Hoy en día es difícil imaginar nuestra vida sin algunas comodidades básicas derivadas del continuo avance tecnológico como el agua caliente, un horno eléctrico que nos permita cocinar los alimentos de una manera rápida y prácticamente sin ensuciar, un coche que nos lleve seguros a todas partes...; incluso otras destinadas a la búsqueda de un mayor placer como la elección de un buen colchón que nos ayude a conciliar el sueño más rápidamente. No hay modo de escapar del estado de la comodidad consumista, forma parte de nuestro devenir cotidiano. No obstante, en numerosas ocasiones preferimos refugiarnos en ellas, en búsqueda de nuestro propio bienestar, sentirnos como auténticas majestades a fin de mejorar nuestro estado emocional.
En este mundo, en que todo es buscar el aburguesamiento y gozo, triunfa aquello que ofrece comodidad y eficiencia y el festival Rock In Rio reúne ambas condiciones, aparte de conciertos de gran calidad, todo tipo de servicios orientados al entretenimiento como bienestar y comodidad, en un recinto extraordinario que cuenta con unas magnificas infraestructuras, un plus respecto a otros eventos de más renombre y es que uno se siente a gusto allí casi sin quererlo.
Sin embargo, nunca hay que olvidar que el gran reclamo de un festival de este tipo es y debe ser la música y por desgracia este año el listón ha bajado un poco con respecto a la anterior edición. Los organizadores harían bien en preparar un mejor cartel para la próxima edición, orientado exclusivamente al rock sin apostar tanto por otros estilos como la electrónica o el Pop anglosajón, no quiero parecer un total egoísta pero si no quieren que la fiel parroquia empiece a fallar o que el presidente y creador de Rock in Rio, Roberto Medina, pierda la confianza depositada en nuestro país, deberían volver a la apertura estilística apuntada en la segunda edición ya que parece el mejor camino para la prosperidad y estabilidad del festival, sobre todo viendo las cifras de asistencia que ha deparado esta nueva edición, alrededor de 40.000 personas menos en el cómputo global y pese a adoptar ciertas astucias comerciales, promociones para atraer la atención del público como descuentos a las personas paradas.... Aún así tampoco hay que alarmarse 183.000 personas es una cifra considerable, como para repetir.
Ambiente
Para la siempre dificultosa tarea de animar a la gente, a mitad de la tarde, la vitalidad y frescura de la nueva sensación del pop español, los murcianos Maldita Nerea, el mejor ejemplo del nuevo paradigma del negocio de la música, lo que se traduce en canciones inmediatas, optimistas y sin apenas florituras, y estribillos pegadizos que llegan y se van, sin que apenas te des cuenta, hasta que te descubres tarareando alguno de ellos cuando menos te lo esperas.
Músicos que deslumbran tanto por su elegancia como estilo, conjugando buen gusto musical con óptimas formas en los acabados estilísticos, texturas suaves aunque resistentes a la vez, refrescantes y bonitas melodías, como el caso de “Fácil”, “En el Mundo Genial de las Cosas que Dices” o “¿No Podíamos Ser Agua?” destinadas a escalar posiciones en todos los rankings en las que participen y convertirse en la perfecta banda sonora de este verano atípico; y otras más populares, por citar, la lentitud tediosa de “Tu Mirada me Hace Grande” y la sobredosis azucarera de “El Secreto de las Tortugas”, en las que su vocalista Jorge Ruiz supo mantener su voz en un estado de contención excepcional, induciendo a un suspense inexorable en lo más profundo de nuestra emotividad. ¡Imparables!
- Piedra, Papel o Tijera
- Cosas que Suena a Triste
- Por el Miedo a Equivocarnos
- Fácil
- En el Mundo Genial
- Con Trocitos
- ¿No Podíamos Ser Agua?
- Tu Mirada me Hace Grande
- El Secreto de las Tortugas
Maldita Nerea
Ni por asomo desentonaban los siguientes en subirse a escena, uno de los grupos superventas del panorama nacional, nos referimos a los donostiarras La Oreja de Van Gogh; pese a que su pop-rock es de un matiz sensiblero y pasteloso, teniendo un efecto balsámico y placentero en los adolescentes enamorados.
El carisma y espectacular rango vocal que hizo gala la guapísima Leire Martinez, otorgando una tonalidad exquisita y desbordante sensualidad a las canciones, embarcó a los miles de seguidores, literalmente en un camino sin retorno, en un viaje mental a lugares agradables; unos registros vocales inasequibles con una profundidad, intensidad y emoción, huyendo de convencionalismos, voz dulzona acompaña de gestos prestados y delicados, reflejando un lado más humano y cordial; reivindicando en algunas de sus intervenciones un masivo apoyo al pop anglosajón cantado en español (Hay muchos garajes con grupos cantando en español); también abogando por un mundo justo, sostenible y en paz en el País Vasco, que se pueda pasar por fin página al mal causado por E.T.A en una emotiva “Promesas de Primavera” y desplegando sin fisuras su arsenal de clásicos como la melancólica “París”, la romanticona “Dulce Locura” y la irresistible fragilidad sonora de “La Playa”, la añoranza a su ciudad haciéndonos pasar una buena sobremesa ante la llegada de los principales reclamos, algunos con café y todo.
