Igual que todo lo que sube tiene que bajar, todo lo que empieza tiene que acabar, y aquella noche asistíamos al último concierto de la Semana Grande de Santander con un sabor de boca agridulce. Estaba clarísimo que se nos había alegrado el día al despertar y saber que en pocas horas íbamos a ver a Cyan y a Amaral, pero por otro lado ese era el día en el que finalizaban siete días de fiesta que si por nosotros fuera hubiésemos prologando durante varios meses.
Si hay algo que me guste personalmente y por supuesto a todo nuestro equipo es el escuchar nuevas bandas, siempre ha sido ese el espíritu que ha inundado nuestro trabajo y es un gran aliciente descubrir toda la variedad de tonos y matices que componen la amalgama de bandas que forman la música estatal. Al fin y al cabo como se suele decir lo bien hecho bien parece, y sea cual sea el tono de las melodías y sus ritmos, la música bien hecha no deja de serlo pertenezca al estilo que pertenezca.
Aquella noche tuvimos el placer de descubrir a la banda catalana Cyan, que daban el último concierto de su gira, y que se mostraron encantados por estar allí con nosotros ese rato en el que el público tímidamente se iba acercando hasta abarrotar la campa de la magdalena.
Si bien es verdad que en un primer momento me sorprendió, al dar cierta sensación de poco dinamismo, que con las canciones que abrieron el concierto el vocalista estuviese sentado tocando el teclado a la vez que cantaba, después llegó el turno de ritmos más acelerados y esa impresión se rompió en añicos como cuando arrojas un espejo fuertemente contra el suelo.
Cyan
Vimos a un grupo emocionado, conmovido y muy compacto, dando las gracias al público por acompañarles a pesar de la lluvia. Ellos comentaban que como se notaba que éramos del norte, que en Barcelona ante el abismo de las gotas de agua la gente desaparecía. ¡Pero claro!, como es evidente Cantabria es tan verde y tan bonita por algo, y nosotros estamos más que acostumbrados a que jarree y hasta a que caigan del cielo truenos y relámpagos, y sino que se lo pregunten a todos los que asistimos a la jornada del martes, en la que llegamos a casa como una sopa, pero más contentos que unas castañuelas. Y en esta ocasión tampoco íbamos a permitir que nada empañase una estupenda actuación.
Al ser la primera vez que veo a este grupo no es que me atreva demasiado a aventurar opiniones ni a dar juicios de valor, me pareció una banda honesta, humilde y consiguieron defender bastante bien su actuación durante la hora que duró. Me sorprendió la versión que hicieron del tema “Salitre” de Quique González, incluida en un EP que es lo último que han publicado y titulado “Que viva ese ruido”. Aceleraron la canción y le dieron un aire bastante diferente al original. Aunque en cierto modo jugaron con ventaja, ya que creo que cualquiera que toque una composición de este gran artista tiene ganada la batalla de antemano.
Por lo demás pudimos disfrutar de algunos de los temas de su último larga duración, que salió el año pasado y que lleva por nombre “Historias para no romperse” y estoy segura, aunque no sé cuáles serían, de que también cayó alguna que otra canción de su primera publicación “Cyan” (2008).
A pesar de no entender demasiado de este pop-rock que practican los Cyan no hay que ser demasiado listos para saber que si han estado girando con Amaral por algo será. Y como seguro que a más de uno le pica la curiosidad, ellos lo ponen más que fácil al permitir la escucha de todos y cada uno de sus temas en su web: www.somoscyan.com/musica.
Cyan
Varios miles de personas esperaban impacientes a que Amaral saliera a llenar las tablas de un escenario, por cierto no pequeño, pero que hasta cierto punto supieron abarrotar de la mejor de las formas posibles.
La emoción contenida se palpaba en el ambiente y se respiraba el olor de la ilusión que se desprendían de los poros de todos y cada uno de los allí presentes. Así que mientras comenzaba la cuenta atrás el público repetía exultante los números que darían comienzo a algo muy grande, y desde el cinco por fin le llegó el turno al 1 y tantas ganas encerradas pudieron por fin explotar en un enorme aplauso, la fiesta llegó después de un tema como intro, que no fue otro que “All tomorrow´s parties” de Velvet Underground, presidido con la imagen en la pantalla del mismo rey de la selva.
La imagen de la enorme sonrisa del baterista se me clavó en el alma como un dardo envenenado mientras la piel se erizaba al escuchar ese “Uh, uh, uh, uh” que sólo Eva puede entonar como es debido y que dio paso al huracán de “Hacia lo salvaje”. En ese momento la imagen del león en la pantalla se tornó en un ciervo. Estaba más que claro que toda la carne estaba en el asador y que esta banda nos iba a devorar y se iba a comer el escenario sin muchas concesiones y sin ninguna compasión.
No sé si tendrán la fea costumbre de conseguir emocionar a todo el público como lo hicieron aquella noche, pero sin duda alguna está claro que todos y cada uno de los miembros de la banda son unos animales de escenario. Me encantaron unas formas que hicieron gala de una gran humildad y de un carisma con pocos precedentes.
Al acabar esa primera canción no hizo falta más que un “Buenas noches Santander” para hacer enloquecer a un público que aplaudió fervientemente todas y cada una de las canciones que esa noche sonaron, tanto las más míticas como las más nuevas.
Me gustó y mucho que Eva diera las gracias casi al finalizar todas y cada una de sus canciones, que dijera que era un placer estar allí esa noche como hace algunos años (para ellos un placer y para nosotros un auténtico lujo), me encantó que presentara a Juan Aguirre y que luego él fuese presentando poco a poco entre las canciones al resto de la banda. Y ya me ganó del todo, aunque fue al principio, antes de que empezase a sonar “El universo sobre mí”, que dijesen que aquella noche ellos se sentían todo lo contrario de solos. También se preocuparon por si nos estábamos mojando mucho y por si estábamos a gusto, ¡como para no estarlo!. Pero bueno, para bien llovió tímidamente al principio de su actuación y luego la cosa paró.
Amaral
Disfrutamos de más de dos horas de un auténtico canto de sirena para los oídos, que como Eva anunció, se iba debatiendo entre los temas de siempre y aquellos que forman “Hacia lo salvaje”. De este último trabajo resultó especialmente emocionante la imagen de la vocalista dedicándole a la memoria de su madre “Olvido” y comentando que era la única persona de la que no era capaz de olvidarse pasase lo que pasase. Como para no emocionarse…
Escuchamos en su totalidad esta nueva propuesta que personalmente me encantó, a pesar de no haber escuchado el disco, unos temas con unas letras como para quitarse el sombrero, y de las que destacaría “Van como locos”, “Montaña rusa”, “Si las calles pudieran hablar” y “Esperando un resplandor”. Me impactó esa frase que decía algo así como “quisimos cambiar el mundo y el mundo nos cambió a nosotros”. El respetable también hizo suyas unas canciones que son sencillamente sublimes.
Las más míticas con las que en aquellos maravillosos minutos pudimos desgañitarnos fueron entre otras “Moriría por vos”, “Cómo hablar”, “Días de verano”, “Revolución” y “Estrella de mar”. La última de estas canciones que pudimos escuchar fue “Sin ti no soy nada”. Seguro que alguna más que otra sonó aquella noche, pero nosotros nos marchamos porque luego iba a ser muy complicado lograr salir airosos de la campa de la magdalena junto a miles de personas.
Aquella noche simple y llanamente disfrutamos del mayor de los placeres posibles para todos los sentidos y en todos los sentidos. ¿Se puede pedir algo más?.