lo primero que nos sorprendió al llegar a Riofrío fue que el escenario estaba en mitad del pueblo, pero no en mitad en una plaza, si no entre casas, después pudimos comprobar que no hubo ni una sola queja de ningún vecino, incluso de asomaban al balcón para ver las pruebas de sonido y por cercanía, casi casi eran uno más de las bandas.

Sacamos conclusiones como la de que o eran sordos o muy tolerantes, y más bien nos quedamos con lo segundo. En la barra, precios populares y la organización preparándose para una noche de rock, en la calle, por la hora y la solana más bien poca gente, pero eso fue sólo al principio.

Mientras empezaba el concierto, nos dimos una vueltecilla por la zona de acampada, un poco deshabitada pero genial para los amigos que se acercaron a ver el festival. Una chopera resguardada y muy cuca, idónea para tomarse unas cervezas relajadamente antes de que comenzara oficialmente el festival.

A eso de las 9 de la noche, más o menos, nos encontramos en el escenario con Los Condestables, Expresión Tradicional, como bien indica su nombre, estos burgaleses se dedican a llevar allá donde vayan temas del cancionero popular, con ese humor picaresco y picantón que caracteriza a las tonadas y coplas, sobretodo de la mitad norte del estado.

Gran parte del pueblo, con sillas incluidas, se dio cita para cantar y bailar al son del tambor, la guitarra, las flautas y la mítica botella de anis del mono a modo de instrumento. No había edades ni clases, desde los más mayores hasta los más pequeños disfrutaron con el espectáculo folklórico, cada cual a su forma y a su modo.

Después de escuchar a estos ocho personajes, llegó el momento de Adestono, grupo local, o bueno, más bien el cantante es el local, que llevaba ya su séquito dispuesto a corear las canciones de su primera maqueta.

Hacen punk rock con mucha influencia de grupos nacionales, las más relevantes son las de Marea y Extremoduro, de hecho, hicieron versiones de ambos grupos, de Marea el tema  “Trasegando” y de Extremoduro “Amor Castúo”, versión que no les quedó nada mal, por cierto.

Aún tienen mucho que andar y mucho que limar, pero para ser un grupo nobel no lo hicieron nada mal, posiblemente oigamos hablar más de ellos. La canción más coreada fue “Tierra Patatera” (igual no es el nombre, pero eso interpreté por el estribillo) donde hablan de sus raíces, con poema a lo Manolillo Chinato incluido.

Como tercera sorpresa de la noche tocaron Wolfarium, grupo de Villaviciosa de Odón (Madrid) que acaba de grabar su primera demo. Ellos se definen como “banda de Rock formada por Jebis que se creen Punkis”, no está nada mal la descripción, cuanto menos curiosa.

La verdad es que me sorprendieron gratamente, tanto por la pose en el escenario como por el magnetismo del cantante, que intentaba quitar cualquier tipo de barrera entre el público y el escenario, haciéndonos partícipes en cada uno de los temas, siempre con alguna broma o algún gesto gracioso entre canción y canción, no voy a contar de qué hablan sus temas, porque no me fue concedido el don de los idiomas, bastante tengo con saber el propio y a veces ni eso, pero el oído no me falla y lo que estaban escuchando sonaba fenomenal.

También hicieron versiones de grupos conocidos como “Thunderstruck” de AC/DC, “La Chispa Adecuada” de Héroes del Silencio, único tema que cantaron en castellano y una versión no muy afortunada del “Sweet Child O’ Mine” de Guns N’ Roses, única reseña menos positiva de la actuación, por lo demás, muy recomendados.

Llegaba el momento álgido de la noche y con ellos Desakato, los astures, que aún llegaban con la resaca de la última edición del Derrame, presentaron su segundo trabajo “Miseria, Sangre y Plomo” como si llevaran toda la vida sobre un escenario, la verdad es que cuanto más les veo, más me impresionan.

Sus canciones expresan fuerza a veces incluso rabia, pero lo que se ve en el escenario no se puede describir con palabras. Es pura y contagiosa adrenalina. La mezcla de voces tan dispares le da otro sentido a las canciones y la presencia de Pepo en el escenario (segunda voz del grupo) es simplemente brutal.

Quizás fue el momento en el que más gente se congregó frente al escenario, hasta paisanos entrados en edad que circulaban por allí preguntaba que quienes eran estos chicos, y los compadres de Bocanada les dijeron al final la actuación “y ahora con qué cojones subimos a tocar nosotros”, un detallazo, si señor.

El festival estaba ya dando su últimos coletazos y llegó el momento de Bocanada y con cojones no se, pero desde luego subieron con más ganas que nunca. Este ha sido el último concierto de la gira que les ha llevado por parte del estado presentando su primer disco “Caballos de Rienda Larga”, del cual han vendido unas 1500 copias así, del boca a boca y del concierto en concierto, nada de distribuidoras ni mediadores que se puedan llevar parte de lo poco que da el rocanrol.

 Se van a tomar un descanso más que merecido después de tanto trajín, pero tampoco muy largo, ya que en el mes de septiembre esperan empezar a grabar nuevo disco que previsiblemente estará listo para principios de 2011. Tocaron dos temas nuevos de los cuales sólo uno de ellos estará en en el próximo trabajo.

En la actuación pudimos ver a un Martín Romero pletórico, lleno de ademanes y de gestos de complicidad con el resto de la banda y con el público que aún quedaba sobrio a esas alturas de la noche. Sacaron todo el rocanrol que llevaban dentro para soltarlo de golpe y porrazo por las calles de Riofrío y las calles temblaron y la gente vibró y se desgañitó intentando llegar a esos alaridos que da el señor Martín y a los que muchos de nosotros, pobres mortales, no podemos aspirar. En estos tiempos de crisis, hicieron un inciso para comentar que en el merchan vendían latas de atún al módico precio de 2 aurelios, era en plan de broma, pero por si acaso, las latas allí estaban, que las vimos.

Nos dejó muy buen sabor de boca (el concierto, no el atún) y como siempre, pidiendo más, pero hasta lo bueno llega a su fin. Subió la familia Bocanada al completo al escenario, contando con que no sólo es familia la de sangre, sino que hay lazos que unen mucho más y se despidieron del Patata Rock hasta el siguiente año… ya veremos si es cierto y podemos volver a disfrutar de la presencia de los de Berriozar en la tercera edición.

En general el sonido de todos los grupos fue bastante bueno, al ser al aire libre la acústica es casi perfecta. Le pondría un fallo a las luces, escasas y demasiado rojas, pero bueno, por lo menos se veía a los protagonistas, que no siempre se puede decir.

Se acabaron los conciertos, pero no se acabó la fiesta ni mucho mejor. La Organización tenía preparada una sala para poder continuar la fiesta sin molestar a los vecinos, así que allí nos fuimos todos, grupos, habitantes, asistentes y todo el que estaba por allí y quiso seguir con la noche y juntarla con el día.

Ya bastante entrada la mañana y con algún que otro individuo un poco pasado de rosca, se dio por concluída la segunda edición del Patata Rock. Hemos oído rumores de que quizás en la próxima edición vaya algún grupo de El Garaje Producciones (Mala Reputación, Desakato, Desastre, Luter, La Taberna de Moe…) pero aún queda mucho tiempo y mucha negociación, así que nos vamos a echar las campanas al vuelo.

Un placer haber estado con esa gente maravillosa que son los organizadores del festival, la verdad es que es un trabajo duro y que a veces no da los frutos que uno espera, mi balance por lo menos y por lo visto es positivo. ¡Gracias por la silla muchachos! El año que viene esperemos poder volver para comprobar como el patatal ha crecido.