La jornada del sábado la estrenaron los Desorden, banda de la margen izquierda de Bizkaia. El cuarteto, compuesto por Iratxe a la voz, Izaskun al bajo, Urko a la guitarra y Txilo a las baquetas enfrentó un horario complicado debido a la poca afluencia de público. Quizás precisamente por ello Iratxe no dejó de provocar a los asistentes para arrancarles una reacción. Lo cierto es que este estilo caracteriza a la banda: allá donde van arremeten contra cualquier cosa que se les ocurra. Provocación como bandera. He oído mucho que trasladan a los ochenta, por actitud y por sonido. Lo cierto es que independientemente de las influencias, tocan aquí y ahora y aunque en este concierto en concreto no consiguieron romper del todo el hielo, algo de su fuerza ya nos quedó.

"Desorden", "Etsipena", "Don't talk to me", adaptación del tema de GG Allin, o "Mil amores", de Generación Suicida, con la colaboración de Iñaki Sixx a la guitarra (BC Bombs, Turbofuckers) fueron algunos de los temas que cayeron mientras una Iratxe eléctrica buscaba la complicidad de sus compañeros de banda o lanzaba discursos al público. No llegaron a la hora de actuación, e insisto fue algo menos enérgica que a lo que nos tienen acostumbrados. Pero incluso así, quienes no los conocían reaccionaron sorprendidos para bien ante la puesta en escena de la joven banda.

Los siguientes en asaltar el escenario fueron los madrileños Brutus' Daughters. Con la misma formación que estrenaron en marzo incorporando a la actual cantante Ainhoa y al bajista Miki mantuvieron la línea de sus últimas actuaciones: una mezcla entre alegría, técnica, buen rollo, cierta mala hostia y contundencia. La banda, que mezcla folk, punk y toques oi tiene una puesta en escena clara y rotunda. No especularon con parafernalias innecesarias y transmitieron los mensajes reivindicativos consiguiendo que el público, para entonces algo más numeroso, disfrutara bailando. No importaba si los presentes los conocían o no, el caso es que temas como "Big fish", "Danzina", "Brazen", "Barrios mestizos" o "La hermandad", con el que cerraron la actuación, se hicieron con los oyentes.

Dentro de la variedad que ofrece Ehuneko BAT en cuanto a estilos musicales, desde luego Brutus' Daughters se lleva la palma como propuesta diferente. Sonaron frescos y ligeros, a pesar de que el contenido de las letras no es vacuo en absoluto. Gran presencia la de las madrileñas, aunque esto no es nada nuevo porque lo cierto es que nunca decepcionan.

La tarde cogió gran potencia con la irrupción de Karne Cruda. Los cántabros salieron a boca jarro para ametrallarnos durante una hora con un repertorio embrutecido. El quinteto llegó a Etxebarri celebrando sus quince años de trayectoria con su reciente disco bajo el brazo, "La Resistencia". Nos mostraron el buen momento que están pasando disparando entre sus nuevas balas "Vis a Vis" y "Rock o Muerte", con la que empezaron la batalla.

En cuanto a su legado, metieron buena caña con varias canciones de su anterior disco "Ruido, Bourbon, y Perversión". Nos contagiaron las melodías pegadizas y letras de "Agua" y  "Vuelve La Bestia" , y nos despertaron la añoranza a personas del pasado al ritmo de "Extraños".  Otra de las piezas destacables de su directo, fue "Odioso", pero esta tiene más años . Buen concierto y buen hacer de Efrén (vocalista) y los suyos.

Les tomaron el relevo Milenrama, cuarteto venido desde Cataluña. Admito que tenía muchas ganas de escuchar en directo el hardcore punk del grupo, sus mensajes combativos y reivindicativos. Quería saber si tenían tanta fuerza en directo como transmiten en sus discos. Expectativa más que superada. No sólo por la potencia que generan y lo bien que suenan, sino por la propia actitud: humildad, firmeza, seguridad, y compromiso. Una puesta en escena con mucha naturalidad y la seguridad de que pase lo que pase, están ahí para transmitirnos su mensaje y para disfrutar y hacer disfrutar a quienes les veíamos.

En cuanto al repertorio, de todo un poco aunque con una presencia más fuerte de su último disco: "Corazón y actitud" del 2018. Pudimos escuchar "Lucha interna", "Nuestra razón de ser", en mi opinión tema muy representativo de la banda, o "Guerra oculta". Otros cortes que pudimos disfrutar fueron "Franco vive", dedicada a todos los fascistas que nos acechan y que por desgracia cada día parecen crecer en número, o "Inmóbils", por mencionar. Finalmente, cerraron con "Libre y sin ti", tema que refleja la cruda realidad sobre la violencia de género y que eriza la piel con ese directo atronador. Y ahí quedamos, revolucionados con fuerza de Milenrama.

