Dice una ley universal que todo lo que empieza acaba. En algunos casos es un alivio fenomenal, pero en otros la cosa tiene mala baba. Vamos a romper la ecuación de la despedida  y a espantar esa tristeza sobrevenida. Inmersos solo en el placer creeremos que este punto y final, será solo un punto y coma. Porque si ocurre en Granada, si nació allí, lleva dentro una extraña magia, que también llaman “malafollá", que puede conseguir que lo blanco se haga negro.

Saben los trenes de pañuelos al aire y lagrimas, conocen  las estaciones el aroma de la ausencia y el ansia de la espera. Saben los raíles de sonidos que se alejan y del rumor de los ecos que lo empujan en paralelo, como horizontes opuestos hechos de acero.

Se me agolpan las sensaciones, las palabras  se amontonan en un desorden aparente, mirado según que lente, yo sé que es solo un juego de palabras. Hoy en Tren, es el nombre de una sala, será la estación. Un escenario lleno y después vacio, y los raíles el lugar por donde la música baja al suelo y desde donde suben los gritos y los saltos. Fue todo el sábado 16 a las 11 de la noche Horario Zulú.

No quedó ni una entrada sin vender, la ocasión así lo merecía, todo lo demás habría sido una decepción. Así todos apretados y expectantes se abrió el telón.  Tras la intro empezó “Mis barranqueras”. Como una granada que estalla, la deflagración nos dio a cada uno nuestra parte de metralla. Es potente, muy potente, hace vibrar cada célula del ser. Creo que esa es la idea, empezar con una declaración de principios, igual que  mantener en el escenario y bien visible la arbonaida, y en el fondo la ya característica estrella de ocho puntas con tintes andalusíes. Siguen con “Tango”, a los platos el ChicoNar. La entrega de la gente es innegable. Sin lugar a dudas los Zulú saben la fibra que tocan. Después  de 13 años pisando tablas y cientos de conciertos,  conocen sobradamente donde esta el punto G de su público. Debo admitir que he llegado muy tarde a tenerlos en consideración, mas por ignorancia que por mala intención.  Reconozco que los temas en directo emocionan incluso más que en el CD. 

Como en todas las despedidas, la gente que te aprecia suele aparecer, de esta forma no faltaron unos invitados de lujo. Con el tema “Volvió a darme por buscar”, Ana María Luque, a la sazón hermana de Paco, puso su garganta flamenca a sonar y dejó suelto su duende y la fuerza de su “quejio”.  En “Misas y cenas” colaboró El Quilate y Sho hai y R de Rumba en “Luego querrán”, pusieron un puntito mas de hip-hop, esta vez sin Aitor en el escenario. 

Sin ninguna duda Hora Zulu hacen música, y esto no es una afirmación de Perogrullo, una música sin complejos  des-corsetada, poniendo en práctica que el idioma de la música es propio. Por eso se puede marinar el hip-hop y la rumba, el metal y el flamenco, el hardcore y esos sonidos una octava más baja, del mundo árabe. Intentar definirlos es como ponerle el cascabel al gato. Solo podría calificarlo alguien tan soberbio como para creer poder distinguir y ponerse por encima de las músicas. No seré yo quien caiga en ese pecado capital. Mención especial para Paco Luque y su dominio de las distintas técnicas que maneja con la guitarra, solo quienes hemos intentado alguna vez hacer sonar ese maravilloso instrumento sabemos de la dificultad y solo podemos mostrar admiración. Por cierto preciosa la LTD negra y roja.

En la misma línea de la potencia desplegaron sin piedad temas como “Coplas de negra inquietud”  “Lluevan flores” “Yonki superstar” o “Por los ceniceros”. Como era de esperar en una noche como esa,  el repaso a su trayectoria era obligado y deseado.

Poco a poco el tiempo pasó rápido y cuando quisimos darnos cuenta estábamos en los  bises donde sonaron “Golpes de pecho”, “Agua de mayo”, “Andaluz de nacimiento” y “A ver si me entiendes”. Y uno lo entiende, por qué en estos 13 años han demostrado ser una banda comprometida, con una inmensa carga social, con una actitud y unas ideas claras. Eso se ve en las letras, siempre cargadas y combativas. Es de agradecer en unos tiempos donde nadie se moja, a no ser que sea por dentro y con cerveza. No puedo evitar hacer un paralelismo como mis queridos y añorados 091, solo espero que no sea para siempre como en el caso de los cero. Ambos poseen algo que los hace únicos, y cosas que los igualan,  como el amor a Granada, por que como dice en la Alhambra "Dale limosna, mujer, que no hay en la vida nada como la pena de ser ciego en Granada" Yo lo extendería a otros sentidos también… como el oído…

Aun hay una oportunidad más de verlos en directo, parece ser que  la última bala será detonará el 14 de diciembre en Madrid.

No quiero acabar esto sin recordar los nombres de todos aquellos de que una forma u otra dejaron huella y contribuyeron a que Hora Zulú sean lo que son actualmente:

Paco Luque (guitarra)
Aitor Velázquez (voz)
Quini Valdivia (guitarra)
Alex Bedmar (bajo)
Javi Cordovilla (batería)

Y en algún momento del tiempo fueron también:

Alberto Pinto (bajo)
Ernesto Cabello (guitarra)
Chico Nar
Ale Robledo (batería).

Acabada la noche, el frio se agarra a Granada con avaricia, su gélida caricia nos lleva mecidos en emociones hacia el coche. El día cambio de nombre sin hacer ruido, en la cabeza el concierto bulle y empieza a buscarse un buen sitio entre los recuerdos. No cuento los pasos pero... “voy andando rápido y con una idea dentro… “