- Día Cero
- Cuidate
- Promesas de Primavera
- París
- Mi Calle es Nueva York
- La Playa
- Dos Copos de Nieve
- Puedes Contar Conmigo
- Dulce Locura
- La Niña que Llora en tus Fiestas
- Cometas por el Cielo
La Oreja de Van Gogh
Ejemplos como el artista catalán Macaco no son más que un símbolo significativo de oportunismo musical, una circunscripción al mainstream puro y duro, una música buenrollista y antiglobalizadora hecha para ser altamente comercializada.
Aún así no podemos negar que tiene una buena banda de músicos y un sonido multicultural singular, aunque algunas de las bases musicales guarden algo de similitud a las empleadas por el cantautor francés de origen español, Manu Chao.
Un compendio de músicas de todo el mundo, desde la rumba catalana, pasando por el reggae y atreviéndose con ritmos más electrónicos, con la suficiente química y frescura como para poner a bailar a todo el mundo. Dani Macaco canalizó su concierto como si de una fiesta se tratase por medio de canciones cargadas de humanismo, fraternidad y optimismo, “Moving”, “Con las Manos Levantas”, ”Tengo”, “Love is The Only Way”..., que instan a vivir la vida minuto a minuto. Una luminosa versión de “Monkey Man” (Hombre Mono), le permitió volver a recordar sus fabulosos inicios en las Ramblas de Barcelona y dar a saber a quienes aún desconocen el origen de su apodo, como desde bien pequeño le bautizaron con el nombre de Macaco, a raíz de estar siempre imitando a los monos.
Macaco
Es agradable comprobar cómo aún quedan artistas con capacidad para maravillar en estos tiempos en que nada es sorprendente, Lenny Kravitz es uno de ellos, una auténtica estrella de rock que ha
hallado las llaves que abren definitivamente de par en par las puertas del éxito, no incurrir en un ordinario inmovilismo musical, tratar de generar absoluta credibilidad en la defensa del rock y acallar a aquellos que lo siguen considerando como una moda pasajera en su tiempo, partiendo siempre de un eclecticismo musical que albergue rock duro clásico, la distorsión Fuzz de Hendrix, el misticismo de los ingleses Led Zeppelin y algunas influencias de funk, soul y rock psicodélico, junto a una estética chulesca semejante a la que predominaba en los setenta y una fuerza interior que le impulse hacer realidad sus inquietudes artísticas, sin miedo a fracasar.
Poco importa su leve aproximación hacia sonidos mucho más comerciales en discos como “It's time for a Love Revolution” o “5” , a fin de agradar a las grandes masas, ya que cuando pisa un escenario, demuestra que ha nacido para ser rockero de pura cepa, una aluvión de energía y vitalidad, tratando de desentumecer los huevos del espectador a golpe de rock duro con toques retros de los 60 y 80 y elementos de funk, jazz soul y música africana. Si bien, es cierto que a lo largo de sus veinte años su receta de cara al directo poco ha evolucionado, la elegancia y vitalidad con la que interpreta sus canciones te hace quedarte rendido a sus pies, eclipsando la mínima posibilidad de una apatía generalizada, con un gusto ecléctico y revitalista, acordes incandescentes que superan el efecto de “Expectativas controladas” por parte de su público.
Un concierto impactante, natural e impecable en el cual un entusiasmado Lenny, armado con unas gafas negras, fue complaciendo al público español con un nivel de exigencia muy alto, echando mano de todas sus cualidades innatas y dando fe que su nueva orientación musical le va como anillo al dedo. No obstante, aunque se haya vuelto algo elitista, sigue optando por un repertorio de grandes éxitos, en vez de interpretar algunas de esas canciones que pasan desapercibidas para muchos.
Su música es tan directa que es imposible esconderse y no ser arrastrado por la corriente de sus sentimientos, como bien sucedió en una palpitante “Come On Get It”, en su versión moderna de “American Woman” (Una canción de la banda canadiense The Guess Who) o la frescura setentera de "Rock Star City Life”.
Lenny Kravitz
“Gracias por venir a darnos un propósito, el de utilizar la música para propagar el amor", palabras calurosas que dieron paso a temas más exuberantes, matices más soul y funk, influencias notables de Prince como “Believe in Me” o el que da nombre a su última obra “White and Black America” con proyecciones de imágenes de su infancia y una sección de viento que iba creando sonidos que evocaban perfectamente la música negra de los años 70.
“Where Are We Runnin'?” nos introducía en el tramo más puramente rockero de su actuación, un colchón sonoro deudor de los clásicos del género que fue acompañado en los imperecederos himnos espirituales “Fly Away” y “Are You Gonna Go My Way”, de una exhibición de fervor desmesurado, dardos envenenados capaces de atravesar el corazón y dejarte descolocado y con la mente desvariando. Y si eso no fuera poco, concluyendo de un modo correctísimo y reverente, bajándose a dar la mano a algunos de sus seguidores y mientras se pegaba una fastuosa versión extendida del “Let Love Rule” , conduciéndonos a un suspiro compulsivo de satisfacción, prácticamente a que había ofrecido lo que todos esperábamos, un directo de los que no se olvidan.
