Salgo del portal y enfilo directamente a la entrada del metro. Por lo general suelo andar hasta otra parada por airearme, pero hoy no tengo muchas ganas de cruzarme con gente, ver caras... eso. Así que me sumerjo en esa oscuridad metálica y chirriante esperando que no falte mucho para que llegue el próximo tren. Voy a la sala Shake, en concierto Soma 101 y Perros kon asma. El cantante del último grupo, Iñigo Riki, también presenta su primer libro. “Un lunático con gafas de sol". Llego pronto, así que aprovecho para sacar una cerveza y saludar. Poco rato después empieza a notarse el movimiento de gente que va llegando. Las bandas prueban sonido bajo el ambiente pop rosa y azul de la sala. Se vacía un kalimotxo. Suenan monedas de alguien que acaba de pagar su entrada. Y en medio de ese tedio de rutinas que ocurren en cualquier concierto, acaba por imponerse la tensión apremiante de "igual esto debería empezar ya". |
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Perros kon asma toman el escenario. La banda ha optado por alternar el repertorio musical con la presentación del primer libro de Iñigo Riki (cantante) "Un lunático con gafas de sol". Introducen la actuación precisamente tomando un fragmento del texto que reza: "...Mil historias, mil palabras, mil miradas que hacen estremecer...". Continúan, y para cuando me quiero dar cuenta están tocando "Esta sociedad", a la que siguen "Lucharemos", "No hay libertad" y "Doctor Sueño" (concepto más desarrollado en el libro) con un ambiente de interacción entre el grupo y el público bastante familiar. Llega el momento de la primera versión, "Los chicos ya no quieren llorar" de Radiocrimen, en la que colabora el propio Txarly que sube al escenario tras unos minutos de canción. Hay buen ambiente, sentido, distendido, con garra. Nadie está indiferente: miro a mi alrededor y hay entrega. Puede que parte de la responsabilidad sea de la canción, pero ya venía el ambiente caldeado con todo lo andado anteriormente. Son las ganas de crear un momento auténtico con lo poco o mucho que se tiene. Esas ganas de cumplir sueños calan a fondo, y la respuesta es inmediata, colectiva e intensa. No hay más. El repertorio se acorta por limitación de tiempo, pero caen nuevos temas como "Otra noche", la imperdonable "Mil historias" y alguna versión más, como el habitual remix con que cierran sus bolos "Historia triste", con invasión de público al escenario para cantar los clásicos. Sobre el libro... pinceladas no directas. Más bien frases que recogen algunas reflexiones, por ejemplo "Nuestra felicidad tiene mucho poder: es capaz de destruir el mundo". Ahí lo dejo. Termina la noche y sólo me queda decir que es obvia la diferencia entre ambas bandas: el ambiente que genera, más intenso y contenido en Soma 101, festivo y relajado en perros kon asma. Musicalmente también divergen los estilos, pero ambas tienen algo en común: la necesidad de crear, de estar siempre en movimiento. De aportar. Mentes inquietas, de esas que van escaseando. Por eso creo que es casi obligatorio aprovechar lo que quieren enseñarnos, aunque solo sea para combatir "los terribles peligros de la vida cotidiana" y para decir "yo estuve aquí". De camino a casa me sobreviene el choque con la realidad. Ya sabéis, curros al día siguiente y demás. Pero no quiero ir a casa, y ya de vuelta al barrio me tomo la última con el brillo helado de las aceras vacías como escenario. Hasta otra. |
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