COLABORACIONES
 Crónica
 
Cornucopia Fest 2019
  15/06/2019     
  É.     
  PATRIZIA CON Z
  Can Butjosa, Parets Del Vallès, Barcelona
www.insonoro.com

El Cornucopia Fest se ha consolidado como una de las citas más importantes para el metal extremo en la provincia de Barcelona. Año tras año el festival mantiene la capacidad de sorprender gracias a carteles en los que mezclan con absoluta coherencia a bandas estatales e internacionales de primer nivel con bandas de la escena local que en ningún caso rebajan la calidad musical del festival. Es, por tanto, una muy buena oportunidad para disfrutar de artistas consolidados sabiendo que, muy probablemente, la vuelta a casa será con nuevas bandas en la lista de próximas escuchas.

El pasado 15 de junio se celebraba la sexta edición del festival en Can Butjosa, Parets del Vallès (Barcelona). La organización, como en anteriores ediciones, corría a cargo de Venado Booking, el acceso al festival era gratuito, la cerveza estaba a 2 euros y, como en anteriores ocasiones, la organización había preparado un puesto de venta de bocadillos y patatas fritas en el propio festival.

Si en ediciones anteriores habíamos podido ver bandas de la talla de Pit Bulls In The Nursery, Wormed, Unfatomable Ruination o Cytotoxin, en esta ocasión, el cartel estaba claramente centrado en bandas de brutal death metal y grindcore además de alguna pincelada de algún otro estilo.

El cartel del Cornucopia Fest VI fue el siguiente.

Devorate The Universe (Deathcore. Reus)
Angoixa (Death metal. Barcelona)
Bacteria Forte (Grindcore-Space metal. Barcelona)
Fractality (Death metal. Ermua)
Cerebral Effusion (Brutal death metal. Euskal Herria)
Putridity (Death metal. Torino, Italia)
Serrabulho (Party death-grind. Vila Real, Portugal)

  
Ambiente
 

Devorate The Universe abrió el Cornucopia Fest 2019 con su sonido metal contemporáneo basado en un deathcore de corte progresivo con pasajes ambientales muy bien integrados con su propuesta conceptual. Entre extinciones en masa y catástrofes planetarias presentaron una colección de canciones compuestas con infinidad de matices, múltiples texturas y mucha calidad técnica por parte cada uno de los músicos.

Al inicio del concierto el bajo sonó muy por encima del resto de instrumentos. Con el paso de los temas el técnico de sonido consiguió acercarlo a su sitio y el sonido general de la banda mejoró bastante. De todas formas, este contratiempo permitió que en los primeros momentos se situase en primer plano el abanico de recursos técnicos que utiliza su bajista. Unas líneas de bajo divertidas, muy contundentes, con seis cuerdas, tappings, slabs y diferentes efectos de sonido que suponen un punto peculiar y distintivo para Devorate The Universe.

La batería sonó un poco difusa aunque lo justo para poder apreciar una ejecución muy precisa. El groove fue la base de todo, los pasajes con blast beat no perdieron intensidad en ningún momento, el trabajo de decoración con los platos estuvo hecho con muy buen gusto y los patrones rítmicos incorporaban sin complejos metal progresivo, beat down, deathcore e incluso algún eco de jazz.

La guitarra sonó a calibre de cuerda importante. Siete cuerdas, sólida, con momentos muy sobrios, ritmos muy elaborados, arpegios ambientales, frases que rozaban el black metal y sweep pickings que dieron la nota de color. En línea con el bajo, la guitarra utilizó varios efectos interesantes que ayudaron a crear una atmósfera oscura y melódica, consistente con la propuesta conceptual.

El vocalista estuvo a la altura de las circunstancias sin muchos problemas. Hizo uso de diferentes registros aunque el growl fue la parte central de su propuesta. Un growl, por cierto, muy compacto y potente, que en ocasiones se volvía más agudo para matizar determinados pasajes apoyado por los coros, con la misma textura menos grave, que ejecutó el guitarrista.

