No puede haber mejor forma de empezar el año que viendo a Repion en acústico. Así que no nos hizo mucha falta pensarlo mucho y nos plantamos en Discos Cucos para disfrutar del espectáculo.
Tenía muchísimas ganas de ir a esta tienda ya que nos habían hablado muy bien de ella y, por otro lado, abrir un espacio de música hoy en día es una proeza solo al alcance de unos pocos valientes. ¡Bravo!.
Yo había ido a Discos Cucos en tan sólo una ocasión anteriormente, deprisa y corriendo a por unas invitaciones, así no se puede. Pero claro, no vivo en Santander y me cuesta horrores ir a la capital cántabra. Pero, sin duda alguna, es un espacio genial para estar un ratillo ojeando música, buscando vinilos y libros, que ilustran la vida de los artistas y de los diferentes estilos, y disfrutando de una genial decoración. ¡La visita es más que necesaria!.
En este marco incomparable, vivimos la actuación de los cántabros Repion. Mientras veíamos como el lugar se iba llenando, poco a poco, hasta abarrotarse de gente. Unos habían ido expresamente a ver al grupo, otros estaban comprando discos y se quedaron, y otros pasaron por la calle y no pudieron evitar entrar. Estoy segura de ello porque esta banda provoca esa respuesta, hacen que te den ganas de entrar hasta la cocina.
Ya les hemos visto en varias ocasiones y no sé si siempre digo lo mismo o no, tampoco me importa reiterarme, para que quede bien claro: Repion no se entiende de estilos ni de preferencias. Son tan buenos que fascinan, y cualquiera al que le guste la música un poco, es capaz de ver esta evidencia tan aplastante. Cuando un artista consigue que se te olviden tus predilecciones y te enganchan de la forma que lo hacen ellos, eso sólo puede significar que son excelentes.
Personalmente me gustan más los tonos duros, soy muy rockera, cada vez menos punki, pero sí que el rock me fascina hasta límites insospechados. Pues bien, veo a Repion y me dejan tan sobrecogida que es como si estuviese ante la aparición de un extraterrestre. Y concretamente aquella tarde en Discos Cucos me pusieron el alma del revés y me desataron unas ganas tremendas de llorar y de gritar. No en vano, escogieron para el repertorio unos temas de tintes muy melancólicos. Pero eso no es ni bueno ni malo, es simplemente así. Cada cosa tiene su momento, su tiempo y su espacio, y este grupo son buenísimos en lo que hacen que es lo importante.
Sus canciones no son demasiado festivas, pero tienen alma, conmueven, y van directas a tocar la esencia de cada persona. Cuando les estoy viendo me suele pasar que no sé ni a donde mirar, porque a la par que estremecen poseen la fuerza de cien mares embravecidos.
En esa ocasión, les vimos en acústico, con Teresa Iñesta, que toca habitualmente la batería, empuñando la guitarra acústica. Algo que hace de maravilla y de la misma forma que con las baquetas: Con mucha rotundidad. Sí, sí, se puede tocar una guitarra acústica con rotundidad. Esa tarde lo vivimos en primera persona.
La actuación fue breve pero muy intensa, y nos dejaron unas nueve canciones de las que disfrutamos de una forma diferente. Empezaron con "Las flores" y Marina acompañó la música genialmente con un ukelele y con su cálida voz. Le siguieron "La bahía" y más adelante "Un año de mierda". Tema en el que canta Teresa Iñesta con su voz un tanto más dura, y Marina acompañó a los coros. La verdad es que esa canción transmite muchísimo, el título lo dice todo y me encanta, me parece un gran acierto. Es una letra con la que cualquiera se puede sentir identificado, ahora eso sí, lo importante es saber que tras ese año de mierda que ya ha pasado, siempre vendrán tiempos mejores.
A todo esto, continuamos viendo a Diego García al bajo, disfrutando muchísimo y aportando la solidez y el ritmo que da este instrumento. Me gusta mucho el porte que tiene el chaval, y digo lo de chaval porque es demasiado joven, ¡¡jejejeje!!. Parece que está mimetizado con el ambiente y que trata de huir con la mente del lugar, de concentrarse en lo que hace y pasar desapercibido, pero su presencia es más que notable.
La recta final del concierto vino de la mano de sus tres temas más aclamados: "Los días más tristes", "Estaciones" y "Martes", que cerró una brillante actuación y en la que pudimos ver a Marina tocando el ukelele de nuevo. El público en ese momento ya estaba desatado y no dudó en acompañar a la banda con sus voces.
Iría a ver a Repion una y mil veces, porque como ya he comentado anteriormente, otros días que he escrito sobre ellos, su capacidad para hacer sentir es espectacular y pocos grupos consiguen llegarme como lo hacen ellos.
Esta es la crónica de un futuro prometedor y de un grupo que va a dar muchísimo de lo que hablar. Que no se os olvide: "Amapola dueles".
¡Nos vemos en la siguiente!.