La Sala Pamara de Comillas viene pegando muy pero que muy fuerte y tengo la impresión de que el concierto de esa noche fue el primero de una larga lista de eventos de esos inolvidables. En esta ocasión nos esperaba una noche de punk muy heavy de la mano de Peligro de Muerte y Lendakaris Muertos.

La expectación se palpaba en los alrededores de la sala desde más bien pronto con la gente esperando a la entrada, ¡cómo para perderse algo así!.

Los Peligro de Muerte (o P.D.M. como se prefiera) fueron los encargados de caldear el ambiente con unos covers que lograron el efecto oportuno de motivar al público, que por cierto llegó bastante pronto a la cita para acompañar también a los cántabros, todo un detalle sin duda alguna.

Esta joven banda nos dejó himnos como “Ayatolah”, “Beat on the brat”, “Johnny”, “Control de alcoholemia”, “Mucha policía, poca diversión”, “Cuenca minera”, “Bailaré sobre tu tumba” o “Assumpta”. Además contaron con la colaboración de Las Modern Sisters en “Me gusta ser una zorra” (pues no cantan nada mal estas chicas). Para cerrar con la mítica y fiestera “Mierda de ciudad”.

La verdad es que lo hicieron bastante bien y supieron mantener el tipo en una de esas situaciones en las que seguro que les dieron ganas de electrificar las vallas del foso para evitar la ira de los desfasados. Se les vio compactos y convencidos de lo que tenían entre manos, dieron un concierto dinámico y sin bajar el pistón y lograron provocar el aplauso y el movimiento generalizado del público allí presente.

Os podéis hacer una idea de lo que ofrecen los Peligro de Muerte en su web: www.myspace.com/peligrodemuertepunk

Huyendo a pasos agigantados de la vulgaridad, como siempre, salieron a escena los enormes Lendakaris Muertos.

Creo que ya no hace falta esconder por mucho más tiempo mi infinita predilección por esta banda de macarras, punkys, o como se les quiera llamar, bueno, más bien por esta banda de señores que me tienen enamorada hasta las trancas. Y es que aunque a veces parezca mentira me pongo colorada cuando ellos me miran, creo que son de las pocas personas que logran ponerme de un buen humor casi insoportable, y eso que no son de mi familia y que no tienen la obligación de ello. A ver quién es ahora el guapo que se atreve a decirme que en un momento de bajón no se ha puesto una canción de estos genios y se ha reído hasta de su propia sombra. Para mí hay muy pocos con los que compararles (o nadie) y me ahorran una pasta en terapia psicológica.

Así que al oír el primer acorde de lo que se avecinaba el subidón de adrenalina fue inmediato. El público enfervoreció y aquello parecía una olla a presión a punto de explotar. Aunque sí que es verdad que la gente respetó bastante y las hostias fueron más bien pocas (unas 15 ó 20), tal vez íbamos preparados para salir de allí mucho peor.

Y lo que yo me pregunto siempre, en cada concierto, es si los Lendakaris están en esto por las drogas o están en las drogas por esto, tal vez ya hasta se vean más guapos con las orejas farloperas y odien demasiado el futbol para dedicarse a otra cosa que no sea hacer música. La verdad es que no sé porqué están en esto porque si Aitor después de cada bolo pusiese una demanda por lesiones seguro que a estas alturas de las circunstancias ya eran más ricos que el presidente del grupo Inditex.

Aquella noche no faltaron los detalles de siempre y tampoco sobró la energía sin concesiones, creo que fue la vez que vi a la banda más motivada. Y ya llego a perder toda la objetividad porque pondría la mano en el fuego (y se me quedaría gélida) diciendo que sin duda alguna ha sido el mejor concierto de Lendakaris Muertos que yo he presenciado. Aitor en mitad del concierto incluso se fue al váter a miccionar (increíble pero cierto, ¡no se puede ser más punky!, y con eso lo digo todo y no digo nada). Allí volaron los banderines de España, allí pasaron mil y una cosas que se quedarán en la Sala Pamara de Comillas.

El set list del grupo como siempre a la altura de las circunstancias, brutalmente abultado, más de 40 canciones entre las que destacan las nuevas (por eso de haberlas escuchado menos en directo), y entre ellas para empezar a abrir boca “A la calle!” y “Estamos en esto por las drogas”. Se tocaron casi entero el nuevo trabajo, tal vez faltó la concisa “Derrochas agua”, anda que no les habría costado poco o nada meterla, menos de 20 segundos, pero bueno… Las que no faltaron fueron “Cómeme la franja de gaza”, “Una de rumanos”, “Punk de molde”, “La hoz y el Martini”, “Ni sí ni no ni todo lo contrario”, o “Síndrome de download”.

De las clásicas, casi todas se han convertido en imprescindibles, pero como para gustos son los colores, comentar que a mí me pegó el subidón al ritmo de “Detector de gilipolleces”, “Héroes de la clase obrera”, “Esto no es punki”, “Marido y mujerta”, “Fuimos ikastoleros”, “Oso panda”, “Bobo a bordo”, “Siempre nos quemará París”, “Centro comercial”, “Hotel familiar” y “Se habla español”.

Para acabar tanto despropósito pusieron el cierre (como suele ser habitual, creo) con “ETA, deja alguna discoteca” y “Veteranos de la Kale borroka”.

Y poco más se puede decir, aquello fue una fiesta en mayúsculas que seríamos capaces de soportar (sarna con gusto no pica) a diario sin el más mínimo problema.