Aunque el público estuvo algo frío al principio, el ambiente se animó poco a poco hasta que, en los últimos tres o cuatro temas, se comenzaron a ver los primeros circle pit de la tarde. La puesta en escena de Devorate The Universe estuvo muy cuidada, con un vocalista inquieto interpretando los temas y recorriendo contínuamente la parte central del escenario enmarcado entre las dos cuerdas, guitarra y bajo, que estaban muy sincronizadas en los momentos de beat down.

Devorate The Universe se mostró como una propuesta fresca, con un sonido en directo muy potente y trabajado y una calidad de los músicos a destacar.

  
Devorate The Universe
 

La segunda banda de la tarde fue Angoixa. Habían preparado el escenario con dos pancartas con portada de su último disco “Esclaus De La Por”. La entrada fue coherente con el atrezzo. Abrieron con la intro del disco, ácida y mordaz:  “Germans i germanes. Preguem.” (“Hermanos y hermanas. Recemos”). A partir de aquí, death metal de la vieja escuela.

En este caso, la batería sonó con algo más de nitidez, en especial los bombos. Sólida, sobria y contundente, no perdió inercia en ningún momento. Sonó con mucho groove, y acompañó a cada riff y a cada silencio de forma cuidadosa, en ocasiones regalando secuencias de platos muy interesantes.

Pese a que las cuerdas sonaron muy compactas, el bajo ocupó, clarísimamente, las frecuencias graves con un sonido muy redondo. La base rítmica de Angoixa es un reflejo de lo que es la banda. Una atmósfera incómoda e inquietante que llenó Can Butjosa del primer al último tema.

Las dos guitarras sonaron como una. Muy coordinadas, con mucho groove y jugando a alternar punteos y solos generando tensión durante todo el repertorio. Riffs oscuros, rasgueos rápidos y milimetradamente consensuados con la base rítmica y solos que condensaron la idea de lo que es la banda, elevando su capacidad transmitir desasosiego y angustia.

Robert, el guitarrista que lleva el peso principal de las voces, estuvo en todos los temas acompañado de unos coros más que oportunos. La interpretación, gestos y muecas dejaron muy claro el mensaje de la banda. Horror, agonía, dioses que atormentan a los vivos y violencia que quedaron muy bien reflejados  dejando claro de qué va el death metal que esta banda nos narra en catalán. 

Para cuando empezaron a sonar, la sala estaba casi llena y el público bastante animado. Desde el primer momento hubo bastante movimiento en las primeras filas y los músicos no dejaron de interpelar a los presentes. En algunos temas lanzaron acompañamientos ambientales sampleados que acabaron de generar la atmósfera oscura que acompaña su último disco.

En definitiva, Angoixa sonaron como la banda sonora de una película de terror. Envolventes, épicos y angustiosos. Death metal de la vieja escuela con unas atmósferas muy interesantes que empujan la música y la idea conceptual de la banda hacia la misma dirección: Enviar un mensaje de horror de forma clara e inequívoca.

  
Angoixa
 

Los terceros en subir al escenario del Cornucopia Fest 2019 fueron Bacteria Forte, una banda de grindcore reivindicativo cuyo bajista toca con un Rickembaker y cuyo batería es Spiderman en calzoncillos. Con esos ingredientes, el espectáculo prometía.

El concierto comenzó con una  intro de batería y percusión, a lo que siguió un repertorio salvaje, con un punto caótico y una puesta en escena en la que el batería dio el 150%. Éste salió a tocar con unos calzoncillos y una máscara de Spiderman. El bajista llevaba un Rickembacker. Tocar grindcore con un Rickembaker es como conducir un Cadillac monte a través hasta llegar a un vertedero para, entonces, hacer una sesión de trompos entre la basura y salir victorioso.

