A pesar de que en el 12 de Octubre no hay nada que celebrar aprovechamos para acercarnos, una noche más, a mi querida gruta 77. Que gruta es una de mis salas favoritas en Madrid es un hecho conocido y reconocido. La dedicación y el cariño con el que realizan mes a mes la agenda son dignos de toda mi admiración y mi respeto. Tal vez por eso han conseguido llegar al décimo quinto aniversario con tan buena cara.
Si a ello le sumamos un concierto de los chicos que visten las camisas más floreadas del territorio nacional nos pareció motivo más que suficiente para acercarnos a Madrid en este lunes festivo. No importa si La Gran Orquesta Republicana es un grupo al que he visto mil veces bajo los mismos focos, siempre ha merecido, merece y merecerá la pena.
El concierto empezó con la puntualidad que caracteriza al gruta, es decir: una hora tarde. En una sala en la que no se colgó el cartel de vendido. Casi sin darnos cuenta empezamos a mover un pie con “Democracia”, pasando al “Te Quiero” de Benedetti y perdimos la timidez para llegar a “Lo importante está en tu cabeza” ya bailando. Salió el sol y para entonces ya habíamos roto en aplausos un par de veces imaginando la victoria de los vencidos. |
Lo bueno de estar en un concierto no demasiado lleno y con un público tan fiel y entregado como el de esa noche es la complicidad que se crea entre la banda y el público, muchas sonrisas, espacio para respirar y ahí estamos, “Otra Vez”, bailando en “La noche” con la mujer atravesada entre los párpados de Galeano. No faltaron otras delicias del libro de los abrazos como “El miedo global”, “Loco” o “Paraíso”. Incluso dedicaron “Los nadies” al escritor uruguayo recientemente fallecido.
Las versiones de la noche llegaron de la mano de “Dime que hice ayer”, de los casi desconocidos en España Operation Ivy y su “Yellin’ in my Ear”, y una emotiva “L’estaca”, dedicada a la educación pública y en catalán. Tocaron temas de su último disco, “Todo es posible”, editado el año pasado gracias al crowfunding de sus fans como el bailongo “Libre como un taxi”, “Un árbol y una flor” o la canción que da nombre al álbum.
Pidieron a Felipe que se fuera a la mierda, él y toda su familia, padres e hijos, en los acordes de un “Reggae republicano”, fuera de setlist. Por algo llevan la república hasta el nombre del grupo. El matiz de sana locura de la banda de Javier Vegas nos llevó al punto álgido del concierto con “Vida de colores” y dedicaron “El viaje” a Chiapas y a esos pueblos que viven en permanente guerra.
Tal vez no ha sido el mejor concierto ni el más reseñable de los isleños, pero ver a La Gran Orquesta siempre llena de optimismo y buen humor independientemente del día de la semana.
Además, los madrugones con ska son menos malos. |