Hace tiempo que el carismático Jim Jones decidió alejarse del garaje rock de raíces clásicas que tan buenos resultados le había dado. El suyo ha sido un cambio de tercio coherente, una evolución hacia un espectro más amplio donde cohabitan sonidos crudos y pantanosos con el mismo salvajismo garajero de siempre. Regresó el británico a nuestro país para ofrecer tan sólo cuatro conciertos y acudimos sin dudarlo a la preciosa Sala Hell Dorado de Vitoria.

Los Nitxos fueron los encargados de poner a tono a la parroquia vitoriana y tras un corto e imprescindible impás, aparecieron en escena, todos de negro y cuello alto, The Jim Jones y sus Righteous Mind. Desde ese momento y hasta que decidieron soltarnos de sus garras hora y media después, sometieron al público a una descarga continúa de energía y poderío sin conceder ni una sola tregua. Y así, sin especular, nos lanzaron el rock’n’roll directo y turbio de "Boil Yer Blood para acto seguido sacudirnos con "No fool", amenazante, contundente y rasgada. El primer puñetazo, directo a la boca del estómago.

Jim Jones rugía, tocaba la guitarra y se retorcía con furia, moviéndose frenético por el escenario, imponiendo su ley y su intimidante presencia. La banda consiguió que en directo los temas sonaran más distorsionados e intensos que en los discos, salpicándolos de la psicodelia que les otorga el pedal steel de Malcolm Troon. Continuaron con "Till it's all gone", llena de esos originales giros que tan bien le quedan a Jones, y el teclado de Matt Millership ardió en “Heavy Lounge#1”. La Hell Dorado pareció oscurecerse cuando sonaron algunas de las nuevas canciones, como “Satan’s Got His Heart Set On You”,  “Atack of the Killer Brainz”, “Sex Robot” y “Shazam”. En medio, nos regalaron una magnífica y particular versión del “Itś Your Voodoo Working” de Charles Sheffield.

La sangre hervía y ya no había marcha atrás.  “Walk It Out”, “Out Align” y “Somethingś Gonna Get Its Hands on You” echaron más leña a un fuego y tras sorprender al personal con una original versión de “I Found A Love” de Wilson Pickett, dejaron el set visto para sentencia con “Base Is Loaded”, con el público vibrando, sudando y pidiendo más. No tardaron mucho en volver al escenario. Si a lo largo del concierto ya Jim Jones había dado muestras de su espléndida capacidad vocal, el lucimiento fue absoluto con el blues lastimado y tribal de “Hold Up”. Con la velocidad de “Alpha Shit” cerraron por todo lo alto un concierto con el que Jim Jones y los suyos volvieron a demostrar que son únicos estirando los límites del rock n’roll hasta darle la vuelta. Grandes.