Rat-Zinger y Desorden, presente y futuro de la escena musical de Bizkaia compartieron escenario el pasado domingo 2 de junio en la Sala Mytho, en el barrio bilbaíno de Bolueta. 

Rat-Zinger, que ya nos tienen acostumbrados a sus conciertos matutinos, volvían a citar a los suyos a las 12:30 de un domingo, la hora de la misa. Una vez más, sus fieles no les fallaron y volvimos a encontrarnos con mucha cara conocida entre un público que aunque no agotó todo el papel disponible si que dio un buen color a la sala. Sala en la que pese al calor, el aire acondicionado no hizo acto de presencia y aquello se convirtió en un auténtico horno.

Esta vez el cuarteto Rat-Zinger quiso contar con Desorden como banda invitada,  formación que se encargó de arrancar con los directos pasada la una del mediodía. 

La sesión vermut echaba a andar con la fuerza en directo del cuarteto Desorden. Combo de Portugalete que con actitud y rabia presentó las canciones que componen "Mucho kaos...", su disco debut.

Así, entre otras interpretaron "Etsipena", "Pues vaya mierda" o "Rabia y tristeza" entre otras, canciones que fueron aderezadas con continuos gestos, bailes y provocaciones desde el escenario por parte de la vocalista Iratxe, quién buscaba la respuesta y participación de la sala. Actitud punk y rebelde la de la voz de Desorden que llamó la atención de la audiencia pero que también puede resultar molesta, en cierta medida, para ese público que no haya visto a la banda la anterioridad.

El paso de Desorden por la sala Mytho también nos dejo un puñado de versiones, como fue el caso de "Mil amores" de Generación Suicida, "We are all we have" de The Casualties con letra dedicada al Arana Taberna de su localidad natal y el "Todo por nada" de M.C.D. canción con la que cerraron una frenética actuación.

Poco rato después Rat-Zinger subía al escenario, y yo podría resumir el concierto en un par de palabras: potencia, fuego. Pero esto no es nada nuevo: cualquiera que haya visto un bolo de los bilbaínos sabe que no exagero. No cantan, muerden. Escupen rabia y hacen sudar. Parece fácil conseguir traspasar al público la rabia y fuerza que desprenden sin apenas provocar, pero qué va.

Vamos a ver si lo explico mejor. Domingo mediodía, calor y ajetreo en la calle. En la sala no había buen sonido y la cerveza escaseaba. Aún así el público se convirtió en una masa homogénea e implicada, volcada hasta las últimas consecuencias con la banda. Es como si los temas, cortos, agresivos y contundentes, sucediéndose sin apenas segundos para respirar expresaran la urgencia de explotar que cualquiera de los presentes siente a diario. Ahí está el punto: consiguen sin aparente esfuerzo una sinergia de catarsis necesaria.

El repertorio, sin sorpresas. "Apártate", "Uno de los nuestros", "Larga vida al infierno", "Rock and roll para hijos de perra". Por mencionar. No fue esa clase de conciertos en el que el set list tuviera que tener mayor atención, ni tampoco es necesario hablar en profundidad de tal o cual disco. Lo que importaba era el ambiente, las llamas que generaron una vez más. Claro que el punto álgido lo alcanzó la sucesión de cortes del final: "Tenéis speed", "Indestructibles" o "9MM". Y ahí quedaron la imponente voz de Podri y los acelerados ritmos, atrapados en nuestras cabezas tras una hora y algo más de actuación.

Se hizo corto, como todo lo que de verdad importa. Era hora de recogerse pero todavía anduvimos un poco más por ahí, dejándonos llevar por la carga de energía con la que salimos. Hasta otra.