Pocos, muy pocos, hubieran apostado en los ochenta que Ilegales seguirían dando guerra más de tres décadas después. Casi nadie lo hubiera hecho porque Jorge Martínez estuviera vivo. Demasiadas historias, demasiados excesos detrás de una de las bandas más irreverente y caradura que ha parido este país. Pero ni siquiera los años han conseguido someter su inquebrantable insubordinación. Hoy, a sus 63 años, Jorge sigue manteniendo la voz firme y la misma actitud macarra y chulesca de siempre. Por algo su último trabajo se llama “Rebelión”.

La exitosa gira de presentación del disco les trajo a la capital pucelana dentro de la programación del Valladolindie, que este año cumple su 25 aniversario, y los fans recolectados durante 35 años de trayectoria acudieron masivamente a la llamada. Tras el sonoro y colorido show que el Duende Eléctrico perpetró desde un lateral del escenario, el público se apretujó para estar lo más cerca posible de la banda.

Contundentes y a piñón, sin apenas pausas, y con un Jorge Martínez menos charlatán que otras ocasiones, Ilegales dieron una lección de rock n’roll crudo y áspero. Quienes hemos sufrido el horrible sonido que acompaña demasiadas veces los conciertos en el Lava, nos vimos sorprendidos por un sonido cristalino, que permitió disfrutar del excelente trabajo que ejercían en sus puestos Willy Vijande, Jaime Beláustegui, Mike Vergara y el propio Jorge Martínez, por cierto, famoso en los ochenta por sus peleas con los técnicos de sonido que no estaban a la altura de su trabajo. Himnos como “Problema Sexual”, “Destruye”, “Dextroanfetamina”, “¡Hola Mamoncete!” o “Soy un Macarra” sonaron con una vigencia abrumadora y fueron coreados con brío cientos de gargantas.

Sin pelos en la lengua y con voz potente y clara (“el cubata me sienta como el culo, pero el vino me jode la voz”), Jorge Martínez escupió las letras politícamente incorrectas de los nuevos temas. “Si no Luchas te Matas”, “No Tanta, Tonto”, “Mundo Carapijo” o “Suicida” se unieron al largo setlist que nos brindaron. Fue un concierto sobrio y elegante, y resultó tremendamente efectivo. Ilegales se muestran en el escenario con sobrada calidad, liderados por la presencia casi amenazante y peligrosa de su vocalista, demostrando que siguen teniendo uno de los mejores y más contundentes directos del panorama nacional.

No faltaron “Tiempos Nuevos, Tiempos Salvajes”, “Enamorados de Varsovia” o “Agotados de Esperar el Fin” en la hora y tres cuartos que estuvieron sobre el escenario, incluyendo el generoso bis (“Hay tiempo para dos, vamos a tocar cuatro”). Y así cerraron un show en el que exprimieron el tiempo para ofrecernos, casi con urgencia, una sacudida emocional y un rapapolvo moral. Porque como bien dice Jorge, “la rebelión en estos momentos no solo es deseable, es imprescindible"