COLABORACIONES
 Crónica
 
Ramoncín
  18/11/2017     
  Luis Miguel del Campo     
  Luis Miguel del Campo
  Teatro de las Esquinas, Zaragoza, Zaragoza
www.insonoro.com

El Diablo visitó Zaragoza. Y tocó, cantó e inundó con su música, su entrega y su personalidad todos los rincones de El Teatro de las Esquinas.

Empezó fuerte. Por el final; su primer final, que fue también un principio; otro principio: “Putney Bridge”, con la que dio por muerto al punk; al menos en cuanto a lo que a él se refería. Para siempre. Eso sí, su actitud siempre ha sido, y será, punk. Si no que se lo digan al público que con sus mejores galas acudió a un concierto cuando Ramoncín y WC? eran la sensación del momento; y Ramoncín no se conformó con despacharles una frase ingeniosa, como hiciera su admirado John Lennon en su día en parecidas circunstancias, sino que les tiró unos huevos que había en el camerino. Eso y el título de una de sus canciones bastaron para que en adelante fuera conocido como “El Rey del Pollo Frito” y le recibieran en sus conciertos a huevazos. Y es que no se le puede dar ideas a quien no suele tenerlas, y menos en un país que bastante tenía entonces con intentar quitarse la caspa; algo que no ha conseguido del todo después de tantos años pese a lavarse la cara con frecuencia.

“¡Déjame!”, canto contra las ataduras agobiantes, y “Estamos desesperados” –la cual empezó el propio Ramoncín  a la armónica- fueron las canciones que nos ofreció a continuación. 

Antes de pasar a la siguiente, Ramón recordó a su primo Félix (“Felisín el vacilón”), muy importante en su vida, fallecido en el mes de octubre y al que se aludía en una pancarta que un espectador había subido al escenario cuando éste todavía estaba vacío. Aprovechó también para hacer una reflexión sobre las 180.000 agresiones sexuales a mujeres que se producen al año en España a propósito del juicio iniciado en esos días por una violación en grupo durante los sanfermines de 2016, para seguidamente empezar a tocar “La chica de la puerta 16”. Y es que, como dice de la chica de esta canción, la vida de nadie pertenece a otro u otros si ese alguien no quiere. En este tema Charley Gonzalbo, se incorporó a la banda para tocar el violín.

Con “Diez Segundos” (“el trueno, el fuego, el dolor”), canción sobre un bombardeo, y “La puta suerte” -que desprende espíritu de blues en la música y sabor de cine negro en la letra-, empezaron a aparecer en el repertorio de esa noche los primeros temas de su último disco de estudio íntegramente compuesto por nuevas canciones propias. Pertenecerían a lo que sería una cuarta etapa de su carrera que empezaría en 1998 con el disco “Miedo a soñar”.

  
Ramoncín
 

A estas alturas se notaba que estaba muy a gusto en el escenario. Tanto que a menudo hacía incisos para comentar anécdotas que le ocurrían con señoras mayores cuando iba a hacer la compra o cómo eran los conciertos de Jethro Tull; lo que ocurrió al acabar la versión que hizo de “Thick like a brike”.  Sin embargo no interpretó ninguna de su disco de versiones de rock y pop español.

Entre “Canciones desnudas” y “Reina de la noche”, ambas de su segunda etapa, y  “Cuerpos calientes” y “Como un susurro”, las dos de 1986, sonó“El cuchillo y la herida”, de 2011.

A partir de ese año 1986 sus canciones fueron creciendo en complejidad y dejando a un lado los universos más o menos juveniles de anteriores composiciones pero sin olvidarse de tratar y retratar el desarraigo o la marginación de algunos personajes. Personajes populares de barrio –ya sea éste Delicias o Vallecas-, muchas veces que han existido y con los que se ha cruzado y convivido, y a los que Ramoncín siempre se acerca con cariño y compasión e intentando comprenderlos. Y por muy miserable que él sepa que es alguno, nunca lo juzga. Y mucho menos, lo condena. 

“El cuchillo y la herida”, incluida en “Cuando El Diablo canta...”, fue compuesta después de los acontecimientos de Viña Rock en 2006. Como todo el mundo sabe, consistieron en que cuando Ramoncín –quien en ese momento era muy conocido y vilipendiado por muchos por su defensa implacable de los derechos de autor y del canon digital- salió a cantar sufrió un ataque por parte del público. Esta vez no eran huevos lo que le tiraban sino cedés cortados como estrellas ninja. Algo que podía haber acabado con su vida allí mismo y que le impidió cumplir con su trabajo. Y es que no hay nada peor que decir lo que piensas y llamar a las cosas por su nombre.