En la primera parte del concierto faltó algo de definición, sobre todo en la parte rítmica. Este punto mejoró hacia la segunda mitad. Aún así, el batería hizo un show salvaje, lleno de ritmos muy rápidos y una puesta en escena de locura. En muchos momentos tocó de pie, salía continuamente para interactuar con el público y, en definitiva, fue el alma de la fiesta.

Los dos guitarristas, hicieron una puesta en escena muy sobria en contraposición a sus líneas de guitarra, que sonaron afiladas, salvajes y con un despliegue de riffs a veces oscuros y a veces divertidos que sonaron con mucha nitidez.

En esta ocasión, el peso de las voces estuvo bastante repartido entre el vocalista y el bajista. Hicieron una puesta en escena muy compacta entre sí, al borde del trance, repartiéndose voces guturales y gritos desgarradores y furiosos. La elección del bajo, aunque atípica, funcionó muy bien. Sonó redondo y ocupó el lugar, en lo que a frecuencias se refiere, que claramente le cedieron las guitarras.

Bacteria Forte llevaban una propuesta salvaje que contagiaron al público. Aunque la sala no estaba del todo llena, se formó un circle pit enorme y el cantante bajó en varias ocasiones a mezclarse en él.

Divertidos, reivindicativos y nihilistas, el “grindcore space metal” de Bacteria Forte rebajó el tono oscuro con el que había empezado la tarde y llenó Can Butjosa de la pestilencia tóxica inherente a su estilo, sea cual sea su forma.

  
Bacteria Forte
 

Turno para el brutal death metal. En este punto del festival comenzó el bloque más extremo de la noche con tres bandas que tuvieron en común, básicamente, tres cosas. Experiencia, densidad y un altísimo nivel técnico y compositivo.

Fractality es de aquellas bandas que, al oírlas tocar en directo, denotan el largo recorrido de sus músicos. Su puesta en escena fue violenta y milimetrada. Sobre el escenario dieron la sensación de disfrutar del concierto tanto o más que el propio público que a esas horas ya llenaba la sala.

Sorprendía la técnica del batería que, sin mucho esfuerzo aparente, mantuvo un nivel de intensidad y velocidad altísimo durante todo el concierto. Blast beats muy nítidos gracias a un sonido de caja muy potente, tresillos muy rápidos y rolls que disparaba automáticamente sin abandonar un estilo sobrio y directo. A nivel de sonido faltó algo de definición en los bombos que, pese a todo, no dejaron de tener cierta presencia durante toda la ejecución.

Las cuerdas sonaron muy bien encajadas con el sonido de batería. Fractality no dejó ni una frecuencia libre. Sorprendente la velocidad de manos del bajista, que no se dejó ni una sola de las notas de cada uno de los riffs. Nada de atmósferas ambientales. Nada de tensión. Juega al mismo juego que las guitarras y eso hace que el conjunto suene agresivo, compacto y contundente.

Las dos guitarras ocuparon un lugar central en la propuesta de Fractality. Ofrecieron un sonido muy potente que sin embargo no pisó el espacio del bajo y llenaron Can Butjosa de riffs con mucho groove, divertidos, oscuros, llenos de armonías, con alguna nota sincopada que les dio un aire contemporáneo, con silencios muy medidos y algunos solos y punteos muy oportunos y coherentes dentro del sonido sobrio de la banda.

El cantante estuvo inspiradísimo. Es una maravilla ver disfrutar tanto un músico porque ese estado de ánimo es altamente contagioso. Escupió, con un growl profundísimo y sin dejar de recorrer de arriba abajo el escenario, letras sobre hechos bélicos, tortura y horrores varios con una sonrisa de oreja a oreja. El público se contagió enseguida y durante más de medio concierto se formó un circle pit perpetuo en las primeras filas que duró hasta el final de la actuación.

La puesta en escena fue la de unos tipos que saben lo que hacen y lo hacen bien. Un ejemplo de experiencia, calidad y disfrute encima del escenario que se hizo extensible a todos los presentes. Un verdadero placer tener bandas estatales que no tienen nada que envidiar a artistas consolidados de otras partes del mundo, y un acierto por parte de Venado Booking de tener el olfato y el buen gusto de traerlos al Cornucopia Fest.

