Como me gusta el refrán que dice “A la tercera va la vencida”. Detrás de esas sabias palabras de intentar las cosas varias veces hasta conseguirlas, en esta ocasión se escondía un momento mágico. Y es que íbamos a ver Uzzhuaïa en su tercer concierto de la recientemente comenzada gira de “13 veces por minuto”, todo ello pasados apenas diez días después de que este esperado disco saliese al mercado.
El nuevo álbum lo había escuchado sólo una vez y de camino al concierto, y tal vez por eso la expectación era aún mayor si cabe. Esa primera escucha me dejó un tanto fría, pero es también es verdad que no se puede escuchar un disco una vez y en el coche a todo trapo mientras charlas y hacerte una idea de él. Ahora, ¡cómo cambió el percal cuando lo desgranaron en directo!, pero eso vendrá después, no adelantemos acontecimientos.
Los valencianos no iban a estar solos en el Kafé Antzokia para defender su nueva propuesta, les acompañaban los locales Shisha Pangma. A mí no me sonaba ni el nombre, ¡venga va, otro refrán!: La ignorancia es la madre del atrevimiento, ¡jejejeje!.
No me hizo falta buscar mucho para averiguar que hace tres años habían tocado juntos en el Azkena, ¿sería también a la misma hora?. No creo, ahora lo que sí que opino es que el espectáculo fue brutal.
A veces te encuentras con un grupo que lleva tanto tiempo dando caña y resulta que no les conocías de nada, pues… ¡bendita música!, porque gracias a noches como aquella y a otras muchas descubrimos a grandes bandas como esta y a otras que empiezan y no por ello son menos importantes.
El espectáculo comenzó con una puntualidad suiza, cosa que me sorprendió gratamente porque a la hora que se abrieron las puertas pensaba que no iba a dar tiempo ni de churro. ¡Qué gran detalle no hacer esperar al público!, a ver si aprendemos todos un poquito.
La gente comenzó a llenar la sala y Shisha Pangma contó con bastante público. Haciendo un alarde de un gran descubrimiento, quiero comentar que a los que se pregunten qué significa el nombre del grupo, pues es nada más y nada menos que uno de los picos de 8.000 metros.
Shisha Pangma
Los bilbaínos presentaban su quinto disco, un trabajo de hardrock titulado “Orquídea”, y con el que se explayaron durante el recital. La expectación era máxima después de tres años sin escuchar nada nuevo de la banda. O por lo menos esa es la impresión que yo tuve porque el respetable estaba más que entregado.
Fue todo un placer disfrutar con los nuevos temas de Shisha Pangma, y los trallazos de este disco se sucedieron al principio y en orden impactándonos a todos así de primeras con tres apabullantes pétalos de esa “Orquídea”: “En la piel”, “Enero” y “Hombre arena”. Después se saltaron la cuarta canción para dejarnos con “Masticando piedras”.
Aquello llegaba a su fin a pesar de ser el ecuador del concierto, y es que se nos pasó volando. Apenas 7 temas que nos dejaron con ganas de más, no nos podíamos creer que ya se estuvieran más o menos despidiendo con “Monstruo”, incluido en su anterior trabajo.
El broche final lo pusieron “La despedida”, último corte de su particular “Orquídea” y la versión de “Move removal machine” de The Cult.
Como se suele decir lo bueno si es breve dos veces bueno. Ojalá todas las sorpresas en la vida fuesen tan agradables como descubrir a Shisha Pangma.
Y llegó el gran momento, el esperado hasta mordernos las uñas. Para mí a estas alturas con Uzzhuaïa sobran los calificativos. Aunque me parece que no debo ser la única porque el Antzokia estaba hasta los topes. Pero debo comentar que los valencianos son un grupo muy especial para la que suscribe porque me han abierto un nuevo horizonte hacia una música hasta entonces poco escuchada y poco conocida. Sobra comentar que la perspectiva me encanta. Así que nadie espere objetividad porque con este grupo soy de todo menos objetiva, supongo que al igual que todo el mundo con lo que le gusta y con lo que detesta.
Algo que me llamó la atención a primera vista es que a las salas se llevan también los bancos de rejilla que colocan sobre el escenario para que se les vea todavía más altos. Por lo menos la única vez que les he visto en otra sala no lo habían hecho.
Bueno eso, y que durante el concierto Pablo se bajó varias veces a cantar con el público. A parte en líneas generales lo más significativo que vimos fueron las señas de identidad del grupo, energía, dinamismo, movimiento y a la vez una forma muy sutil de entrar en el corazón, despertar sentimientos y ganarte por completo.
Me gustó mucho que el grupo alternase su nueva propuesta con anteriores discos. De esta manera conseguirán que “13 veces por minuto” vaya entrando poco a poco. La verdad es que no lo destriparon entero, cosa que también es de agradecer porque acaba de salir y está todavía muy fresco y por otra parte si a alguien no le ha hecho mucha gracia se podría relajar demasiado en el concierto. La filosofía de la letra con sangre entra ya está muy desfasada para los tiempos que corren y no se pueden meter las cosas con calzador.
Uzzhuaia
Así que los valencianos nos fueron presentando los nuevos temas, tocaron casi la mitad del disco, con otros ya clásicos, y así lograron que la tensión y el climax no decayesen ni un solo momento.
Abrieron el bolo con una Intro y con el tema homónimo de su nueva criatura. ¡Dios cómo suena la canción en directo!. Personalmente en vivo me pareció de las mejores junto a “No quiero verte caer”, que fue la última novedad de la que disfrutamos aquella noche.
Como segundo tema llegó “Desde Septiembre” para abrir la veda de ese anterior magnífico trabajo, que como todos sabemos se titula “Destino perdición”, y con el que se explayaron todo lo que quisieron y más. No podrían faltar en este gran recital de maestría y buenas formas “Baja California”, “Destino Perdición”, “No somos perfectos”, “Cuando ya no quede nada” y “La flor y la guerra”, y también se dejaron escuchar para acabar el bolo “Nuestra Revolución” y la emotiva “Blanco y Negro”.
Entretanto fuimos escuchando esas nuevas canciones, “La mala suerte”, “Ante la tempestad” y “Ángeles malditos”. Habrá que escuchar un poquillo más el disco para empaparnos de su intensidad.
Uzzhuaia
La alusión más antigua vino de la mano de “He cambiado” y también abrieron las fauces para devorar un poquito el trabajo titulado de la misma manera que el grupo, sacudiéndonos con “Enero”, “La cuenta atrás” y “Perdido en el huracán”.
Todo ello en un espectáculo que duró apenas una hora y media y en el que el grupo se mostró como siempre y como nunca. El que haya visto a Uzzhuaïa ya sabe de lo que estamos hablando, y el que no haya estado nunca en un concierto de los valencianos no sabe lo que se está perdiendo.
Y como bien dice la pegadiza “Blanco y negro”: “Todo lo que empieza, tiene que acabar”. Ahora eso sí, que a nadie se le olvide que aquella noche Uzzhuaïa estaban allí por nosotros y viceversa, y eso se notó y mucho.