- Come On Get It
- Always on the Run
- American Woman
- Mr. Cab Driver
- Black And White America
- Fields of Joy
- Believe in Me
- Stand
- Rock Star City Life
- Where Are We Runnin'?
- Fly Away
- Are You Gonna Go My Way
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- Let Love Rule
Lenny Kravitz
El grupo de rock mexicano Maná, como si de la receta de la Coca Cola se tratase, ha descubierto apresuradamente la poción de la que se obtiene esa chispa que a todo el mundo parece gustar, aunque a diferencia de la mastodóntica empresa de refrescos, que aún guarda con total secretismo el ingrediente que le hace ser diferente, de ellos conocemos perfectamente su fórmula, construir temas a partir de estructuras clásicas de rock y abastecerlos de un aire romántico y acogedor por medio de melodías aparentemente tranquilas y sentimentales a la par que etéreas y melancólicas.
Una fórmula de lo más simple pero que resulta efectiva en aquellos que se sienten identificados con su carácter soñador y sensiblería de alto precio. La verdad es que lo tenía fácil para salir por la puerta grande, una audiencia entregada y ansiosa por volver a oír “Vivir sin Aire”, “Clavado en un Bar”, “De Pies a la Cabeza” o “El muelle de San Blas”. Aún así, se tomaron el concierto como una nueva revalida en vista de certificar que su amor por la música es auténtico, mucha honestidad e impregnando de un elevado y hondo sentimiento humano cada nota, incluso mandaron ánimos y buenas vibraciones
a la selección española ante la proximidad de su partido de la final de la Eurocopa contra Italia.
No cabe poner un solo reparo a su actuación en la que sin descanso supieron ganarse el reconocimiento unánime del público asistente, con un repertorio fresco y tarabeable, lleno de hits y lejos de un soporífero amaneramiento. Empezaron de manera brillante con dos de sus mejores sencillos de su carrera “Dejame Entrar” y “De Pies a Cabeza” mitigando nuestras dudas de que si por un casual se habían vuelto predecibles o su espontaneidad de antaño se había esfumado por arte de magia, echando toda la carne en el asador y jugando con la reacción del público. Una forma inmejorable de tonificar el cerebro para afrontar lo que nos venía seguidamente, baladas agridulces como “Lluvia Al Corazón”, “El Dragón” o “Manda Una Señal”, melodías que te doblegan e impactan emocionalmente, con registros vocales un pelín monótonos pero con un tono ligeramente optimista convirtiéndose en toda una pequeña lección de vida, el amor es el cimiento de la felicidad, no hay amor sin felicidad, ni felicidad sin amor.
Un público a priori entregado, coreó y se rindió de hinojos a una banda que supo conquistar el corazón de los miles de españoles con su maravillosa capacidad de síntesis, su habilidad de tejer canciones cercanas y honestas que buscan siempre tanto tocar la sensibilidad del oyente como la ensoñación en el plano de la profundidad de las cosas; y haciendo feliz un cordial Fher a una de sus féminas seguidoras, invitándola a participar en una intima sesión acústica (“Se me Olvidó Otra Vez”, “Te Solté la Rienda” y “Eres mi Religión”); junto a él y Sergio Vallín, en un ambiente de lo más familiar, sentados en una sofá ante la mirada exhausta de los miles de asistentes.
Maná
Aunque hayan dejado de facturar obras interesantes de la cabeza a los pies como hicieran en el pasado con “¿Dónde jugarán los niños?” o “Sueños líquidos”, para que engañarnos sus últimos trabajos se salvan por singles tan redondos como puntuales (“Labios Compartidos”, “Amor Clandestino”, “Mi Reina del Dolor”, “Bendita Tu Luz”) que les mantienen en el candelero; sobre las tablas, sin embargo, demuestran el porque de su grandeza, músicos interpretando sus canciones con entrega, dotándolas de sentimiento puro y un magnetismo que atrapa sin darte cuenta y es que
cada instante iba siendo precioso e irrepetible, no obstante me gustaría destacar la exquisitez de “Mariposa Traicionera”, con ese brindis previo, con tequila, por parte de Fher y la trepidante recta final con unas agitadas “Vivir sin Aire”, “Clavado en un Bar” y “Corazón espinado” que fueron coreados a pleno pulmón por todos sus fans, confirmando que cuando el entorno físico y emocional les acompaña siguen siendo el mejor grupo de rock latino del momento. ¡Una clase magistral!
- Déjame Entrar
- De Pies a Cabeza
- Lluvia al Corazón
- El Dragón
- Manda una Señal
- Bendita tu Luz
- Mariposa Traicionera
- Latinoamérica
- Clavado en un Bar
- Me Vale
- Se me olvidó otra vez / Te solté la rienda / Eres mi religión
- Vivir Sin Aire
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- Rayando el Sol
- El Muelle de San Blas
- Corazón Espinado
- Labios Compartidos