  
Fractality
 

Inmersos de lleno en la sección más brutal del Cornucopia Fest, subieron al escenario los de Euskal Herria. Cerebral Effusion es una banda pionera de brutal death metal estatal con giras internacionales a sus espaldas y con más de 20 años de trayectoria. Todo ese recorrido vestido con una presencia escénica sobria y aplastante fue lo que vino a continuación.

La batería sonó densa, los bombos tuvieron algo más de definición esta vez aunque no tanta como el resto del set que sí tuvo más presencia que en bandas anteriores. La caja sonó a velocidades altísimas, incluso con algún momento de gravity blast. Los redobles y rolls se sucedieron como ráfagas violentas tras las cuales los siguientes patrones entraban escrupulosamente a tiempo. Hubo detalles y secuencias de platos que sonaron verdaderamente originales y los silencios, estudiadísimos, entraron muy a menudo en momentos del todo inesperados.

Las cuerdas sonaron muy graves, se movieron en las notas bajas del mástil e hicieron un trabajo rítmico que es la base del sonido de Cerebral Effusion. El bajo sonó redondísimo, muy rápido y las dos guitarras, muy expresivas, llenaron Can Butjosa de armónicos, riffs intrincados y silencios al borde de la perfección.

Sorprendía la soltura con la que se desenvolvieron los músicos, que en rara ocasión miraban su instrumento. El bajista, también a cargo de las voces, llenaba el escenario con su puesta en escena estática, imponente y, por paradójico que parezca, enérgica.

Pese al nivel de las composiciones y los músicos, altísimo, la voz es quizás el punto más característico de Cerebral Effusion. Una única voz bastó. Sin coros. Increíblemente grave. Como de ultratumba, explicando historias de depravación y violencia. Totalmente creíble, explícita y coherente con el mensaje.

El público se mostró tan intenso como la banda. La sala estaba llena y los circle pit se sucedieron durante toda la actuación. Una respuesta proporcionada para una banda de lujo como Cerebral Effusion.

  
Cerebral Effusion
 

La guinda al pastel de brutalidad que había preparado Venado Booking la pusieron los maníacos de Putridity. Con su nueva formación y tras la incorporación de una segunda guitarra, se presentaron en Parets del Vallès con una lista de canciones death metal rebuscadas brutales e intensas con una sección rítmica imparable.

El sonido de la batería fue, sin duda, el más nítido del festival. Los bombos sonaron muy definidos, nada graves, y el resto del set sonó en línea con las dos anteriores actuaciones. En  general, la parte rítmica estuvo un paso por delante del resto de la banda.

El bajo sonó muy técnico. El bajista, Federico Benini, ya había demostrado antes en Can Butjosa como se las gasta cuando tocó con su anterior banda, Unfatomable Ruination (UK), en el Cornucopia Fest Vol.4 de 2017. Con Putridity, como la otra vez, sonó rápido, metálico, y preciso. En todo momento acompañó los riffs de guitarra, tanto en las partes a medio tiempo como en los riffs más rápidos. Nota tras nota, fue a una con las guitarras, apuesta común en las bandas que se decantan por sonidos más extremos y agresivos.

Las guitarras sonaron salvajes, densas aunque con un punto más de medios y agudos que las otras bandas, haciendo mucho hincapié en armónicos, silencios sutiles perfectamente coordinados con la base rítmica y velocidad. Mucha velocidad.

El vocalista utilizó un growl muy grave. Con una puesta en escena muy agresiva, recorrió el escenario de un lado a otro durante todo el concierto, en línea con las primeras filas de público entre las que no paró el movimiento en toda la actuación.

Las intros entre temas ayudaron a sumergirse en la espiral de aberraciones, esculturas óseas, malformaciones y parafilias que Putridity habían preparado para el Cornucopia Fest 2017. Una banda muy potente, reflejo del nivel general de la noche.

