Eskorzo tampoco consiguió colgar el cartel de “no hay entradas” como en visitas anteriores, el aforo de la sala Caracol no es el de la sala But ni mucho menos. Y me alegro, resultó un concierto más cómodo para bailar y disfrutar.
Madrid les esperaba con ganas y es algo comprensible, los directos de Eskorzo son una fiesta asegurada. El primero en saltar al escenario fue José Uribe, a las baquetas, que fue saludando al resto de componentes mientras salían. Percusión, viento y cuerdas se fueron incorporando al escenario. Para sorpresa de muchos Gustavo, al bajo, aparecía bajo los focos con una mano escayolada. Si no lo hubiera visto no lo hubiera creído porque el concierto de Eskorzo fue una explosión de color y ritmos acelerados que tanto les definen en directo.
Comenzamos paseando por el “Camino de fuego” mientras íbamos perdiendo el miedo a bailar sobre ascuas. Nos soltamos con “Mala conciencia” y sonidos más caribeños. Nos calzamos las “Botas de siete leguas” como si fuéramos un gato de cuento y nos vinimos arriba para acabar en un pogo sonriendo como niños. Con la brocha gorda, la lata de pintura y el temazo “Pinta la pared” dimos paso a temas del último disco con “Mambo zombi” y un rapidísimo “Gilón”.
Arrastrados por la fuerza de la percusión de Zeque Olmo en “El tío del saco”, Toni Moreno (voz) nos pidió mover el culo “Suave”. Caminamos por “La calle la amargura” para acabar escondidos, entre lágrimas de amapolas, en los jardines prohibidos de Baudelaire y sus “Paraísos artificiales”. Tras “Ruido” hubo un pequeño descanso para coger una bocanada de aire.
Mecidos en canciones de amor moribundo Eskorzo nos implicó en “Sé feliz” y “Ojalá estuvieras aquí” dando paso al drum and bass de “Amenaza fantasma” y a su elegantísima versión de “Clavelitos”, que vino acompañada de un grandísimo pogo. A esas alturas ya estábamos empapados en sudor y vigilados por condones inflados que surcaban las luces de la sala. Pidieron el poder para el pueblo en “Dámelo” y llegó el segundo descanso.
El bloque final fue una
locura, engancharon sin parar “Reggae pa mai", “Acelera” y “El que tenga el amor” en el que se marcaron un pasillo donde no pudimos dejar de botar, saltar y soñar. Un conciertazo en el que las caras de felicidad y cansancio nos acompañaron escaleras arriba de camino a la calle. |