Hay conciertos que por el motivo que sea, sin saber por qué, los recuerdas con cariño. Hay conciertos en los que la magia es evidente y, el que hoy nos ocupa, sin duda, es uno de ellos.

La noche prometía calurosa, no es el primer concierto de la familia al completo, pero sí es el primer concierto "heavy" de mi hija de 11 años. Parecía que iba a ser un concierto de tardeo y la afluencia de niños, pese a que me gusta y yo mismo colaboro en ello, se me antoja raro. En mi época, nosotros éramos los niños y por supuesto ninguno de los decanos que en su momento admirábamos, llevaba a ningún churumbel.  Muchas cosas han cambiado, pero una vez se apagan las luces, comienza la magia. Da igual si el que canta desde el público tiene 11 años o tiene 42. Cuando una de tus canciones favoritas comienza sus primeros acordes, se ilumina tu cara y puedes dar fe que posiblemente al día siguiente estarás ronc@.

DragonFly me sorprendieron por su cercanía y amabilidad antes, durante y después del concierto. Poco había escuchado de los argentinos afincados en Valencia y en parte me alegro porque gracias a eso descubrí un gran grupo en un momento muy íntimo como puede serlo un acústico. Canciones que vuelvo a escuchar ahora y, si me encandilaron desenchufadas, "electrificadas”, me maravillan. Con un setlist escueto y sin embargo, para un neófito en el grupo como yo, bien escogido. Desgranan “Solo depende de ti, Soy, Mil lágrimas, Siente y Ángeles con una sola ala” que sonando ante unos parroquianos entregados y con la complicidad de un equipo bien engrasado, hacen las delicias de los presentes.

Durante el interludio entre conciertos, mi pequeña heavy ya había llenado el móvil de fotos mientras yo iba disparando con la reflex (por cierto, odié hasta el infinito la iluminación del local, pero eso es cosa mía y de mi inexperiencia). DragonFly, tenéis tres nuevos seguidores que esperan volver a veros dándolo todo sin estar desenchufados.

Después del sorteo de unas entradas, para el próximo concierto, gracias a unas papeletas que daban por cada entrada comprada, hacen aparición Alberto Rionda y Jorge Berceo (Zenobia), que por motivos de salud está sustituyendo a Israel Ramos, al que deseamos una pronta recuperación.

Cuando empiezan a sonar los primeros acordes de “Alas de cristal” , niños y grandes aplaudimos. Algunos necesitan una varita para hacer magia, Alberto Rionda, una guitarra. Bien acompañada por Jorge que se encuentra cómodo con las canciones de los asturianos. Después de “El peregrino”, “Otra vida” y “Alborada”, entra en juego Mike Terrana, Alberto deja la guitarra acústica y es cuando un concierto acústico se convierte en un potente concierto con tan sólo batería, guitarra y voz. Sorprende escuchar lo bien que suena Avalanch reducido a su mínima expresión, la magia de las buenas canciones bien orquestadas se hace patente con “Pies de barro” ,”Mil motivos” o “Delirios de grandeza”. No faltaron canciones del nuevo disco “El secreto” como “Demiurgus” o “Decepción” y “Alma vieja”. “La flor en el hielo” cierra las nuevas incorporaciones al setlist de los astures. Cierran la bellísima “Xana” y la imprescindible “Lucero”, que cierra el concierto “semiacústico”.

Como dato mencionar la cara de felicidad de los niños y preadolescentes allí presentes que, como si acabaran de ver una película de"Harry Potter", entienden que la magia a veces viene en forma de canciones que prometen ser eternas.

Después de un concierto que deja un buen sabor de boca y nos invita al próximo concierto en octubre, en Valencia, el que aquí escribe cumple un pequeño sueño. Tras hablar unos minutos con Alberto, me permite regalarle una copia dedicada de mi primer libro "She'Ho de Akhim. Frenesí" ...yo, un don nadie, dedicándole un libro a un mago como Alberto. Dicen que el amor está en el aire...y a veces,la magia, se siente en forma de graves a través de un altavoz.