  
Putridity
 

Fin de fiesta por todo lo alto. Grand finale. Música regional, pop casposo, ambiente festivo-rural, confeti, disfraces, piscinas hinchables, balones de playa, congas interminables, invasiones de escenario y grindcore. Mucho grindcore.

Serrabulho se metió al Cornucopia Fest 2019 en el bolsillo desde que salieron disfrazados al escenario, con un bajo forrado de pelo rosa y un tocado de flores de plástico en el clavillero, y una guitarra a la que habían calzado un tanga rojo.

Acompañaron su party death grind por samples de canciones regionales, acompañamientos para temas como “Sweet grind of mine” o el fin de fiesta “Fuck you Macarena”.

A nivel de sonido, el elemento que predominó sobre el resto, de manera casi exagerada, fue el bajo. Inicialmente se hacía extraño que estuviese tan por delante de todo lo demás y, aunque con el paso de la actuación esto no cambió demasiado, el volumen y el sonido tan redondo acercaron más la propuesta grindcore de los portugueses a la idea de estar inmersos en la fiesta del último pueblo del mapa.

La batería y la guitarra sonaron genuinamente a grindcore, mezclando ritmos rápidos y riffs totalmente oscuros con melodías cómicas y versiones de canciones populares. Estuvieron un paso por detrás de la voz y el bajo durante todo el concierto, pero confirieron el sonido extremo a Serrabulho. Con un bajo tan grave y tan presente, no resultó muy difícil que la guitarra encontrase su frecuencia y quedase, aunque a un volumen inferior, razonablemente bien definida.

Pese al carácter cómico de la banda, las líneas de batería fueron algo realmente serio. Sonaron rápidas, explícitas y potentes. Destacable la técnica del batería, que interpretó, con relativa facilidad, patrones rápidos y en ocasiones densos de forma muy precisa.

  
Serrabulho
 

Sin ninguna duda, uno de los puntos fuertes de Serrabulho es el amplísimo abanico de voces del que pueden presumir. Guturales, sonidos de tubería, voces agudas y gritos de todo tipo interpretados por el vocalista y el guitarrista que, en una especie de diálogo frenético, no dejaron de interactuar entre ellos y con el público, que en no pocas ocasiones e invitados por el vocalista, se agenciaron un micrófono y se unieron al diálogo porcino-festivo.

Durante el concierto se sucedieron las lluvias de confeti, los hinchables, los bailes, las invasiones de escenario, se formó una conga que salió del recinto para entrar por la otra puerta capitaneada por el cantante de Serrabulho y, como colofón, el “ass of death” de chicos contra chicas. Un wall of death del revés, de culo, grindcore y totalmente loco.

“To party or not to party. Grind is the question!” El lema de Serrabulho define perfectamente lo que es su directo. Salieron a por todas con una propuesta originalísima y el público de Parets del Vallés entró al trapo desde el primer momento. La versión Grindcore de una verbena popular que se ha ido de las manos por completo. De lejos lo más divertido de la noche. Si vuelven, volveremos. De eso no cabe duda.

No se me ocurre un final mejor para la sexta edición del Cornucopia Fest. Venado Booking demostró, un año más, que es posible montar un festival con espacio para bandas locales e internacionales, en ambos casos de mucho nivel, con propuestas originales, intensas y divertidas.

Por otra parte, y esto es la base de todo, a juzgar por el aforo y la respuesta del público desde que Devorate the Universe subió al escenario a las 18:30 h hasta que acabó la liada de Serrabulho a la 1:30 h, quedó claro que el público tenía ganas de música extrema y lo demostró con creces.

El Cornucopia Fest goza de buena salud, de eso no cabe duda. No sabemos qué bandas tocarán en el Cornucopia Fest Vol.7 el año que viene, pero seguro que la espera merece la pena.

  
Serrabulho
 
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