Aquello le impidió actuar en ese festival pero no seguir con su carrera. Cuando volvió a grabar un disco de estudio con su nombre fue este que tituló “Cuando El Diablo canta...”,  después de lo que había llovido... Y añadió un rabo de diablo a la grafía de su nombre que figura en las portadas de sus discos.

¿Acaso no denota eso que no ha perdido su actitud punk ante la vida? Aunque él explica que es porque cuando todo el mundo le pregunta si se conserva tan bien porque ha hecho un pacto con el diablo, él responde que no, que es que es el diablo; algo que... bueno, viene a ser lo mismo... ¿no?

Una de sus mejores canciones, por las que se le recordará siempre y que perdurará en la historia del rock español, es la anteriormente citada “Como un susurro”, de 1986, año en que podría considerarse que empieza una tercera fase de su carrera con letras menos directas y evidentes a la primera escucha y que necesitan de una mayor reflexión para comprender lo que sugieren. Mientras la cantaba bajó hasta la primera fila del público y saludó con nombres propios a sus amigos de Zaragoza, con los que había quedado para tomar una copa después del concierto, y  también a los que se encontraban allí.  Y les estrechó las manos. Y besó a ellas.

Pese a ser frecuentes las peticiones de que interpretara “Chuli” y “Barriobajero” tan solo hizo “¡Hola muñeca!” de su segundo disco, ya en solitario; y “ Rockanroll duduá” del primero. Esta última fue recibida con gran júbilo e impulsó a muchos de los asistentes a bailar, y a uno, en particular, a gritar varias veces: “¡WC? a tope!

Cuando estaba interpretando “La cita” miró hacia arriba señalando con el dedo índice, como si se la dedicara a alguien. A quién, parece claro. ¿Por qué esa canción? Él sabrá la razón. A continuación le tocó el turno a “Forjas y aceros”: “Hierro en la piel...  uniformes de hielo que cortan la respiración...barricadas en el corazón”.  

  
Ramoncín
 

Y es que no cae en la fácil complacencia al público soltando su ristra de grandes éxitos en cascada sino que toca lo que le apetece o cree más conveniente. Ni en los festivales. Prueba de ello es que el concierto se anunciaba como de presentación de la caja “Quemando el tiempo” y de este lanzamiento no oímos muchos de sus temas. Y no interpretó la canción dedicada a su primo pese a ser el primer concierto en sala desde su desaparición. Nunca le ha gustado lo previsible ni los lugares comunes. Y es que, según dice él, ya sólo van a sus conciertos los que tienen que ir. Y estos tienen un conocimiento muy amplio de su discografía.

Seguidamente hicieron tres canciones que corresponden a sus trabajos publicados recién abandonada su actividad como presentador y tertuliano de espacios televisivos: “Sangre y lágrimas” (“Habías matado a un hombre con una pistola que yo no te di”) y una versión extendida de “Miedo a soñar”, con mucho protagonismo del violín –ambas de 1998-; antes de acometer “Lágrimas de luna”, de 2000.

Otras de las peticiones más frecuentes del público fueron “Nicaragua” y “Al límite”, de las que sólo incluyó en el espectáculo de esa noche la segunda, siendo muy celebrada. Se bailó y se cantó su letra. Y en ella aprovechó para presentar a la banda, que no podía llamarse de otro modo que Los eléctricos del Diablo: Oscar Castelló (guitarra), Miguel Jiménez (bajo), David Castelló (batería), Charley Gonzalbo (violín), Manuel Silva (guitarra) y Jesús Varas (piano y teclados).

Después se sentó en mitad de las escaleras, muy cerca del público, para cantar con ellos “Hormigón, mujeres y alcohol...”; pero al poco se subió al escenario porque consideró que los asistentes no cantaban con ganas.

En casos como los de esta canción no es de extrañar que mucha gente la sienta como suya, que les pertenece, ya que todos nos hemos visto reflejados en la letra o en parte de ella en algún momento de nuestra vida. ¿Será por eso que algunas personas piensan que no tienen que pagar por tenerla? ¿Porque es algo suyo?

Una vez acabada salieron del escenario mientras el público insistía en que hicieran “Barriobajero”, “Chuli”... y “Nicaragua”. Pero no hubo bises. Tocaron todo seguido, sin falsas interrupciones. Muy lógico, Ramoncín siempre ha sido de: “tonterías, las mínimas”. No iba a cambiar ahora.

El Diablo visitó Zaragoza. Y tocó, cantó e inundó con su poesía, su vitalidad  y su temperamento todos los rincones de El Teatro de las Esquinas.

Y nos entretuvo, nos embaucó en su juego y nos emocionó.
Y disfrutó enormemente en ello durante toda la velada.
Y bailamos con él esa noche, sin importarnos que fuera el Diablo.

  
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