La actuación de Reincidentes fue la que más público concentró este segundo día de festival en el parque Bekosolo. Los andaluces son una leyenda y poca gente quiso perderse una de sus escasas apariciones en festivales por la zona norte. Rejuvenecimos un montón de años escuchando y bailando muchas de sus viejas y clásicas canciones.  “¡Ay! Dolores”, “Un Día Más”, “Latinoamérica”  y “Mi Balcón” fueron buena muestra de ellas.

Los sevillanos hicieron una de las mejores actuaciones de la presente edición. El cuarteto liderado por Fernando Madina, siempre crítico con la sociedad actual, puso patas arriba el panorama, dejándonos grandes himnos como “Vicio”, “Jartos De Aguantar” y “La Republicana”. Otro de los momentos que nos dejaron para la historia fue la interpretación de  “Corre” con el siempre eléctrico Finito de Badajoz.  La verdad sea dicha. Qué gozada verlos en el festival.

A media noche, Dakidarría ofreció con sus melodías el concierto más festivo de todos. Los gallegos hicieron bailar de principio a fin a los "ehunekeros" con un repertorio divertido y sobre todo reivindicativo en la lucha por los pueblos. Su directo fue un continuo baile. Alentaron al público tema a tema e incluso potenciaron que se crease un muro bajo el escenario que acabó fundiéndose en un gran pogo en una de las ocasiones. Impresionante.

El octeto nos ofreció punk, rock, ska…  a mansalva, con fuerza y sin descanso, como por ejemplo vimos en el transcurso de los versos de “Mil Berros”. Además,  Dakidarría, nos preparó alguna que otra sorpresa, como el confeti disparado tras las primeras notas de “El Futuro Nunca Existió”, que le dio un plus a tan contagiosa canción.  Ritmo, rebeldía y alegría que hizo pasárselo bien hasta quien no tuviera sobre ellos ninguna noción.

Narco llegaba por segunda vez al Ehuneko BAT bajo la mirada atónita del público, y con la controversia reciente entre sus seguidores de si la banda debiera continuar su camino o no, tras la salida del Vikingo de la formación. Sin entrar en los motivos, y centrándonos solo en lo musical todos sabemos que cambiar de vocalista en una banda, y más si es tan longeva, no está libre de disputa. El caso es que, el "Chino" cumplió, no se le puede poner ni un pero, hizo un gran trabajo como nuevo cantante.

La actuación fue muy buena. Los sevillanos lo dieron todo de sí mismos, incluso Distorsión Morales estando apoyado en una muleta. Revolucionaron al personal con sus temas. Desataron la locura con el "Chispazo" y con "Kolikotrón", y nos divirtieron mucho con la aparición de estelar de Yoni  en "Yoni, El Robot". Hubo a quien les gustó y a quien no, pero siendo honestos. Independientemente de su éxito en Etxebarri, Narco, así, no es lo mismo.

Los encargados de cerrar la noche fueron Sensa Yuma, banda de origen inglesa afincada en la península desde hace un tiempo. A pesar del horario y de que el público se redujo en número tras la actuación anterior, Pid y los suyos asaltaron las tablas con toda la fuerza y potencia que les caracteriza. El vocalista, tranquilo, seguro, provocador y sin perder la sonrisa mantuvo la primera fila abarrotada de puños en alto durante algo más de una hora.

Abrieron con la contundente "Luvin' hand" remontándose así a su segundo trabajo "Up yours!". A partir de ese momento el set list recopiló temas de todos los trabajos: desde "Every day's your last day", a "Poison" (Punkrockers) pasando por los discos intermedios con "Liquid love", "Decree nici" o  "Fuck the USA", donde Pid hizo una breve parada pidiendo whisky al público, que no dudó un segundo en proporcionárselo y entre este gesto y "Kaos", la versión de la banda de R.I.P., Sensa Yuma consolidaron el respeto que ya tenían ganado de sobra en los presentes.

Poco más duró el concierto, y el fin llegó silencioso y repentino, dejando que la tensión que habían creado quedase flotando en el ambiente. Nadie quería marchar de allí, como si esperaran que se volviera a retomar la actuación en cualquier momento. Y no, pero en lugar de eso, los que quedaron merodeando por el recinto pudieron hablar con algunos de los miembros de la banda que tras el bolo se quedaron por allí también.

Y así concluimos el segundo día de festival. Nos quedamos con la sensación de un gran trabajo por todas las partes implicadas, y aunque agotados, hubiéramos pasado otros dos días más. Sólo queda esperar a la siguiente edición, y estamos seguros de que una vez más, el Ehuneko BAT conseguirá superarse.