Un día para descubrir porque Vetusta Morla son Vetusta Morla.

El péndulo de Gala en la plaza de Dalí marca los minutos que quedan para que comience un día en el mundo. Pero no cualquier día. Hoy Vetusta Morla celebran una historia, una trayectoria y rinden homenaje al disco que cambió sus vidas. Aquí están todos esos que ahora, cuando ven a Vetusta por la pantalla del concierto, porque el trabajo no les ha dejado llegar antes y coger buen sitio, rezan aquello de: “yo los vi en el Café La Palma cuando no los conocía ni su padre”. En esa misma sala también me han confesado que hay muchos productores que ahora se dan de hostias y dicen aquello de: “¡Cómo no lo supimos ver nadie!”. Ya se sabe, a veces la respuesta está delante de tus narices y, por no sé qué motivo, no lo vemos; o somos tan arrogantes que siempre creemos que vendrá algo mejor. Pues nada, que aquí están petando el Palacio de los Deportes de Madrid un 30 de diciembre. Se encargaron de ponerle banda sonora al solsticio de verano y ahora le dan al play para cambiar el tono de la navidad.

Todo el concierto fue una constante de retrospectivas. Salieron de Callao en 2008 con el vídeo de “Otro día en el mundo” para presentar su disco debut, y aparecieron 10 años más sabios detrás del escenario del Wizink, caminando hacia las más de 15000 personas que se dieron cita. Esto empieza con los pelos de punta. Pinta bien.

Las camisetas de Pucho nunca son fortuitas, y en esta ocasión, el 30.12.18 tampoco. Recordaba la misma fecha de hace 20 años en Tres Cantos, cuando dieron su primer concierto. Les costó diez más sacar un álbum. Esta carrera de fondo merecía un homenaje, aunque tuvieran que hacer un brake en el camino y parar, por un día, la gira “Mismo Sitio, distinto Lugar”.

El paralelismo entre el inicio y el presente, era constante. Las imágenes en pantalla daban la sensación de estar viendo un álbum de fotos, al tiempo que escuchas la banda sonora que le pone música y te llena de nostalgia. El speech de Pucho no podía faltar, hace mención al 40 aniversario de la Constitución Española, a las “leyes del silencio”, a cómo les han recomendado todo este tiempo que no se metieran en política, y a cómo han hecho caso omiso de esa recomendación, porque esos seis que están ahí arriba, son gente política. Son “gente del parque”.

Una noche así merecía invitados. El primero: el bidón de Jorge, con el que creo que perdió alrededor de dos kilos en los casi cinco minutos que dura “Autocrítica”. El siguiente invitado fue Depedro (Jairo Zavala) en “Maldita Dulzura”. Ahora le toca a Xoel López y su “Amor Valiente”, en una versión con unos coros muy particulares y con sentimiento agradecido; los de todo el equipo de management, sello, promotora, el productor Manuel Colmenero. Si fue bonito se dice y ya está.

Como no podía ser menos, en esta ocasión, también pudimos “disfrutar” de las charletas que se echa el público durante el concierto. Tan intensas como para molestar en un Palacio hasta la bandera. Pero desde la educación sarcástica que le caracteriza a Pucho, un “¿Se me escucha bien?”, fue suficiente para poner orden y que pudiéramos gozar en condiciones la obra maestra que es “Copenhague”, y cantarla a una sola voz todo el estadio, con videoclip inédito incluido. “Iglús sin primavera”, de su primer EP “Mira”, fue un regalito para los que no los pudimos disfrutar en sus primeros bolos. Con “Sálvese quien pueda” y “Valiente” el recinto se cae. “Un día en el mundo” y “Saharabbey Road” son las elegidas para poner la guinda del pastel en una noche para la historia.

Una ocasión única para revivir desde otro punto de vista el primer álbum de los Vetustos. Para los seguidores más precoces, un momento lleno de nostalgia; y para los más recientes, una segunda oportunidad que la vida nos brinda para poder vivir el directo de “Un día en el mundo”, e irte a casa con todas las dudas resueltas de porque Vetusta Morla, son Vetusta Morla.