El viernes 12 de abril nos dirigimos a la madrileña Sala Cats para recibir a los aragoneses Tako una vez más en la capital, esta vez presentando su flamante último trabajo de estudio, “Las campanas de la vergüenza”, editado a finales de 2012. Un disco muy acertado y con canciones que reflejan el momento que se vive actualmente en nuestro país, social y económicamente.
Los encargados de abrir la velada fueron los locales Amasijo, banda que aúna un rock urbano de letras inspiradas con ciertos aires funk y momentos cercanos al indie y que, pese a su corta trayectoria, cuenta con dos álbumes editados: “Amasijo” (2011) y “Vida” (2013). Por desgracia, no pudimos llegar más que al final de su actuación, por lo que pedimos disculpas, no sin acordarnos una vez más (y sin que sirva de excusa) de los culpables de que en los últimos años los conciertos se tengan que ceñir a unos horarios más propios de “Los Lunis” que del rock & roll.
Tras un breve descanso, se apagan las luces de la sala y escuchamos, a modo de intro, una serie de diálogos de los responsables de que estemos como estamos, los que día tras día hacen sonar “Las campanas de la vergüenza”.
Y es con este tema con el que Tako saltan al escenario, uno de los más cañeros del disco al que da título y una gran elección para abrir fuego, consiguiendo que el público se venga arriba desde la primera nota con ese riff pegadizo y coreable y una letra que invita a moverse, en todos los sentidos: “Hemos aprendido a preguntar, deberíamos hacer justo al revés, es la hora de empezar a responder”.
El comienzo del concierto es arrollador, y al anterior tema le siguen, sin tiempo para respirar, el adrenalínico “Con Dios y con el diablo” y “Ayer, hoy, por siempre”, pieza imprescindible en el repertorio de los de Ejea de los Caballeros, para terminar de meterse al público en el bolsillo.
Vemos muy integrado en la banda a Pedro Díaz “Peri” (ex-Mägo de Oz, Canallas y muchos más), sonriente durante todo el concierto, sumándose a los coros y cumpliendo a la perfección en la difícil tarea de sustituir a un fenómeno como Fernando Mainer al bajo, que está de gira con Mägo de Oz.
A la guitarra Fernando Girón, reputado guitarrista madrileño que ya ha colaborado con Tako en anteriores ocasiones y que sustituye también a Íñigo Zubizarreta, al menos respecto a la formación encargada de registrar los últimos discos de la banda. Tras ellos, sentado a la batería, Teto Viejo, aportando el ritmo y la pegada necesarios y cómo no, el núcleo de Tako, formado por el carismático Nacho Jiménez al teclado y Mariano Gil “Rones” al frente, encargado de comunicar con el público y derrochando energía como siempre.
Tako
Con un sonido en la sala potente, aunque quizás algo falto de nitidez , llega el turno de “El alma atada”, que fue el primer adelanto de su último disco. Una canción de ánimo y apoyo a las personas que padecen cáncer de mama, tras la que siguen “Seda negra” y “La mitad de mis espejos”, dos de las perlas que contenía el álbum “13”; la primera intensa y potente, y la segunda una emotiva canción de amor, el primer medio tiempo de la noche.
Pero no hay tiempo para descansar, y las revoluciones vuelven a subir con “Palomas de cartón”, de mis favoritas del nuevo disco. A estas alturas del concierto la gente está completamente entregada y no es de extrañar, los aragoneses pueden presumir de un público fiel y apasionado aunque no sea todo lo numeroso que debería para una banda de este nivel. Y es que la sala estaba lejos de llenarse, como es lógico al tener el doble de aforo que el lugar en el que estaba originalmente programado el concierto, la Sala Caracol, que el ayuntamiento había cerrado sólo dos semanas antes.
Esto pudo deslucir un poco el espectáculo, al menos desde el punto de vista del ambiente, pero los maños tienen tablas de sobra y por encima de todo, muchas ganas de demostrar lo que saben hacer. Así, tras “Entre tinieblas”, atacan con uno de sus verdaderos clásicos, “Carpintero de condenas”, un auténtico temazo que cantamos a pleno pulmón todos los asistentes.
“El sueño se acabó en el 2007”, canta Mariano en “2007”, el primer tema de “Las campanas de la vergüenza” y así es, pero no para ellos, que en mi opinión desde ese año atraviesan un estado de forma inmejorable, quizá el mejor de su carrera. En estos seis años han editado cuatro discos de estudio y el imprescindible directo “Takorce”, todos con la acertada producción de Dani Alcover.
Y se suceden los temas míticos de la banda, caen “A las puertas del deseo” y “Pintahierros”, el primero en concreto un imprescindible en cualquier antología del rock español. Entre explicaciones de Mariano acerca de las nuevas composiciones y los habituales comentarios espontáneos de Nacho, nos dejan con tres temas seguidos de su último trabajo: “El palacio de la soledad”, “Princesa acurrucada” y “La tienda”, canción para la que acababan de estrenar videoclip, de ritmo pesado y con una sutil invitación a la reflexión en su mensaje.
Tako
El final del concierto se acerca, y Tako interpretan otro tema que no podía faltar, “La dama de blanco”, incluido en su segundo álbum homónimo, nada menos que de 1986. Mariano nos explica al acabar que, a veces, algunas pequeñas mentiras piadosas pueden ayudarnos a ser algo más felices, introduciendo de esta manera “Miénteme”, que da el paso perfecto al punto de locura obligatorio en el rock. Esto en el caso de Tako es “El viejo resina”, un trallazo que en directo parece ser aún más rápida, más punk, con Nacho que deja el teclado para cantar al borde del escenario y hacer, por fin, lo que desde las primeras filas se le lleva reclamando todo el concierto: tirarse al público (“Nacho tírate, Nacho tírate... ”).
Los maños se retiran al camerino, para salir poco después Mariano con la acústica a interpretar el meláncolico “Trenzas de arena”, en el que los miembros de la banda se van sumando de uno en uno según progresa el tema. Así comienza el bis, y sólo faltaban dos canciones como “Poeta nocturno” y “El enterrador”, que tampoco fallan nunca en el repertorio, para hacer sudar las últimas gotas al público a base de saltar, bailar y cantar.
Terminan en comunión perfecta con la gente con “Oh, oh, oh”, que parece un himno de estadio y la verdad es que nos dejan con ganas de más, y no precisamente porque no se hayan dejado la piel en el escenario los Tako.
En definitiva, un muy buen concierto de una banda en plena forma pese a llevar 29 años ya al pie del cañón. Tako son una garantía en directo, y si te gusta el rock estatal no debes perdértelos. Quien los tacha de ser algo suaves, o pop-rock, es porque no los ha visto en directo, donde derrochan fuerza y Rock & Roll.